NARRA K.
Caí por quincuagésima vez. Bufé.
-¡Otra vez!-gritó Lucían obligándome a levantar.
-Creo que ya es suficiente por hoy...-hablé mientras tomaba la espada y me levantaba una vez más.
- ¿Por qué? ¿Ya tienes miedo? ¿O te cansaste de qué te gane?
-Solo ganas porque haces trampa-reí.
-Hablas demasiado- fue lo último que dijo antes de atacar. Como por inercia levanté la espada deteniendo el golpe justo a unos centímetros de mi rostro.
-¿Pretendes matarme?-Lo miré como si estuviera loco.
-Pretendo que aprendas a pelear, y seguir con mi record de campeón.-me guiñó un ojo y rodé los ojos. Me alejé y con un giro de 360 grados me arrodillé, esta vez ataqué yo, pero logró detener la estocada justo en su costado derecho, y sentí como la segunda espada, en su mano izquierda, tocó mi nuca, avisándome que ya podría estar muerto.-Eres muy lento, lo sabías ¿no?
-Pues ya somos dos.-dije antes de, con mi pierna, hacerlo perder el equilibrio solo que en lugar de dejarse caer, con ayuda de sus alas, en una maniobra logró girar por los aires pero justo cuando estaba por retomar el equilibrio corrí hasta el, tomé impulso y con ayuda de mis alas, ataqué saltando hacia él pero logró unir las dos espadas formando una X, sin embargo, esta vez fui más rápido y logré, con mi segunda espada, simular propinarle una estocada justo en el estómago, sin embargo, tomó una de sus espadas y se defendió logrando, de un empujón, alejarme de él.
Rodé los ojos y lo miré cansado.
Me dedicó una sonrisa de triunfo y como en cámara lenta, levantó su mano derecha y me hizo una señal para que lo atacara.
No perdí tiempo, corrí, tomé impulso, di una vuelta de 360 grados por los aires y cuando estaba cayendo aproveché para atacar, con su espada izquierda detuvo el golpe e intentó atacarme con la derecha pero con mi izquierda logré esquivar el golpe también. Intenté volar para tomar algo de fuerza pero me tomó del tobillo izquierdo y de un tirón me hizo volver al suelo provocando que cayera de espaldas, estaba por clavar su espada cuando giré a un lado y me puse de pie de un salto y con una de mis alas intenté hacerlo caer pero dio un salto atrás y como si quisiera imitarme para mostrarme como se hacía, también intentó atacarme con una de sus alas pero me recliné hacia atrás provocando que apenas y consiguiera un roce muy cerca de mis ojos y nariz.
Necesito una técnica distinta.
Opté por soltar una de las espadas, empecé a correr hasta el, solo que en lugar de usar mis alas para volar, las usé para deslizarme bajo y como lo esperaba, cavernícola al fin, se arrodilló e intentó golpearme con su puño, pero yo ya había cruzado y justo cuando se iba a girar para atacar con su espada, con la mía, lo detuve provocando que ambas quedaran en su cuello formando una X.
Gané.
-¡Wuju!- grité- ¡Sí! ¡A eso me refería, perdiste Lucían! ¡Me parece que ya no serás el campeón!
Observé el marcador 1-25.
¡¿Qué?! ¿Lucían 25 y yo 1?
Y de pronto de un momento a otro mi adversario me hizo caer con un rápido movimiento. Bufé. Lo vi levantarse y mirarme desde las alturas con una sonrisa de victoria.
-Ese es tu problema, tienes una boca demasiado grande.-iba a empezar a caminar pero algo lo detuvo y volteó a verme una vez más.- ¡Ah! Y me parece que aún sigo siendo el campeón.
Me señalo el tablero y volteé a ver. Henry, el cual era una especie de árbitro, eliminaba el único punto que había ganado y el tablero se convertía en 0-26.
-Tal vez mañana- aseguró Lucían ayudándome a levantar y emprendiendo vuelo haciéndome pestañear varias veces debido al remolino que había formado-¡Por cierto, llegarás tarde a la reunión!- gritó.
-¿Qué reu...? ¡Rayos!-dije al recordar la reunión que tenía en el gran salón con Gabriel, Nathanael, Narciso y Sasha. Emprendí vuelo cuanto antes, no quería otro regaño, siempre llego tarde a las reuniones.
Atravesé los bosques de Vlojhan, lo más pronto posible, hacia el gran palacio, dejando detrás el campo de prácticas de Heldor, saludé a algunos grupos, sin detenerme, que siempre se reunían en aquel lugar, los arces blancos abundaban por doquier y los rayos de sol se colaban por algunos huecos que sus hojas dejaban libres, denotando aires de gloria; justo cuando estaba llegando a la salida tomé un poco más de impulso para llegar aún más rápido. De pronto cerré mis alas y cuando por fin logré salir las abrí deteniéndome de golpe, disfrutando del viento y permitiendo que aquellos rayos solares llegaran a cada rincón de mí ser, disfrutando de la vista.
Desde aquí podía ver todo, al norte, las grandes montañas de Fereshteh se alzan imponentes sobre el gran firmamento de los cielos, vestidas de grandes capas blanquecías de nubes y Elurra o como es conocido en la tierra "nieve", acompañadas de bosques de Boj verduzcos y montañas entre las cuales se encontraban algunas cascadas, al sur, los bosque de Tién, formado por arboledas de Sauces blancos, Abedules blancos, unos cuantos arboles de Alaitasuna o Grosellas rojas y uno que otro Ribes Rubrum, mientras que al Este y Oeste se encuentran los valles de Ourania y Oleic reconocidos por sus abundantes arboles de Sauces llorones y Robles boreales rojos, sus características y peculiares aguas cristalinas, los rayos del sol provocando un efecto de gloria en el más recóndito lugar no inspiraban más que paz.
Más arriba estaban los dos anillos, los dos firmamentos superiores, donde habitan las tres serenidades. Además, se puede admirar, no muy lejos, en el firmamento de los firmamentos, el universo, Sirio, Andrómeda, cada constelación existente, cada planeta, estrella, cada entidad o cuerpo del universo, cada ser existente más allá de los límites de la tierra. Mientras todo estaba bañado en anaranjados e incluso unos pocos rojizos tonos pasteles.
Decidí continuar mi camino, pero inconscientemente, empecé a juguetear con el viento, cerré mis alas y me deje caer unos cuantos metros y las volví a abrir de pronto, comenzando a planear de un lado a otro, dando una que otra voltereta. De pronto me encontré sobre el lago Celeste y no pude evitar tocar el agua, cuando estaba llegando al final me adentre en las aguas y nade deprisa saliendo justo donde empezaba la gran cascada y admirando el gran puente flotante y al final de este se encontraba la gran puerta, la entrada al paraíso, mire abajo encontrándome con los jardines Victorianos, así que descendí, aun podía hacer una pequeña parada.
Al llegar al suelo note los kioscos rodeados por malezas y barandillas de oro y plata. Iba caminando a través de jardines victorianos, arboles blancos y almendros se alzaban a los lados, guirnaldas de todo tipo de flores colgaban por todos lados, la tierra vestía rojizas y amarillentas hojas otoñales mientras todo el ambiente denotaba aires de plata y oro.
Crucé junto a las escalinatas que descendían al estanque de Ceilo donde divise a Nathanael a lo lejos, decidí bajar a ver qué pasaba, se suponía que debía estar en el gran salón con Gabriel, Narciso y Sasha.
-Oye, ¿Qué ocurre?- pregunté acercándome.
-Tuve una misión de emergencia, órdenes superiores...-se encogió de brazos. – Al parecer hay algunos problemas en la tierra.
-Ellos siempre tienen problema, ya sabes cómo son los humanos. –me mofé mientras observaba el gran estanque.
El estanque de Ceilo, era el lugar mediante el cual podíamos "comunicarnos con los humanos", y ayudarlos, en caso de que así nos fuera encomendado. Sobre el habían una serie de diminutas luces flotando, eran las almas de los fallecidos, las almas que estaban en "la sala de esperas" hasta el gran juicio, además, también habían algunas burbujas de agua, en ellas se contenían las oraciones de cada persona, luego estas eran enviadas directamente al firmamento principal que es donde se encuentran las tres serenidades celestiales. Todo estaba rodeado por Bojes, Abedules blancos, y algunos Almendros y Sauces llorones.
Estaba por marcharme cuando sin querer fije mi vista en una de aquellas bombas de agua y de pronto la vi, la que sin poder evitarlo se convertiría en mi perdición.
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El Mundo De Los Caídos
FantasyAbighail Kovalev, futura reina de los Candra Vrasësit, carga con un pasado turbio. Al descubrir el significado de su marca de nacimiento, tras la muerte de su padre, y quedar como heredera mayoritaria frente a la incalculable fortuna de su familia...