Sintió como el pie se le resbaló del pedazo de tabla en el que se apoyaba para lograr alcanzar la superficie del pequeño techo de madera que tenía un pozo, ubicado cerca del árbol que estaba en el patio frente a la bodega-cocina.
—¡Géminis!
Escuchó el grito de Imma desde dentro de la bodega y sus pasos acelerados acercándose hasta donde él estaba.
Se sostenía con la suficiente fuerza para no caer desde donde había quedado colgado. Antes de casi caer de un todo de aquella altura se encontraba limpiando el techo del viejo pozo en el patio, éste se encontraba con hojas tanto viejas como nuevas que caían del gran árbol que se encontraba en ese lugar desde que tenía memoria. Lo limpiaba constantemente para que el techito no se viniera abajo por el exceso de hojas y que éstas no afectaran más a la humedad que el techo ya tenía.
No pensó que la pequeña tabla que pisaba le jugaría tan mal al punto de casi hacerlo caer directo al suelo y al duro césped asegurándole un inevitable golpe en la espalda o en la cabeza.
—¡Géminis! —Imma se agarraba la falda para levantarla un poco del suelo para que la acción de trotar no se le dificultara, desde la puerta abierta de la bodega vio como peligrosamente Géminis había resbalado y casi caído de la altura aproximada que tenía el techo del pozo.
Su corazón casi se detiene cuando pasó por su cabeza la posibilidad de que el muchacho cayera directamente al pozo, una caída directo al suelo era más que suficiente vendarle la cabeza y curar los moretones después, pero sacarlo de la profundidad de un pozo... Eso era algo que definitivamente no quería seguir imaginando.
Al ver al muchacho colgando sosteniéndose del techo se acercó lo más rápido que pudo sin tener una idea fija de que hacer estando ya cerca. Una vez ahí, estrujando con sus manos su delantal por el miedo, miraba como el chico se sostenía y soplaba unas hojas que le habían caído en la frente por el movimiento que provocó en el techo al casi caer.
—¿Estás bien? ¿Puedes bajar? —Dirigió su mirada a las piedras grises que conformaban el pozo, temiendo a que con cualquier movimiento Géminis pisara éstas y eso sólo provocara otro resbalón y una segura caída al agua a varios metros de profundidad.
Géminis miró desde lo alto lo preocupada que estaba Imma, realmente no le encontraba motivos a la situación para que estuviera tan preocupada. Volteó a ver sus manos las cuales se aferraban al techo y decidido comenzó a balancearse provocando jadeos de nerviosismo y terror por parte de la mucama.
Cuando sintió que tenía el suficiente impulso soltó el techo y cayó para atrás, de cuclillas sobre el césped. Se enderezó y ya de pie se sacudió del cabello las hojas que aún tenía en éste.
—¡Géminis! —Imma se le acercó y esperando una revisión de su parte o algún suspiró de alivio al contrario recibió un pequeño golpe en el hombro que no se esperó— ¿¡Cómo se te ocurre saltar de esa manera!? ¿Qué hubiera pasado si hubieras caído mal y te hubieras roto una pierna? ¡O peor! Que hubieras caído de cabeza. —Tratando de tranquilizarse la mujer suspiró tocando su pecho con una mano— No sé cuántos sustos más podré resistir por ti.
Cuando Imma abrió los ojos y volteó a ver a su muchacho éste le miraba con su típica expresión neutra, con la diferencia de que cuando conectó su mirada con la de él éste parpadeó dos veces rápidamente, mirándola con mucho detenimiento.
Al comprender por medio de sus pocas acciones se dedicó rápidamente a justificarse.
—¡No! ¡no! No estoy hablando de algún infarto o parecido. Por Dios, Géminis... No te tomes todo literalmente.
Ante lo último dicho Géminis pudo tranquilizar la tensión de sus hombros.
Realmente había pensado que Imma había estado sufriendo paros cardíacos del corazón.
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Géminis.
Ficción históricaSer abandonado, seguramente indeseado, y luego aparece una luz de esperanza, esperanza de crecer como todo niño merece, pero resultó ser todo lo contrario. Al crecer, lo criaron de manera dura y entrenaron dolorosamente para cumplir la única tarea q...