Capítulo 30

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Creo que nunca estuve tan ansioso como nervios; bueno, sacando las veces en que le pedí ser mi novia a Caro y cuando le pedí matrimonio.

En estos momentos estoy en la sala de partos, brindándole todo el apoyo posible a mi princesa. Verla de esta forma no hace más que reafirmar mi manera de verla como una guerrera. Sin dudas es la mujer de mi vida.

Tras unas largas horas de mucho esfuerzo por parte de mi Kope, un llanto invadió toda la habitación: nuestro bebé vino al mundo. Al fin Erick Bernasconi Kopelioff estaba en nuestros brazos, y no es porque sea mi hijo, pero es el bebé más hermoso del mundo. ¿Cómo una personita tan chiquita puede irradiar tanto amor?.

Luego de hacerle estudios y ver que todo estaba bien, nos lo entregaron

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Luego de hacerle estudios y ver que todo estaba bien, nos lo entregaron. Fue mágico desde el principio, la conexión fue al instante. Con Caro no miramos y lagrimas caían por nuestras mejillas, no dábamos más de felicidad, únicamente fui capaz de besarla, las palabras no me salían; soy el hombre más afortunado y feliz del mundo. No puedo pedirle nada más a la vida, sólo salud para ellos mis amores, y agradecerle infinitamente por todos los que nos rodean, por todo el amor y la felicidad con que contamos.

- Los amo infinitamente —pronuncié—, son lo mejor de toda mi vida.

- Nosotros te amamos más —respondió ella y volví a unir nuestros labios.

- Con permiso, con permiso —anunció en voz baja Rugge.

- Venimos a conocer a nuestro sobrino
—dijo la rubia.

- ¿Dónde está el bebé más consentido por los tíos? —preguntó Gastón.

- Hola tíos, me llamo Erick Bernasconi Kopelioff y estoy muy feliz por conocerlos —dijo mi princesa, imitando la voz de un bebé.

De a poco, cada uno de nuestros amigos fue saludando y cargando a nuestro niño. No dábamos más de la emoción.

Así transcurrió lo que quedaba del día, y cuando nos dimos cuenta, la luz de la luna comenzó a alumbrarnos. La hora de visitas estaba terminando, por lo que de a poco los chicos se fueron despidiendo, prometiendo regresar al otro día, para acompañarnos en el regreso a casa.

- Me haces el hombre más feliz de todos
—dije acostado a su lado, abrazándolos.

- Te amo, ustedes me hacen la mujer más feliz del universo —pronunció ella mirándome.

- Tuve mucho miedo de perderlos
—susurré, recordando lo cerca que estuvo.

- Estamos bien, y fue gracias a ti —dijo—, tú nos salvaste.

La noche pasó rápido, de momentos dormimos y luego nos la pasamos apreciando a nuestro niño, charlando o simplemente en silencio.

Fue un largo día y con muchos sucesos, pero no me arrepiento de nada al haber terminado así, lo haría una y mil veces, no cambiaría nada.

Tanta oscuridad se transformó finalmente en puro color y luz. Fue mucho lo que tuvimos que pasar para llegar hasta aquí, y absolutamente todo el dolor pasado valió la pena ante tanta felicidad que gozamos como gozaremos en nuestro futuro.

Todo pasa por algo, de momentos no lo entenderás pero con el tiempo las respuestas llegarán. Nunca olvides que ese dolor, un día, será por última vez...

Fin☆

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Y amigos, hemos llegado al final de esta historia. Espero realmente que les haya gustado y logrado sacar una sonrisa.
Gracias por todo el apoyo que le han dado, de verdad muchísimas gracias.

Los quierooo ❤❤❤

Por última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora