Un mensaje de texto iluminó la pantalla del teléfono de Asher, emitiendo un sonido que despertó al joven. Aún adormilado y refunfuñando, atrapó el dispositivo entre sus manos y lo leyó a duras penas.
"Es la quinta vez que te llamo, última oportunidad o atente a las consecuencias, Iron."
Iron, el nombre por el que le conocían en los bajos mundos, un nombre que le causaba una contradicción de sentimientos al escucharlo. Se levantó rápidamente de la cama y maldijo para si mismo, había olvidado por completo sus obligaciones aquella noche. Corrió hacia la salida de su apartamento y una vez dentro del coche, hizo quemar las llantas en la carretera. El motor sonando bajo su aceleración, la adrenalina que sentía cada vez que aumentaba la velocidad en la carretera, era todo lo que le hacía sentirse vivo.
Su cabeza pensaba en el encuentro que tendría lugar en un par de minutos y apretó el volante con fuerza, al mismo tiempo que endureció sus facciones. Odiaba a esos tipos, solo un par de ellos merecían la pena en todo ese infierno en el que estaba metido. Connor y Jayden, dos mellizos empapados en aquella basura, eran las mejores personas con las que Asher se había topado en estos años. Gracias a ellos ha podido tener un punto de apoyo que pudiera ver las cosas desde el mismo ángulo que él, dado que, lamentablemente, vivían la misma mierda. Connor era el primogénito, amante del riesgo y las peleas clandestinas. Era prácticamente considerado como un príncipe dentro del terreno, situado justo detrás de Asher. Jayden por su parte disfrutaba más en las carreras ilegales, haciendo sonar sus ruedas en la carretera y conociéndose a la perfección todas las estrategias para ser una autentica bestia en ello.
Finalmente, y muy a su pesar, llegó a Memphis, el lugar donde la sangre y la muerte era el único rito de victoria. Tan solo un par de farolas parpadeaban en la zona y poca gente estaba reunida aquella noche, hoy no había ningún acto interesante que motivara a las masas a moverse hasta el terreno. Metió las manos en los bolsillos de su desgastado pantalón vaquero y se aproximó hacia la persona que le había citado allí. Lo miraba impasible mientras seguía fumando el cigarro entre sus dedos. Siempre le rodeaba un aura oscura que hacía que cada vez que estuvieras a su alrededor el bello se crispara. Su cicatriz en la ceja, sus ojos negro azabache y esa sonrisa que lo hacía parecer totalmente fuera de sus cabales, era la perfecta descripción de un completo loco. Asher se cuestionaba como una persona con una apariencia tan estúpida podría ser uno de los criminales más astutos del mundo. Jefe de una mafia buscada sin descanso por la policía, y que, gracias a sus escurridizas ideas, jamás había sido atrapada.
- Llegas tarde, Iron.- dijo mientras expulsaba el humo del cigarro. Su mirada se enfrió una vez tuvo al joven en frente.
- Pero he llegado, Dan, deberías calmarte.- tan pronto como sus palabras salieron de la boca, Asher lo lamentó, pensando que no saldría de allí sin algún que otro golpe. Y así fue, el mafioso se levantó de una de las cajas de madera en las que estaba sentado y se paró a pocos centímetros de él. Minutos después uno de sus puños aterrizó a la boca de Asher, haciendo que un hilo de sangre empezara a emanar de su boca. Sonrió, como el maldito desquiciado que era, orgulloso de poder moler a golpes a quien quisiera sin tener ningún tipo de consecuencia por ello.
Asher tan solo se limitó a mirarlo, sin poder abrir la boca y clavando las uñas en la palma de su mano, hasta hacerlas sangrar, para evitar buscarse más problemas. La ira le reconcomía, estaba cansado de no poder recriminarle nada por temor a lo que se podría enfrentar más tarde. Y es que, aún que el ojiverde fuera considerado una de las personas más respetadas en Memphis, al lado de Dan se volvía un corderito recién entrado al matadero. El jefe volvió a sentarse en su lugar, y sacó una caja de cigarrillos, ofreciéndole uno a Asher. Así solucionaba las cosas, nunca había disculpas y tampoco las esperaba, solo ese pequeño gesto era suficiente para que todos relajaran el ambiente. Accedió, sabiendo que esa era la única manera para que la situación se tranquilizara, y se mantuvo de pie frente a Dan.
- Me agradas, Iron, ¿sabes?.- dio una calada a su cigarro mientras lo miraba fijamente.- Siempre me has parecido alguien de confianza. Créeme cuando te digo que no me gusta cuando tengo que enseñarte cual es tu sitio en este lugar.- expulsó el humo, ofreciéndole a su vez una falsa sonrisa.- Intenta no meterte en problemas conmigo, eres un buen chico, uno de los mejores. Memphis no sería lo mismo sin mi famoso boxeador de acero.
Asher se limitó a asentir, mientras terminaba el cigarro. Lo odiaba, pero aún que lo hiciera, retenía cierto lazo con Dan que lo obligaba a dejar de escuchar a sus impulsos, por mucho que quisiera hacerlo desaparecer del mapa. Al fin y al cabo, no podía salir de aquella red sin que lo mataran, ni aun que lo intentara con todas sus fuerzas. Tenía demasiada información como para que lo dejaran ir y él no era tan estúpido como para hacer algo que fuera a perjudicar aún más su vida.
- ¿Lo tienes?.- finalmente lo preguntó, el único motivo por el cuál estaba allí esa noche. Metió sus congeladas manos en los bolsillos de su chaqueta, intentando aliviar el frío que sentía por las elevadas horas de la madrugada. Dan sonrió, pero se tomó su tiempo para realizar algún movimiento en busca de lo que Asher demandaba.
- Sígueme.- le hizo un gesto con la cabeza para que lo acompañara. No dijeron nada más en el camino, lo último que quería el ojiverde es tener que hablar algo más con aquel loco. Solo quería que le diera el encargo y podría irse de una vez por todas. Llegaron a uno de los cientos de callejones que tenía Memphis, en donde se encontraba un chico encapuchado, vestido completamente de negro y ocultando gran parte de su rostro con una especie de fular. Se acercó a él mientras Dan vigilaba la entrada del lugar, esperando a que nadie cruzara por allí.
- Eres Iron, ¿verdad?.- Asher solo asintió, esperando que le dieran su encargo lo antes posible. Una vez tuvo la pequeña bolsa llena esos peligrosos cristales en la mano, lo guardó en uno de los bolsillos internos de su chaqueta. Suspiró y dio media vuelta, sin decir nada más, pero paró en seco cuando escuchó la voz del chico en un susurro a sus espaldas.- Oye tío, sé que no nos conocemos, pero ten cuidado, ¿vale?.- Asher arqueó una de sus cejas, sin entender lo que el camello intentaba decirle.
- Pero a que mierdas te refieres, imbécil.- se giró para enfrentarlo, pensaba que se estaba riendo de él.
- Esto no es un videojuego en el que puedas repetir hasta dar con la opción correcta. Tan solo hace falta una mala decisión para que se elimine el game over de la pantalla y tu cabeza acabe rodando en el piso. Cuida tus espaldas, no estás solo.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Heeeyy, 'tamos de vuelta!
En esta ocasión nos encontramos con un nuevo escenario, Memphis. Memphis se podría denominar como el lugar común en el que la gente ligada a la mafia que dirige Dan, se reúnen por la madrugada. Un lugar en el que a cualquiera le daría escalofríos frecuentar.
Vemos a Asher en su faceta más sumisa frente al líder del clan, algo que verdaderamente me entristece. Asher es una persona a la cual hemos empezado a conocer como alguien con un carácter a punto de estallar en cualquier momento, incluso ambiciosa. Tener que ver como un personaje así tiene que reprimirse de ser uno mismo por el miedo a acabar con una bala atravesando su cráneo, sinceramente se me hace muy complicado.
Es MUY IMPORTANTE, que le prestéis atención a las acciones de Asher, ya que poco a poco se irán desbloqueando algunos aspectos y secretos de él que intentarán hacer entender al lector la posición en la que el protagonista se encuentra.
Dicho esto, os planteo una pregunta que espero que respondáis. ¿Qué pensáis de Asher cuando entra a los entornos de Memphis? Hipótesis, sospechas o teorías. Me encanta leerlo <3
¡Nos vemos pronto, besos! Xx
ESTÁS LEYENDO
ASHER
عاطفيةAsher, hijo del dueño de una de las mayores empresas de Estados Unidos, culpado por tráfico de drogas y obligado por su padre a trabajar en el negocio familiar tras pagar su fianza. Danna, una chica extrovertida y amante del riesgo, pone fin a su vi...