Dafne

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Te reías de Eros, hasta que aparecí yo.

Todos nos definían como "Apolo y Dafne", la lujuria y la virtud.

Ni yo era ninfa ni tú eras un Dios.

Eros no me había disparado una flecha de plomo, ni a ti una dorada, pero, aun así, te tenía comiendo de mi mano, hasta que me di cuenta de que yo comía de la tuya.

Nadie había narrado aún nuestra historia pero todos sabían como terminaría.

Yo te odiaba por naturaleza, por instinto.

Es como si el lobo se enamorara de la caperucita roja, éramos tan distintos.

Al final no terminé siendo laurel y tú seguiste cegado por Cupido,

o puede que no...

Apolo y DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora