Preguntas inquietantes

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Terminado el desayuno,  salimos juntos camino a la escuela. Tengo curiosidad por saber qué me dirá mi hermana. 

Ella no suele hablar mucho conmigo, siempre está centrada en su mundo interior, se la pasa encerrada en su habitación, o de vez en cuando, me la puedo encontrar meditando frente a la ventana de la sala de estar. Su mirada es parecida a la mía, la diferencia, es que  yo me pierdo en mis pensamientos, mientras que, Antonia parece tener su mirada fija en tan solo uno.

Hace unos días atrás, mientras meditaba frente a la ventana, me hizo una pregunta inquietante, una pregunta propia de una niña curiosa de nueve años.

Me preguntó:

- Lucas, en la escuela, escuché que unos chicos mayores dijeron que afuera, detrás del río, solo hay muerte, ¿Qué quisieron decir con "solo hay muerte"?

No mentiré, mientras realizaba esa pregunta y giraba para poder verme directamente a los ojos, tuve sentimientos encontrados, un escalofrío bailó por mi cuerpo, me sentí pesado, sentía que me ahogaba, quise vomitar, y un montón de otras cosas negativas que recorrían mi cuerpo de pies a cabeza, fue tal el impacto psicoemocional, que percibía que me desmayaba.

Ella aún no sabe el porqué de nuestra condición, que lejos de donde la humanidad se refugia, existen unos monstruos que solo con su presencia, son capaces de mantenernos aquí encerrados. Estas criaturas de las que hablo son altas, de contextura delgada, muy delgada y de tez gris oscuro, unas manos gigantes con dedos alargados y uñas puntiagudas que utilizan para desgarrar la carne de sus presas. Y tienen unos ojos huecos con pupilas rojas capaces de perforar dentro de tu alma, ¿Cómo lo sé? Es algo traumático, pues, es gracias a una experiencia que tuve hace ya dos años, cuando tenía quince años.

En un viaje escolar, fuimos a la frontera para aprender más sobre la sociedad actual y la posición en la que nos encontrábamos, debido a que se nos mantiene en secreto la verdad hasta cierta edad (una verdad chocante, es entendible el porqué se nos la mantiene en secreto, quieren que disfrutemos nuestra infancia antes de traumarnos de por vida). Al llegar, y luego de presentarnos, se nos ordenó bajar unas cajas de los camiones que iban llegando.

Resulta que con la luz del sol, esas cosas son más inactivas, por lo que entre las nueve y doce del día, es el momento perfecto para comerciar con refugios cercanos (no muy cercanos que digamos, el más accesible está a dos días en auto). Cuando nos dirigíamos a la puerta principal para esperar a los camiones, uno de estos se quedó sin gasolina, por ello, rápidamente nos acercamos para empujar el camión, para que así, no estorbara el camino de los dos que venían detrás de él. Mientras empujábamos,  se pinchó una rueda, no supimos que pasó, simplemente escuchamos el pinchazo mientras empujábamos. Nos detuvimos para buscar lo que ingenuamente creíamos que era la causa del pinchazo, una rama, cuando la causa real era mucho más aterradora y mortal. Por debajo del camión salió una de esas cosas y atacó a uno de los trabajadores, lo estrelló contra el suelo, y mientras lo sujetaba con una mano, con la otra procedió a arrancarle la piel, la carne, los ojos de la cara, estábamos todos atónitos mirando aquella escena tan espantosa, lo único que podía hacer era llorar y rogar por mi vida mientras me desplomaba en el suelo. Mis compañeros estaban igual, nadie hacía nada, solo podíamos ver como gritaba de dolor y agonía ese trabajador, pataleaba para poder zafarse y, sin éxito, solo consiguió que la bestia lo presionara más fuerte contra el suelo, era una lluvia de sangre, usaba sus garras sin cuidado, había trozos de carne por todas partes, aquella escena desgarradora nos tenía asombrados, ese demonio no podía ser real, y aún así, estaba enfrente de mí. 

Unos segundos después, unos trabajadores nos tomaron a mis compañeros y a mí para refugiarnos dentro de la ciudad, no sin antes, que la criatura girase su cabeza y me mirase directamente a los ojos cuando huíamos, era una mirada fría y sedienta de sangre, su pupila roja penetraba directamente en mí, estaba asustado, y esos tres segundos de terror fueron interminables, lo único que hacía era rogar por mi vida... solo quería que ese infierno terminara.

Ya adentro, los gritos cesaron, los camiones restantes huyeron, y aquel recuerdo del trabajador siendo masacrado por esa criatura vivirá por siempre en mi cabeza. Nos tumbamos en el suelo a llorar y lamentarnos, tanto niños como adultos, una vida se había perdido, una madre perdió a su hijo, su esposa perdió a su marido, su hijo perdió a su héroe... hoy en esa casa había un plato menos en la mesa.

Esa fue la experiencia que viví, una que hasta el día de hoy recuerdo con claridad, una que sé que recordaré hasta mis últimos días.

- Antonia, sabes que los chicos mayores dicen muchas cosas, probablemente estaban hablando de algún juego imaginario.

- No lo creo, parecían muy serios al hablarlo.

- Déjalo, no vale la pena, además, ¿No tenías que hacer el regalo para mamá? Su cumpleaños está a la vuelta de la esquina,

- ¡Ah, es verdad! Pues, en otra ocasión me lo explicas ¿Sí? Nos vemos.

Se levantó rápido de la ventana y se fue dando un portazo. Quizá sea eso lo que me quiera preguntar, debo pensar una excusa rápido, llevamos un buen rato caminando, y no queda mucho para la escuela, por lo que, preguntará en cualquier momento, ¿Debería desviar la pregunta cambiando de tema? ¿O debería inventarme un juego imaginario? Lo segundo sonaría más creíble, lo mencioné la vez que me preguntó, seguramente funcione.

- Oye, Lucas, en el incidente de hace dos años, en el curiosamente estás involucrado, ¿Cómo era la criatura que viste? 

- ¡¿Qué?! ¿Cómo sabes del incidente?

Estaba por desmoronarme, hace tan solo unos minutos volví a experimentar ese infierno en mis recuerdos, ¡¿Y me pide que vuelva a hacerlo?! No puedo, simplemente no puedo, no quiero tener esa imagen en mi cabeza otra vez.

- ¿Te acuerdas cuando te pregunté sobre una conversación que tuvieron unos chicos en la escuela? Resulta que los volví a escuchar, y eran de tu clase, hablaban de una criatura alta, flaca y fea, además, mencionaron tu nombre, y de lo llor...

- ¡Cállate! ¡No sabes de lo que hablan, ellos no saben lo que dicen!

Perdí el control, en medio de la calle, llena de personas, comencé a gritarle a mi hermana menor, ella no entendía por qué lo hacía, incluso se comenzó a asustar, y mientras más se asustaba, más alto gritaba, lágrimas salían de mis ojos, al igual que en los de ella. Para cualquier persona hubiese sido una pregunta inocente, un rumor que corría por el patio del colegio, normal cuando asistes a la escuela, pero para mí no, no era una simple pregunta, fue una pregunta inquietante, ¿Cómo era la criatura que viste?, esas palabras me enferman, y más viniendo de alguien que habla sin pelos en la lengua.

- ¡No vuelvas a preguntarme eso jamás! ¡¿Entendido?!

No lo noté entonces, pero cuando logré calmarme un poco, mi hermana se había ido, al parecer, la he asustado. No importa que sea algo madura para su edad, que se la pase reflexionando o leyendo, sigue siendo una niña, una niña que no comprende el mundo que actualmente vivimos. Me sentí fatal, me dejé llevar por la ira, la tristeza, el miedo, y aun así, no hay excusa que valga para justificar el por qué le grité a mi hermanita. La gente de alrededor me miraba, pero tampoco podían culparme, ellos también saben de la existencia de esos demonios, por esa razón, solo fingen no haber visto nada y siguen con su camino. Estaba ensimismado en medio de la calle, guardaba silencio y miraba hacía el suelo, por segunda vez en mi vida me sentí miserable. 

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2021 ⏰

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