II: Imbécil

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Danna contemplaba totalmente absorta la metrópoli sin despegarse de la ventanilla del taxi

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Danna contemplaba totalmente absorta la metrópoli sin despegarse de la ventanilla del taxi. Por fin había finalizado sus estudios y con un poco de ayuda financiera de sus padres había conseguido alquilar un pequeño piso en un tranquilo barrio de Nueva Jersey. Licenciada en un doble grado de diseño de interiores y empresariales, soñaba con poder independizarse en la hermosa urbe y cumplir las metas que se había propuesto a lo largo de los años. Sintió el freno del coche y frunció el ceño, estaba totalmente segura de que esta no era la calle de su apartamento.

- Perdone, ¿va todo bien?.- la joven estaba nerviosa, con el número de la policía anotado en marcación rápida, pensando que había tenido tanta mala suerte de que le tocara por conductor un loco asesino en serie.

- Señorita baje del coche, hemos pinchado.- soltó un suspiro de alivio al ver que sus pensamientos sólo eran traumas por los miles de documentales sobre asesinatos que había estado viendo a lo largo de su vida.

Bajó del taxi una vez guardó su móvil y se dirigió a la parte de atrás de éste, con la intención de sacar sus maletas del portaequipaje. Una vez las tuvo fuera miró con desagrado al conductor, quien se encontraba llamando a una grúa para que transportaran el vehículo. ¿Cómo se supone que llegaría a su apartamento? Quedaba a unas cuantas manzanas y con el calor que comenzaba a desprender la primavera estaba segura de que no llegaría viva a su destino. Sacó su cartera para comprobar si le quedaba suficiente dinero para otro taxi pero al darse cuenta de que no alcanzaba la cifra bajó sus brazos en frustración. Estaba completamente perdida.

- ¿Sabe dónde queda Miller Street?.- se acercó al conductor como su última esperanza, esperando que al menos la diera la buena noticia de que no se encontraba tan lejos como ella imaginaba.

- A cinco cuadras.- le ofreció una mueca desinteresada antes de volver a darle la espalda. Danna se preguntaba si todos los habitantes serían tan amargados, intentando no cruzar más de tres palabras con ella o sin dar pie a formar una conversación agradable.

Suspiró, dejando caer sus hombros y mirando al cielo pidiendo clemencia. No llevaba ni veinticuatro horas en la ciudad y la mala suerte ya había comenzado a hacer su terrible aparición. Hizo circular las ruedas de sus dos pesadas maletas por las calles de Nueva Jersey, mirando todo a su alrededor, en busca de alguna señal que pudiera indicarle dónde se encontraba. Perdida y sin dinero en su cartera, había comenzado una de las experiencias con la que más había soñado, pero con un empiece un tanto desastroso. Distraída entre sus pensamientos, dio de bruces con la realidad o, mejor dicho, con un chico con complexión de roca.

- Mira por dónde vas, maldita retrasada.- gritó el hombre con el que había chocado. Danna frotaba su frente, mirando únicamente a sus pies, intentando aliviar el dolor del golpe. Levantó sus ojos hacia el desconocido y los entrecerró una vez sus palabras hicieron eco en el cerebro de la joven.

- ¡Fue tu culpa! Pudiste haberme esquivado.- odiaba el tono con el que ese chico la había hablado. Es verdad que ella andaba distraída pero no asumiría todo el cargo del pequeño incidente.

- ¿Esquivado? Ni que no pudieras moverte.- soltó un suspiro con burla, mientras miraba a la joven. Si no fuera una completa inútil podría haber utilizado sus técnicas de seductor con ella. Su pelo ondulado cayendo en cascada sobre sus hombros, unos labios carnosos y un cuerpo totalmente de escándalo. Podría ser un bonito entretenimiento, pero estaba completamente seguro de que aquella mocosa no dejaría de chillar por cualquier cosa, algo que al final acabaría irritándolo lo suficiente como para mostrar su monstruo interior.

- Podría decir lo mismo de ti.- Danna sacó las uñas, no dejaría que ese individuo con aires de superioridad la pisara. El chico rodó los ojos, cansado de aquella muchacha que parecía querer enseñarle algo sobre modales, y gruñó emprendiendo su camino de nuevo, aún que no sabía muy bien dónde se dirigía.- Al menos discúlpate.- se giró de nuevo hacia la dulce voz, viéndola de brazos cruzados y con un rostro angelical que le invitaba a caer en su pequeña tentación, un pecado en el que no estaba dispuesto a bañarse.

- ¿Bromeas?.- río sonoramente e hizo que la joven retrocediera algunos pasos. Danna había pensado que si utilizaba su actitud de niña buena podría conseguir unas disculpas de aquel joven con el carácter equivalente a una bomba atómica, pero se equivocó por completo, había chocado con una pared de roca en la que no se albergaban remordimientos.- Recuerda esto mocosa, prefiero meterme un tiro en las pelotas que pedirte disculpas. Sal de mi camino.

- ¿Quién coño te crees que eres?.- Danna fue detrás de él, no estaba dispuesta a quedarse con las palabras en la boca y mucho menos recibir ese tipo de trato. Tiró del hombro de aquel rascacielos hacia un lado, haciendo que se girara hacia ella y notara la furia que desprendían sus ojos. No sabía de lo que aquel chico era capaz pero la adrenalina del momento no le dejaba pensar en las consecuencias.

- ¿En serio no sabes quién soy?.- se burló y el rostro de la castaña mostraba confusión a la vez que levantaba una de sus cejas. El chico sostuvo la mirada por unos segundos más, haciendo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Danna, antes de girar sobre sus talones y dejarla allí plantada con sus últimas palabras únicamente audibles para ella.

- Un completo imbécil.

La guerra entre el gris y el verde acababa de desatarse y no sería la última vez que eso ocurriera. Una vez conoces al diablo, las llamas del infierno comienzan a quemar tu corazón con la intensidad de mil demonios y sabes que, por mucho que quieras, ya no podrás arder en ningún otro lugar.

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He de confesar que no sabía muy bien como hacer este capítulo, ya que tenía demasiadas ideas sobre cómo se encontrarían por primera vez los dos protagonistas, ¡pero creo que tenemos un ganador!

Danna acaba de llegar a la ciudad, estando acostumbrada a vivir en su pueblo rodeada de gente bastante amable y no sabe convivir con el desinterés que se respira en las calles de Nueva Jersey, ni mucho menos con el carácter de Asher. A la pobre le esperan rachas muuuuy duras :(

La referencia al gris y el verde en el último párrafo se relaciona directamente con los ojos de los protagonistas. En el primer capítulo creo haber explicado el color de ojos de Asher (verde) y Danna contará con el gris en ellos. 👀

Espero que os haya gustado y lo disfrutéis tanto como yo cada que escribo un capítulo de esta novela.

Nos vemos muy pronto, ¡Besos! Xx

ASHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora