CAPITULO 3: LA MARCA DEL LOBO PT.1

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NARRA ABIGHAIL

Semanas Después...

Desperté gracias a unos toques en mi puerta. Apreté los ojos como si de alguna forma eso fuera ayudar e hice lo mismo que solía hacer desde hacía un par de semanas.

-Por favor, que hoy sea diferente- rogué en apenas un susurro como si alguien desde las alturas pudiera escucharme. Aunque no creyera mucho en esas cosas de Dios o los milagros, aun guardaba una esperanza de que algún ser superior, fuera quien fuera, pudiera escucharme.

Abrí los ojos lentamente y todas mis ilusiones se esfumaron tan rápido como se formaron. Todo seguía igual, oscuro y sin atisbo alguno de que fuera cambiar. Suspire sin ganas y me senté en la cama, con algo de dificultad gracias a la herida en mi costado derecho, dejando mis pies colgando.

Los toques volvieron a hacerse escuchar.

-Adelante...

Escuche como la puerta era abierta.

-Hola pulga...-hablaron de pronto y sonreí.

-Hola...

-¡Feliz Cumpleaños!-Chillo e hice una mueca. Ni siquiera recordaba que día era hoy y por supuesto feliz era lo último en lo que pensaba. –Tengo una sorpresa para ti...

Sentí como se acercaba a mí.

-Quiero invitarte a salir y no aceptaró un no por respuesta.

-Matt, ¿es en serio?

-Sí, así que vamos levántate, debemos salir en menos de una hora.- tomó mis manos e intentó levantarme pero me resistí apartándolas de pronto y permaneciendo en mi lugar.

-No. No estoy para fiestas. Corrección. No estamos para fiestas, papá acaba de morir, nuestra familia obviamente me odia, y yo soy... una inútil, no puedo ver, solo soy una carga.- finalicé refiriéndome a mis ojos.

-No eres una carga y definitivamente no eres una inútil, Abighail. Si, sé que son días duros, y que lo de papá es muy reciente pero piensa justo en él, nunca dejó que nada interrumpiera uno de nuestros cumpleaños, mucho menos el tuyo que eras su favorita. Así que ahora mismo, sin excusa alguna, te vas a levantar...- volvió a tomar mis manos y me hizo levantar sin esperar respuesta alguna.- te pondrás más linda de lo que ya eres, por supuesto que nunca serás más hermosa que yo, per...

-¡Oye!- lo empuje y reí un poco.

-Oye, cuidado, soy una pieza única, no puedes golpearme.

Rodé los ojos. Matt no tenía remedio. Intenté, torpemente, encontrar el bastón que se suponía debía estar junto a la cama.

-Aquí esta...-Dijo Matthew entregándome la vara de metal.- ¿Necesitas ayuda con algo?

Negué.

-Puedo sola.

-Abby, pue...

-¡No! – dije más alto de lo que esperaba logrando convertirlo en un grito.

No sabía porque pero por alguna extraña razón, que se encontraba más allá de mi potestad, me sentía profundamente avergonzada de no poder hacer nada por mí misma, me sentía una carga, inútil y hasta un punto, no sabía cuál, incluso como algo que sobraba.

-Yo me encargo...- de pronto escuché la voz de Ana y bufé.

-Esto no es posible, digo que puedo hacerlo sola, no necesito que...

-Okay, tu puedes, pero de todos modos te ayudaré. -insistió mi nana y rodé los ojos.

[...]

Luego de que terminé de arreglarme y de que por alguna extraña razón Ana me preparase un pequeño bolso con algo de ropa, bajé las escaleras hasta la entrada donde yacía Matt.

El Mundo De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora