Capítulo 17: Serpiente

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A la mañana siguiente Harry despertó antes de lo habitual. No había olvidado los acontecimientos de la noche anterior. Maldijo en voz baja. Puede que no lo mostrara, pero estaba enojado. No tanto por la situación en sí, ya que por lo menos el torneo iba a ser interesante y una buena forma de probar sus habilidades, sino por el hecho de que alguien se había atrevido a hacerle competir en contra de su voluntad. Cuando encontrara a dicha persona, o personas, responsables de aquello, y él iba a encontrarlos, los iba a maldecir al infierno y de regreso.

Sin embargo, no había necesidad alguna de preocuparse de ello en ese momento. Tenía cosas más importantes que hacer. Y una de ellas era frenar a su Corte de ir en caos hasta que encontraran al responsable.

Realmente no le sorprendió ver a todos los de su Corte en la sala común cuando entró. Dudaba que la mayoría hubiera dormido siquiera unas pocas horas.

—Buenos días —les saludó, tomando su lugar habitual.

—¿Ouroboros? —Cedric fue el primero en preguntar, una leve sonrisa tirando de sus labios.

Harry rió. Él no había explicado el porqué del nombre a nadie la noche anterior. Demonios, él solo había pensado en ello al momento en que discutían sobre lo de tener dos campeones de Hogwarts. Pero el nombre simplemente había aparecido en su cabeza y se sintió bien. Incluso su magia estuvo de acuerdo. Podía sentirlo debajo de su piel, parecía incluso casi alegre cuando pensó en el nombre.

—Es lo que somos —les dijo, sin molestarse en ocultarles la pasión en su voz. Él capturó toda su atención con eso. Sus ojos fijos en él. Dejó su magia fluir, haciéndoles sentir su alegría ante tener ese nombre, lo correcto que se sentía—. Ouroboros generalmente significa algo en constante re-creación de sí mismo, el eterno retorno, ciclos que vuelven a comenzar tan pronto terminan. También puede representar la idea de la unidad primordial, relacionada con algo ya existente o desde el principio persistente con tal fuerza o cualidades que no pueden extinguirse, no se pueden matar —les explicó—. ¡Nosotros somos Ouroboros! No importa lo que hagan, lo mucho que lo intenten, ¡Nunca nos extinguiremos! Nuestras ideas, nuestras esperanzas y sueños, todos ellos vivirán por mucho tiempo aún después de muertos. Somos eternos, siempre volveremos, más fuertes, mejores que lo que éramos, ¡Somos Ouroboros!

El fuego en sus ojos le hizo reír, su magia bailando a su alrededor. Se paró, permaneciendo erguido y orgulloso ante ellos. Sus ojos brillando con la magia, una alegre sonrisa en sus labios.

—¡Ouroboros! —exclamó.

Como uno, los miembros de la Corte se arrodillaron frente a él, sus cabezas inclinadas. Fue una acción casi involuntaria. Sus respectivas magias casi obligándoles. Habían sido abarcados por la magia de Harry, por su pasión, esa visión de la que solo podían ver destellos de algo, pero sabiendo desde ya que era impresionante. Lo querían, su magia lo quería, así que sin pensar dos veces en las consecuencias a lo que aquello significara, se arrodillaron.

—Ourobos —corearon al unísono, impulsados por la magia fuera de control. Su magia trepó alrededor de ellos, por un momento visible para todos. Cada color que posiblemente pudieran imaginar danzando a su alrededor. Entretejida alrededor de cada uno de ellos, dejándolos por un momento sin saber qué magia era de cada quién. Haciéndoles sentir conectados de una manera que nunca hubieran creído posible, atándolos de formas que eran irrompibles. Entonces Harry rió y su magia se unió a ellos. Mucho más fuerte que las suyas y haciéndoles sentir a todos como su propia magia se sometía voluntariamente a la suya. Entonces, se calmó y se levantó.

Harry aún estaba allí de pie, su magia sin dejar de bailar, fluyendo libremente a su alrededor. Les sonrió con una expresión de orgullo en sus ojos y le devolvieron la sonrisa a su vez. Aún sin comprender realmente lo que había ocurrido, pero sabiendo de la forma en la que Luna solía saber las cosas, que era algo importante y significativo, y que aquello era solo el comienzo.

Todos los demás en la sala común no podían hacer más que mirar con ojos abiertos como la historia se hacía justo frente a ellos. Los estudiantes mayores mayores que estaban presentes, tres Slytherin de séptimo año y cuatro estudiantes de Durmstrang de séptimo año se congelaron incrédulos. Sus familias eran viejas, antiguas, y sabían el verdadero significado de lo que allí había pasado. Sabían lo que era y no podían creer el haberlo presenciado. Se sentían débiles. Solo podían esperar que el mundo estuviera preparado para lo que fuera que estuviera por venir.

—Todo salió mejor de lo esperado —comentó Theo, descansando de los sillones repartidos alrededor de su sala de entrenamiento.

—Sí, parece que solo los más obstinados creen que yo entré al torneo, ¿han dicho algo de los de Hufflepuff? —preguntó, mirando a Cedric, quién estaba apoyado en Adrian leyendo un libro.

—Sí. Les dije que no fuiste tú quien colocó su nombre. Que encontrabas aburrido todo lo del torneo y que no te molesta o quieres la fama que el torneo pudiera darte . Ellos se quejaron un poco, pero luego les pedí que pensaran en los años que has estado en Hogwarts y les pregunté si alguna vez habías hecho algo que les hiciera creer que realmente harías trampa. Después de aquello... bueno, dejaron de quejarse con bastante rapidez.

—Chang atajó la interferencia en Ravenclaw —agregó Fleur—. Para cuando llegué a la sala común ella estaba ya gritándole a un niño que te había llamado tramposo. Después de una larga conferencia realmente nadie más creyó que hubieras hecho trampa.

—Nosotros interferimos en Gryffindor. Les dijimos que ni siquiera las pociones de envejecimiento te habrían permitido pasar la línea de edad, por lo que obviamente tenía que ser alguien mayor para poner tu nombre dentro. También les dijimos que no creímos que le hubieras pedido hacer eso a nadie porque no parecías del tipo —añadió Fred.

—No pudimos dar un argumento mejor porque no te conocemos, ¿o sí? —George se rió un poco y sonrió a los demás.

—Nuestro querido hermano estaba verde de envidia —murmuró Fred—. Es uno de los más obstinados.

—Eso realmente no me sorprende —comentó Graham con una pequeña sonrisa.

—Hablando sobre las pociones de envejecimiento, ¿están listos? —preguntó Harry, mirando con curiosidad a los gemelos.

—Sí —respondieron al unísono.

—¿Para qué quieres las pociones? —preguntó Wayne, dejando el libro.

—¿Recuerdas que al comienzo de año, envié a Marcus una carta diciendo que necesitaba un poco de información? —los demás asintieron y Harry continuó— Estaba pidiéndole información sobre la traza y la forma de romperla —eso obtuvo toda su atención—. Al parecer, la traza se rompe tan pronto como tu cuerpo llega a los diecisiete años. No el día que cumples los diecisiete, sino el cuerpo.

—¿Eso significa que...? —comenzó a decir Theo, sus ojos abiertos.

—Si tomamos suficiente de la poción de envejecimiento como para llevarnos más allá de los diecisiete, entonces la traza se romperá. La traza no reconoce la diferencia entre el envejecimiento mágico o natural. Lo único que reconoce es el cuerpo de más de la edad.

—¿Y cuándo regresemos? —preguntó Draco, el deleite irradiando de todo su ser.

—No importa. Una vez que la traza se rompe tienen que volver a aplicarla manualmente y no hay manera en que sepan que la traza se ha roto —concluyó Harry con una amplia sonrisa en los labios.

Los miembros de la Corte quedaron en silencio por no más de un segundo, antes de echarse a reír.

Harry miró a los gemelos y asintió, levantándose para conseguir la poción. Los demás se calmaron, aunque había una energía casi nerviosa a su alrededor. la mayoría de ellos hacía magia durante el verano, a sus padres no les importa, siempre y cuando no fuera nada peligroso. Sin embargo, solo podían hacerlo en sus mansiones o en lugares como en la copa del Mundo del verano anterior. En cambio, con la traza ida, ellos serían libres para practicar magia donde quisieran.

Los gemelos entregaron a todos, excepto a Cedric, Fleur y Viktor, un vial de poción azulada.

—¿Cuánto nos envejecerá y por cuánto tiempo? —preguntó Harry con curiosidad.

—Ya que no nos dijiste para qué era, hicimos una de las que más envejecen. Añadirá diez años a nuestra edad actual —explicó Fred.

—Durará una hora —añadió George—. De nuevo, ya que no sabíamos lo que querías, escogimos una de las que más durara.

Harry asintió y sacó su varita. Echó unos engorgio en sus ropas, los demás hicieron lo mismo al verlo.

—Salud —dijo alegremente, bebiendo la poción.

Fue la sensación más extraña que podía imaginar. Su cuerpo se estiró y creció en cuestión de segundos, y cuando terminó, se quedó jadeando doblado en dos. Podía oír a sus amigos en las mismas condiciones.

Fue irguiéndose lentamente, sintiendo sus músculos estirarse y sus huesos crujir. Miró a su alrededor y sonrió al ver a sus amigos. Fleur, Cedric y Viktor estaban casi boquiabiertos.

Luna era una verdadera belleza. Había crecido en todas las formas correctas y si él no supiera mejor diría que tenía algo de sangre veela en ella. Podría pasar por una pariente de Fleur, aunque Luna tenía una calidad más etérea en su belleza. Probablemente proviniera de su mirada soñadora.

Draco era exactamente igual a Lucius, aunque con el pelo más corto .

Los gemelos eran más musculosos y altos que antes, aunque fuera de eso seguían siendo iguales.

Theo parecía más aristocrático. Su porte había crecido y se había vuelto bastante guapo. Según imágenes que había visto, diría que se parecía mucho a su padre.

Graham era más alto también, con su cuerpo más definido y musculoso. Sus rasgos un poco más afilados y refinados.

Adrian creció un poco también, aunque manteniendo la mirada infantil que tenía. Era bastante adorable y Harry sabía lo mucho que lo enojaba cuando alguien pensaba así de él. Aunque era algo con lo que parecía estar maldito, ya que todos los varones de su familia tenían ese aspecto de niño, incluso su abuelo, quien ya estaba entrando en sus sesenta.

Neville cambió mucho. Su cuerpo estaba ahora muy bien desarrollado, sus músculos magros que harían a cualquier niña o niño sonrojarse. Ya no lucía como la versión masculina de su madre. Sus rasgos se afilaron y tenía una sombra tardía que le daba un aspecto de chico malo.

Wayne llegó a ser casi tan alto como los gemelos. Su cabello rubio dorado ganando una leve onda casi llegando a sus hombros. Tenía lo que los muggles llamaban un look surfista, aunque Harry estaba seguro de que podría lucir tan refinado como Draco.

Blaise era bastante guapo también. Él ganó un aspecto exótico, sus ojos color violeta y piel moka. Se parecía mucho a su madre, aunque una versión mucho más masculina. No era de extrañar que su madre hubiera podido tener tantos maridos, incluso después de todas esas misteriosos muertes.

—Oh wow —exclamó Theo soltando un jadeo lo que lo sacó de sus observaciones.

Miró a su alrededor y se dio cuenta de todos mirándole.

—¿Hay algo mal?

—Nada —respondió Fred.

—Es solo que... bueno, siempre supimos que eras hermoso... Ahora sin embargo...

—¿Qué? ¿Crecí feo? —aquel pensamiento no le gustó en absoluto. Estaba acostumbrado a ser bello, sabía cómo usarlo, lo disfrutaba. La idea de que de alguna manera hubiera crecido feo le era difícil de aceptar.

—Eres...

—Creo que la palabra que Blaise está buscando es pecador —añadió Fleur amablemente.

Harry tomó su varita y conjuró un espejo. Buen... no era de extrañar que lo hubieran estado mirando.

Él había crecido un poco. Él era el más pequeño de los niños, aunque no por mucho, solo una o dos pulgadas más pequeño que Adrian. Si tuviera que adivinar diría que estaba en alrededor de 1,70cm, no era el más alto de todos, pero tampoco el más pequeño. A pesar de que no le sorprendió el no ser tan alto como los otros ya que por lo que Sirius le había dicho, su madre había sido bastante pequeña, que fue una de las razones por las cuales creía no haber crecido tanto como los otros. Su pelo se apoyaba pesadamente sobre sus hombros, tan sedoso como siempre y ligeramente ondulado. Su piel era de un hermoso color melocotón que hacía que labios rojo sangre sobresalieran. Sus ojos eran del mismo verde Avada Kedavra que siempre habían sido. Pensaba tenía el mismo aspecto, la mayor diferencia en todo caso era el haber perdido cualquier rastro infantil que tuviera anteriormente.

—Me veo básicamente igual —le dijo a los gemelos, quienes resoplaron.

—Harry, actualmente más de la mitad de la escuela quiere saltarte encima, si te vieran ahora... —murmuró George.

—Como si fuera a tener cualquier cosa con cualquiera de ellos —dijo, un poco de desdén filtrándose en su tono, a lo que Theo negó con la cabeza.

—No creo que alguna vez encuentres a alguien tolerable.

—No soy tan malo —no importaba cuán mal le miraran en aquel momento para indicar lo contrario—. Me gustan todos ustedes, ¿o no?

Fue recompensado con sonrisas de todos ellos.

—Te queremos también —respondió Blaise, riendo cuando Harry les miró.

—Sí, sí. Comiencen a entrenar —les dijo Harry. Encontrándose incapaz de enmascarar completamente la sonrisa que había aparecido en sus labios.

Ellos se rieron y extendieron por toda la habitación, la mayor parte de ellos con una ligera dificultad con el equilibrio. A pesar de rápidamente conseguir el ritmo con su peso y altura, comenzando entonces con su formación. Harry tomó un libro y comenzó a leer, la sonrisa aún sobre su rostro.

¿Quién hubiera pensado que llegaría a estar tan unido a la gente? Solía despreciar las interacciones humanas. Las había visto como una pérdida de tiempo y una pérdida de esfuerzo para la mayoría de ellas. Pero estas personas... de alguna manera habías conseguido llegar a él. A pesar de saber que era mejor que ellos, aún así gozaba de su presencia y sabía que si alguien les dañara estaría más que enojado. Eran suyos, sus Ouroboros. Él siempre se haría cargo de lo suyo.

—Harry —le llamó Fleur, mirándola la notó con un trozo de pergamino en la mano— ¿podrías decirme qué hacer con esto ahora?

—¿Es el pergamino del maniquí negro? —preguntó levantándose.

Ella asintió, entregándoselo.

—¿Porqué hay algunos hechizos escritos en rojo, otros en amarillos y unos pocos en verde?

—Es lo que hacen los maniquíes negros. Registran todos los hechizos que le lancen y el color representa de cómo fue cada uno. Con verde, el hechizo fue perfectamente lanzado. Con amarillo, significa que los hechizos lanzados fueron de poca potencia, y con rojo significa que fue con demasiada potencia —explicó Harry. Los muñecos azules te ayudarán a dominar el hechizo. Ellos se pondrán ya sea de color verde, amarillo o rojo, dependiendo en tal caso de cómo haya ido su hechizo.

—¿Cuál es la diferencia? —preguntó Fleur, siguiéndole hacia los muñecos azules.

—Bueno, si el poder de un hechizo es demasiado bajo no será muy eficaz. Si tiene exceso de ella podría estallar en tu cara o causar más daño del que creía haría. Sin embargo, si dominas el hechizo podrás regular la cantidad de energía que deseas tenga dicho hechizo. Incendio por ejemplo, si lo dominas serás capaz de darle suficiente energía como para encender una vela o hacer que sea lo suficientemente potente como para fundir una piedra. Será solo cuestión de control y voluntad. Aunque deberás dominarlo primero, ¿entendido? —Fleur asintió y Harry continuó—. Te aconsejaría comenzar con el primero de la lista y la forma en que lo trabajas,incluso si son de color de color verde. Deberías de lanzar el hechizo hasta que el maniquí se ponga verde. Cuando se ponga en verde diez veces seguidas, entonces tira el hechizo pero con poca potencia hasta manejarlo diez veces seguidas también y así luego intenta intercalar las intensidades. Después de eso podrás regularlo y pasar a otro hechizo.

—¿Todos lo han hecho? —preguntó curiosa.

—Aún lo hacemos —respondió.

Ella asintió y se llevó de nuevo su lista. Ella tenía un brillo determinado en sus ojos y Harry sonrió, tenía mucho trabajo por delante con ella, y solo la determinación le ayudaría a lograrlo.

Harry hablaba desde la experiencia. Incluso los miembros más grandes de la Corte seguían dominando sus hechizos. Era un trabajo duro y aparentemente interminable, ya que estaban constantemente aprendiendo hechizos nuevos. Aunque al final valía la pena. Le dio a los gemelos la habilidades necesarias para enviar un accio a las uñas y lengua de su hermano. Y tuvieron que saber exactamente cuán potente debía ser dicho hechizo para lograrlo. estaba bastante orgulloso de todos ellos de que estuvieran mejorando tan rápidamente. Él sabía que no había ningún estudiante en la escuela que los venciera.

A la mañana siguiente las cosas se habían calmado un poco. Los estudiantes se habían dado cuenta de que Harry no se comportaba de manera diferente a la que siempre había sido y regresaron a sus miradas fijas y murmullos habituales. Granger y Weasley lo miraron en cada oportunidad que tenían, pero se había vuelto muy bueno en hacer caso omiso de ellos. Al lado Fleur había encontrado un nuevo pasatiempo, cada vez que el pelirrojo llegara cerca de ellos y habría su boca ella soltaría su allure. El pobre chico se convertiría entonces en un desastroso tartamudeo andante. Incluso habían conseguido que se le cayera la baba en más de una ocasión. Fue un gran entretenimiento para todos ellos y sabía que Graham estaba además intentando convencer a Fleur de que le hiciera a Weasley hacer algo mientras estaba bajo su encanto. Ella siempre le decía que no, aunque por lo que Harry podía ver, ella estaba a punto de rendirse a ello. Tendría que esperar y ver, sería más divertido ver al idiota sin sentido aún con menos sentido incluso. A pesar de que no creía posible tal cosa.

Granger, por otro lado miraría enojada y murmullaría en voz baja sobre tramposos y mocosos arrogantes que pensaban eran mejores que ella. Era divertido. Incluso su su Corte pensaba diferente. Tuvo que evitar que Theo la maldijera más que unas cuántas veces. Neville, por otra parte, parecía muy satisfecho de sí mismo, y cuando le preguntó el porqué, reveló que había tirado a Granger una maldición pesadilla. era suave, pero lo suficientemente fuerte como para impedirle un sueño tranquilo.

Suspiró al sentarse a desayunar. No podía creer que todo eso hubiera ocurrido en tan solo dos días. Era mejor calmarse, de lo contrario estaba seguro de que aquel año sería mucho más estresante de lo que había anticipado.

Una fuerte graznido llamó su atención cuando el correo matutino llegó y levantó la vista, detectando a Caronte entre los búhos del correo.

Sonrió cuando vio a Snape fruncir el ceño. Sabía que Snape odiaba tuviera aquel cuervo con él, pero él le había pedido a McGonagall si podía tenerlo y ella lo había permitido. Dado que ella era la subdirectora, no había nada que Snape pudiera hacer al respecto.

Caronte obtuvo una gran cantidad de atención, él aún no había estado nunca en el Gran Salón, por lo que solo la Corte le había visto. Algunos de los primeros años parecían bastante más aterrados del cuervo de lo normal, sin embargo, la mirada que llamó su atención fue la de Moody. Moody parecía prestar más atención a Caronte que nadie allí. A pesar de que no podía identificar el porqué al respecto. Se hacía bastante difícil de leer al hombre cuando la mayor parte de su rostro era un desastre lleno de cicatrices, y ese ojo mágico no lo hacía más fácil.

—Hey, Caronte —dijo acariciando sus plumas cuando aterrizó junto a él, poniendo a Moody fuera de su mente—. Te ha tomado un poco más de lo esperado, ¿todo bien? —Caronte graznó de nuevo y mordió su dedo. Alzó la pierna mostrándole su carta y paquete unidos—. De acuerdo, lo quitaré —era bastante curioso sobre el paquete— ¿Quieres salir a cazar o te gustaría tomar algo aquí y luego descansar?

Caronte graznó, extendió sus alas y emprendió vuelo. Harry rió y abrió su carta, ignorando las miradas que recibía.

.

''Mi querido Harry,

Parece que no será el bonito y calmo año escolar que esperabas. Aunque debo decir que las amenazas hechas hacia quienes te hayan metido en dicho torneo fueron bastante interesantes. Creo que nunca miraré una cuchara de la misma manera de nuevo.

Nunca presumiría de pensar que el torneo te asustaría. De lo que sé sobre ti le temes a muy poco.

Aunque entiendo toda tu inquietud acerca del asunto. No se trata de participar en sí sino del hecho de que alguien te metiera en ello. Tal y como has dicho bien podría haber sido una broma que salió mal, sin embargo,ambos sabemos que Dumbledore es un poderoso mago y debería de haber sido alguien más que capaz de romper o eludir su línea de edad requerida. Dudo que alguien hiciera algo así por mera travesura. Eso no significa, sin embargo, que quien hizo esto quiera hacer daño alguno. Sin saber exactamente quién lo hizo deja solo un sinfin de posibilidades y no se puede más que especular sobre ello.

Mi consejo sería que lo hagas lo mejor que puedas en el torneo y lo pases por alto, al menos de momento, la forma en que te metieron en él.

En cuanto a Karkaroff, sí, lo conozco. Dudo que nadie le eche de menos. De lo que recuerdo, él no tenía amigo alguno tras traicionar a los mortífagos y familia. Ha estado viviendo de tiempo prestado desde aquel día. Me sorprende que nadie le haya matado aún. Aunque supongo que la gente ha estado manteniendo un perfil bajo desde que el Señor Oscuro desapareció, ¿porqué lo preguntas?

Aún estoy en Inglaterra, aunque he terminado los negocios con Lucius. Creo que me quedaré un tiempo, ¿quieres que vaya a verte en las pruebas? Prefiero disfrutar de ello, aún más porque me daría entonces la oportunidad de verte de nuevo.

Puedo entender tu aburrimiento, me sentí igual en las clases. Es por eso que siempre he tenido pequeños proyectos en marcha. Inventé un montón de hechizos mientras fui estudiante. Lamentablemente, después de terminar la escuela no tuve tanto tiempo como solía para dedicarme a la escritura de la elaboración. Sigue siendo una de las ramas que más me fascina. Apenas pude creerlo cuando el Ministerio lo aprobó. Es como si quisieran que nuestra sociedad se estancara. Puedo despreciar a los muggles, pero al menos, ellos tratan de evolucionar.

Aunque estoy de acuerdo en que su evolución será su propia destrucción. Evolucionan tecnológicamente, mientras que sus creencias siguen igual. Ellos nunca superaron sus prejuicios o miedo a lo desconocido, por lo que la mayor parte de sus creaciones están orientadas a la guerra. Aún me resulta difícil de creer que hayan creado algo como la bomba atómica. La cuál, efectivamente, utilizaron... bueno, eso solo dice mucho acerca de ellos ¿no es así? Crean tanto, siempre mejorando lo que tienen sin dar tiempo al planeta para recuperarse. Me recuerdan a un enjambre de langostas. Devoran todo a su paso, sin tener en cuenta en cómo afectará aquello al resto del mundo.

Estamos estancados y ellos no, pero de cualquier forma ambos nos dirigimos a nuestra propia destrucción.

No me podría importar menos sobre los muggles, pero voy a hacer todo lo que pueda para salvar a nuestra propia especie.

No sé cómo, pero siempre termino hablando de algo realmente profundo y significativo. No es de extrañar que a veces se me olvide lo joven que eres realmente. Tu edad es algo que me ha dado varios dolores de cabeza ¿lo sabes? No soy un buen hombre, nunca lo he sido y nunca lo seré. He hecho cosas horribles y no lamento nada de eso. Sin embargo, nunca he tocado un niño, nunca me he sentido inclinado a ello. Pero tú... tú haces que quiera hacer cosas que me hubieran mandado al infierno si ya no tuviera un lugar en él.

¿Cómo terminamos aquí de todos modos?... Oh, sí, estuvimos hablando de la escritura de la elaboración. Tengo que enviarte un libro sobre el tema. Me pareció bastante interesante. Quizás te ayude con tu aburrimiento, sin ayudó con el mío. Aunque tengo que pedirte que tengas cuidado. La creación de hechizos es bastante peligrosa y no quiero que te pase nada.

Espero que lo disfrutes, mi pequeña serpiente.

Tuyo,

TN''

.

Cuando terminó la carta de Tom, agarró el libro que le hubo enviado y lo metió a su bolsillo sin necesidad de abrirlo. Él bien sabía que los libros de creación de hechizos estaban prohibidos. Aunque estaba seguro de que Tom había hecho lo posible para que otros no pudieran ver de que iba el libro, pero no había necesidad para ser descuidado.

—Es importante —comentó Luna con indiferencia.

—¿Lo es? —preguntó, doblando nuevamente su carta y poniéndola también en el bolsillo.

—Sí, sus decisiones nos afectarán tanto como las tuyas —ahora eso llamó la atención de todos los Ouroboros cercanos.

—¿Por qué? —preguntó Draco, entrecerrando sus ojos.

—No lo sé. Pero sí sé que él es poderoso y peligroso. No deja que nada se interponga en su camino. Él siempre consigue lo que quiere y lo que él quiere es a nuestro Rey.

Hubo un fuerte crujido en todo el salón, por lo que algunos estudiantes dejaron escapar gritos asustados, mientras que otros a su alrededor intentaban averiguar qué había sucedido. Fred, George y Neville miraban a la Corte sentada en la mesa de Slytherin. Habían reconocido la magia que había arremetido a través del Gran Salón.

—Contrólense —dijo Harry bruscamente, cuando vio a Snape viéndoles. Los profesores no tenían idea de lo que había pasado, pero Harry sabía que Snape usaría todas y cada una de las oportunidades que tuviera para hacerles algo, a él aún más. Sin embargo, ellos no necesitaban llamar la atención sobre sí mismos aún más.

—Lo siento —respondieron, intentando reinar sobre su magia, la cual fluía aún violentamente a su alrededor.

—¿Qué es lo que les pasa? —murmuró Harry, un poco desconcertado.

—¿No has oído lo que Luna dijo? —Theo preguntó entre dientes.

—¿Sí, lo hice, ¿Y?

—¡Él te quiere! —se quebró Theo.

—Lo sé, Theo —dijo Harry, intentando controlar su temperamento—¿Cuál es el problema con eso? Me gusta bastante también. Me gusta jugar con él.

—Yo... solo me preocupa —respondió Theo, bajando sus ojos, un pequeño rubor tiñendo sus mejillas.

La expresión de Harry se suavizó un poco, les preocupaba tanto.

—Lo sé, Theo. Pero puedo cuidarme a mí mismo. Además me gusta, hablar con Tom me hace muy feliz. Y jugar con él es estimulante —sonrió suavemente—. Iré a guardar lo que me envió, más vale prevenir que curar.

—No está destinado a ser —declaró Luna tan pronto como Harry se hubo ido.

—¿Qué? —preguntó Theo cuando la vio mirándole.

—Tú y él.

Los otros le miraron e hicieron casi una mueca de dolor. Esperaban ver la ira en sus ojos y se sorprendieron cuando solo encontraron comprensión.

—Yo... —realmente no sabía qué decir, ¿qué podría decirles?

—Lo lamento. Pero sé que no te quedarás con él —le dijo Luna, y sonaba como si lo lamentara—. Ninguno de nosotros —susurró—. Podría seducir a cualquiera de nosotros y todos estaríamos dispuestos a ser su amante, pero no se quedaría con ninguno de nosotros. Solo no está destinado a ser.

—¿Saben qué? —preguntó Adrian, y había un poco de nostalgia en su voz. Theo le miró sorprendido y Adrian le dio una pequeña sonrisa triste—. Es bastante fácil enamorarse de él —dijo Adrian—. Hacemos nuestro mejor esfuerzo por ignorarlo. Creo que ya sabía que nunca estaríamos juntos, y sé que voy a enamorarme de otra persona y seguiré adelante. Aunque creo también que una parte de mí siempre estará enamorada de él.

—Eso es normal —les informó Luna—. Somos completamente suyos. Le pertenecemos, nuestros cuerpos, mentes y almas. Es porque somos sus primeros. La conexión con un Señor es siempre más fuerte con sus primeros seguidores. Los que vengan tras nosotros jamás compartirán este vínculo con él. Y no, él no lo sabe.

—¿Hay alguna diferencia? ¿Saberlo o no? —preguntó Graham.

—En cierto modo. Aunque ninguno de ustedes tendrá el corazón roto cuando se dé cuenta de ello.

—¿Corazón roto? —Fleur le miró con curiosidad.

—Todos sabemos la verdad ahora. Incluso si Harry viene a nosotros, sabemos que no durará. No será difícil dejarlo ir entonces.

—¿Cómo sabes que vamos a dejar que se vaya? —le preguntó Wayne.

—Debido a que sus necesidades son más importantes que las nuestras propias.

Se quedaron en silencio por un momento, luego Blaise se echó a reír.

—Es ridículo, ¿saben? —dijo tras controlar su risa—. Si termina con uno de nosotros, aunque tan solo fuese para tener un buen rato, no creo que me importe. Pero de solo pensar en él con Natch hace que quiera matarlo —y ninguno dudaba de cuán serio era al respecto.

—No creo que a Harry le gustase eso —dijo Viktor, aunque sonaba un poco abatido sobre tal hecho.

—Lo cuál es la razón por la que no le hicimos nada en la Copa del Mundo —murmuró Draco.

—Como ya he dicho, sus deseos son más importantes que los nuestros.

—¿Siempre es así? —les preguntó Cedric— ¿Con todos los Señores?

—Depende —respondió Luna, mientras que los demás le miraban curiosos, queriendo saber también. A pesar de que aceptaban lo que sentían y de alguna manera sabían que tomarían también sus propias decisiones, querían saber si había algo fuera de su control, si había alguna magia superior dictando el camino—. Por ejemplo, Grindelwald llegó al poder siendo ya mayor, conoció a sus primeros seguidores cuando fue mayor. Es cierto que él se propuso ser un Señor Oscuro estando en la escuela, pero solo lo consiguió luego y conoció a sus seguidores en ese tiempo. Su conexión era fuerte pero diferente. No eran tan protectores para con él, ni tan cómodos, no tan cercanos emocionalmente. Sobre todo porque se encontraban en diferentes etapas de sus vidas. Y eran menos cercanos uno con el otro. Voldemort comenzó siendo menor que Grindelwald, aunque eso es todo cuánto sé de cómo empezó. Pero sé que no fue tan cercano de sus primeros seguidores. De la poca información a la que he obtenido, llegué a la conclusión de que él era mucho más frío con ellos de lo que Harry es con nosotros. Somos como somos, porque Harry es cómo es. Él nos rata con amabilidad, ríe y sonríe. Nos hace felices, se preocupa por nosotros, nos protege. Nuestro vínculo es tan fuerte como lo es porque él se dio a sí mismo para acercarse a nosotros.

—Creo que lo entiendo —dijo Fleur entre dientes—. La unión es cómo es debido a que así lo queremos y porque él lo permite.

—Sí.

—Es curioso —comentó Theo—. Creo que la única razón por la cuál llegamos a ser tan estrechos cómo lo somos se debe a que él nunca pensó en convertirse en un Señor Oscuro.

—Es verdad —Adrian acordó—. Incluso ahora, él no está a más de un soplo de convertirse en uno, y aún cree que no lo será.

—Él lo logró sin siquiera intentarlo. Es un pensamiento aterrador, ¿cierto? —preguntó Graham.

—¿Qué tan cerca está? —Cedric preguntó, sin poder ocultar la emoción que sentía.

—Dos pequeños pasos —respondió Blaise con una sonrisa en sus labios—. Casi no puedo esperar.

—¿Crees que sabe? —les preguntó Viktor.

—No. No ha encontrado la información aún —respondió Luna—. Y acordamos no decirle.

—¿Por qué? —preguntó Wayne, que no había sabido eso. Era información que se pasaba entre varias de las familias oscuras, mientras que otros tenían libros donde estaba escrito al respecto. Siendo él un mago de primera generación no tenía acceso a nada de eso hasta hace poco, y no había encontrado nada al respecto tampoco. La información que él tenía le fue dada por sus compañeros Ouroboros.

—Si ese es el camino correcto para nosotros él va a encontrarlo de alguna forma. No es nuestro lugar el conducirlo en tal dirección. Es su elección y solo suya —dijo Luna, y él asintió. Tenía sentido, ellos le seguían a él, no al revés.

—No podemos hacer más que esperar —dijo Cedric entre dientes, y los demás asintieron.

No podían hacer nada más que esperar y desear tener a su Señor pronto.

Harry estaba contando los minutos hasta el final de la clase de pociones. No lo había creído posible, pero Snape se había vuelto aún más insoportable desde que su nombre salió de la copa hacía ya unos días. ¿Realmente podía hacer que sea más claro que Harry no le gustaba? Si las miradas no fueran suficiente, el quitarle veinte puntos por respirar puso a todos al tanto.

Un golpe en la puerta interrumpió su mirada a Snape.

—Adelante —gruñó Snape, quitando sus ojos de Harry.

Harry miró hacia la puerta y vio a un pequeño Griffindor allí parado. Lucía un poco pálido, Harry sospechaba que era por haber interrumpido la clase de Snape. Era bien sabido por todo Hogwarts que lo único que Snape odiaba tanto como a Harry era a Griffindor.

—Lo siento, profesor Snape, señor —tartamudeó el pequeño Griffindor mirando al suelo.

—¿Qué es Crevvey? —ladró Snape, viéndose listo para asesinar al pequeño león.

—El señor Bagman me dijo que lleve a Harry Potter para la ceremonia de revisión de varitas.

Harry casi gimió, había olvidado que como campeón debía de participar de esas cosas . Aunque si aquello le permitía salir de la presencia de Snape él no iba a quejarse.

—Ya veo —dijo Snape rotundamente—. Por desgracia Potter tiene clases. Él irá cuando la clase termine.

—P-pe-pero, el señor Bagman dijo que lo llevara ahora, los otros campeones ya están allí —dijo Crevvey a Snape, demostrando porqué él era un león.

Snape lo miró y Harry sonrió, recogió sus cosas y comenzó a empacar.

—¿A dónde crees que va? —gruñó Snape, luciendo como si no quisiera nada más que maldecirlo.

—Bueno, creo que es bastante obvio, ¿cierto? —preguntó Harry, una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios.

Snape abrió la boca, luego sus ojos se posaron a cada de él y los cerró de nuevo. Harry sabía porqué. Podía sentir la magia de Theo, Draco y Blaise subiendo por lo alto. Él no tenía que verlos que eran muy evidentes. Vio el dolor aparecer brevemente en los ojos de Snape al mirar a Draco a los ojos.

—Vete —gruñó, y Harry casi se rió. En realidad, Snape hacía que atormentarlo fuera demasiado fácil. Tal vez hiciera que fuese Draco quién lo matase, sería divertido ver la desesperación y traición en esos ojos oscuros.

Tan pronto como la puerta se cerró, Harry rió, y vio la mirada del pequeño león sobre él como si estuviese loco.

—Entonces, ¿a dónde vamos? —él hizo todo lo posible para sonar lo más amigable posible.

Al parecer tuvo éxito, dado que el más joven se relajó y sonrió.

—Están todos reunidos en el salón de arriba. Los demás ya están allí también, aparentemente fueron informados por su jefe de casa, en el caso de Cedric, y por sus directores en el caso de los estudiantes extranjeros.

—Ah, no me extraña que no me haya enterado entonces —Harry murmuró.

Ambos hicieron el resto de la caminata en silencio, lo que estuvo bien para Harry, la verdad era que no se sentía del todo inclinado a tener conversaciones sin sentido.

—Es aquí —dijo Crevvey, señalando la puerta—. Yo... yo te creo. Que no fuiste tú quién se metió al torneo.

Harry sonrió y vio un pequeño rubor aparecer en las mejillas del chico.

—Gracias —Harry le dijo con gusto, su sonrisa solo un poco más cálida. El muchacho se sonrojó aún más y casi huyó de él. Harry rió oscuramente. El niño era adorablemente inocente. Él realmente quería destruir eso.

Se abrió la puerta y vio que era más bien un pequeño salón de clases. La mayoría de las mesas habían sido empujados contra las paredes. Aunque había unos pocos en el centro de la clase, donde la mayoría de las personas se hallaban reunidas.

Vio a Cedric, Viktor y Fleur de inmediato. Ellos estaban sentados un poco apartados de los demás, aunque era obvio que Karkaroff y Maxime estaban intentando acercarse a sus campeones. Dumbledore ni siquiera intentó acercarse a Cedric, él había visto la mirada que los tres campeones le enviaban a sus profesores y era más que obvio que no querían tenerlos presentes. Parecía que Dumbledore lo aceptaba, mientras que los otros eran obstinadamente persistentes.

De pronto, Bagman vio a Harry y se levantó rápidamente, saltando hacia delante.

—Ah, ¡Ahí está! ¡El cuarto campeón! Ven Harry, ven aquí, no hay nada de qué preocuparse, es solamente la ceremonia para comprobar la varita. Tenemos que comprobar que sus varitas sean completamente funcionales, sin problemas, ya sabes, ellas son su herramienta más importante en las tareas que están por venir —dijo Bagman—. El experto llegará en un momento. Entonces habrá una pequeña sesión de fotos. Se trata de Rita Skeeter —agregó, haciendo un gesto hacia la bruja de túnica color magenta—. Ella estará haciendo una pequeña pieza del torneo para MAGIA HOY, a su lado está Juliette Summers —agregó, esta vez haciendo un gesto hacia la bruja de traje amarillo—. Ella es reportera de El profeta.

—En realidad —le interrumpió Rita—. Si el señor Potter lo permite, me gustaría hacer un artículo sobre el campeón más joven.

—De acuerdo. Aunque tendré a Cedric, Fleur y Viktor haciendo la entrevista conmigo. Todos somos amigos cercanos. No se sentiría bien dejarlos fuera.

—¿Después de la ceremonia?

—¿Y El Profeta? —interrumpió Summers.

—¿Qué con él? —preguntó Harry, su voz un poco más fría.

—Me gustaría entrevistarle también. Decirle a la gente cómo ha entrado al torneo, porqué lo hiciste. Que digas tu historia.

—Ya veo —su voz era áspera, fría.

De repente había otras tres personas tras él y vio a Summers dar un paso atrás.

—Harry no entró al torneo —declaró Cedric, su voz tan fría como el hielo—. Si El Profeta dice lo contrario lo demandaré por difamación hacia un mago menor de edad, ¿he sido claro?

—Tengo derecho a escribir sobre el torneo —afirmó Summers, aunque no lucía tan segura ya.

—Sí, sobre el torneo —esta vez fue Harry quién habló—. No de mí o mi vida. Es posible mencionar que soy el cuarto campeón. Puede decir que no sabe cómo mi nombre ha llegado a la copa. Incluso puede decir que soy un Slytherin y el campeón más joven. Cuando las tareas lleguen, puede informar sobre cómo me ha ido en ellas, sin embargo, todo lo demás, o cualquier especulación sobre mí, mi vida personal, se quedará fuera del papel, ¿soy claro? —su voz hubiera congelado la lava, aunque fue más bien la mirada en sus ojos lo que hicieron a Summers inclinar su cabeza. Hubo algo en ellos que hizo que un escalofrío le recorriera la columna vertebral—. Bien. Rita, haremos la entrevista después de la ceremonia.

Rita asintió. Ella estaba un poco más pálida. Recordó su primer encuentro como si hubiera sido ayer. Había sido aterrador entonces, ahora era francamente terrorífico. Algo le decía que aceptar su oferta había sido la mejor decisión de su vida. Cualquier cosa que mantuviera a esos ojos dirigidos hacia otra persona era una buena opción.

Harry se unió a los campeones, sentado en un sillón con los demás a su alrededor.

Dumbledore no podía dejar de suspirar al verlos. Sabía que no importaba quién ganara el torneo, Ouroboros ganaría. Harry había jugado bien. El joven Cedric, el señor Krum y la deliciosa señorita Delacour eran parte de la Corte de Harry. Todos ellos eran Ouroboros. No importa lo que pensara el resto del mundo, la victoria sería de Harry de cualquier forma.

Tenía que admitir que no lo había visto venir. Incluso si fue Harry quien lo sugirió, no había pensado en las consecuencias al aceptar. Ahora sin embargo, ahora podía verlas. entendía el significado de haberlo permitido. Sin embargo, a pesar de ver el peligro no se atrevió a pensar que Harry hubiera elegido el mismo camino que Tom. Eran similares, no podía negarse, sin embargo, para esta misma edad de Harry, Tom había sido frío y cerrado. Incluso con su Corte. Había encontrado poco interés en las relaciones humanas. Toleraba a su Corte, pero eso era todo. Harry en cambio, tenía verdaderas amistades en su Corte. Incluso los miembros de su Corte eran diferentes. Es cierto, Nott, Malfoy, Montague y Pucey habían sido nombres de la Corte de Tom también. Sin embargo Diggory era de una reconocida familia de luz, Hopkins era un nacido de muggles, Lovegood una chica excéntrica y Delacour una cuarta parte veela. Ninguno de ellos eran personas que Tom hubiera añadido a su Corte. Y a pesar de que las Cortes eran raras, no todas ellas habían terminado siendo parte de Señores Oscuros. La mayoría pasaron a ser solo políticos influyentes u hombres de negocios.

Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. La puerta se abrió y apareció Minerva junto a Ollivander.

—Gracias Minerva —dij levantándose de su asiento. Minerva asintió y se fue, ella todavía tenía una clase para enseñar. A pesar de que vio la minúscula sonrisa que apareció en sus labios al ver allí a Harry. Él era, con mucho, uno de sus alumnos favoritos. No le sorprendió realmente, era difícil no dejarse seducir por Harry.

—Ah, viejo amigo, me alegra hayas podido venir —sonrió e hizo un gesto hacia el asiento que ya había organizado para él— ¿Puedo presentarles al señor Ollivander? —dijo, tomando su lugar en la mesa de jueces, frente a los campeones—. Él es quien va a comprobar sus varitas para asegurarse de que estén en buenas condiciones para el torneo.

Harry casi gimió, no quería que todo el mundo supiese acerca de las similitudes entre su varita y la de Voldemort. No es que se avergonzara de ello, ni mucho menos en realidad. Sin embargo, él sabía que iba a llamar demasiado la atención.

—Señorita Delacour, ¿podría ir primero, por favor? —dijo Ollivander, tomando el asiento que le habían dispuesto en el centro de la habitación.

Fleur fue a Ollivander y le entregó su varita.

—Hmm... —dijo. Él hizo girar la varita entre sus dedos largos como un bastón y esta emitió una serie de chispas rosa y oro. Luego se la llevó a los ojos y la estudió cuidadosamente—. Sí —dijo en voz baja—. Veintidós centímetros... inflexible de palo de rosa... y contiene... buen Merlín...

—Un cabello de la cabeza de un veela —dijo Fleur—. Uno de mi bisabuela.

—Sí —dijo Ollivander—. Sí, nunca he utilizado pelo de veela por mí mismo, por supuesto. Me parece que hace a las varitas temperamentales... aunque a cada uno lo suyo, y si esto le conviene...

Harry tuvo que contener una sonrisa. Temperamental era una palabra que describía a Fleur bastante bien. Ella lo enmascaraba bien con sus buenos modales y máscara de hielo, pero cuando se encontraba entre quienes confiaba, ella era tan ardiente como la criatura en la que podía convertirse.

Ollivander pasó sus dedos a lo largo de la varita, aparentemente comprobando por arañazos o golpes, antes de murmurar; 'Orchideous!' que hizo salir un ramo de flores de la punta de la varita.

—Muy bien, muy bien, está funcionando bien —dijo Ollivander, recogiendo las flores y entregándole a Fleur su varita.

—Sigue usted señor Diggory.

Fleur se deslizó nuevamente a su asiento, sonriendo a Cedric al pasar junto a ella.

—Ah, ahora, ésta es una de las mías, ¿cierto? —dijo Ollivander, con mucho más entusiasmo, cuando Cedric le entregó la suya—. Sí recuerdo bien, esta contiene tan solo un pelo de la cola de un unicornio macho... debería de haber sido de diecisiete. Casi me conreó con su cuerno después de que arranqué éste de su cola. Treinta centímetros y medio... fresno... gratamente flexible. Está en buenas condiciones... ¿la cuida con regularidad?

—Sí —respondió Cedric con una pequeña sonrisa—. Las varitas son tan importantes como nuestros propios brazos para un mago, ¿cierto?

Ollivander asintió, satisfecho con la respuesta de Cedric.

Harry bajó la mirada hacia su propia varita A pesar de que podía hacer magia sin varita y disfrutaba jugando con eso, también lo hacía con su varita. Nunca podría negar que su varita era muy importante para él. De solo pensar en perderla, romper esa constante conexión que sentía le era casi físicamente doloroso.

Ollivander envió una corriente de plateados anillos de humo desde la varita de Cedric a través de la habitación, dándose por satisfecho, luego dijo;

—Señor Krum, por favor.

Viktor se levantó y fue hacia Ollivander. Tenía un paso casi militar en él ya lo que Harry sonrió. Le gustaba ese lado de Viktor. El soldado. Sacó su varita y se quedó con el ceño fruncido y las manos a la espalda. Incluso su postura era algo militar.

Harry no pudo evitar el imaginarse a todos sus Ouroboros de pie frente a él en la misma postura. Podía incluso verlos, si cerraba los ojos. De pie, altos y orgullosos en un uniforme negro y plateado, el Ouroboros orgullosamente exhibido en su espalda. Podía sentir la ráfaga mágica corriendo por sus venas de solo pensar en ello.

—Hmm —:dijo Ollivander, sacándolo de sus pensamientos, calmando su magia instantáneamente—. Esta es una creación de Gregorovitch, a menos que me equivoque. Buen fabricante de varitas, aunque su estilo nunca es lo que yo... sin embargo...

Él levantó la varita y la examinó cuidadosamente, girándola una y otra vez ante sus ojos.

—Sí... ¿carpe y corazón de dragón? —preguntó a Viktor, quién asintió con la cabeza—. Más grueso de lo que uno suele ver... bastante rígida... treinta y dos centímetros... Avis!

La varita dio un explosión y un sin número de pequeños pájaros gorjeantes salieron volando del extremo y hacia la ventana abierta a la acuosa luz de sol.

—Bien —dijo Ollivander, devolviéndole su varita a Viktor—. Lo que nos deja... Señor Potter.

Harry se puso de pie y pasó junto a Viktor hacia Ollivander. Entregándole entonces su varita.

—Ahh, sí —dijo éste, sus pálidos ojos brillando repentinamente—. Sí, sí, sí, lo recuerdo bien.

Harry también podía. Podía recordarlo como si hubiese pasado ayer.

¿Cómo podría olvidarlo? Siempre supo que él era especial, pero ese fue el día en que lo confirmó. No solo había aprendido que él era un mago, sino que además su varita probaba que él tenía de hecho alguna conexión con Voldemort. Eso casi significaba más para él que él hecho de conocer que era un mago. Casi.

—Te ha servido bien —dijo Ollivander, más que preguntó.

—Lo hizo —respondió Harry sin embargo.

—Ya veo... esperaba... bueno, el deseo de un viejo no significa nada realmente —murmuró, a lo que Harry entrecerró los ojos. No le gustaba lo que Ollivander estaba diciendo, no le gustaba para nada .

Ollivander pasó mucho más tiempo examinando la varita de Harry que la de cualquier otro. Finalmente sin embargo, él hizo un floreo y disparó de ella, antes de devolvérsela a Harry diciendo que ésta aún estaba en perfecto estado.

—Gracias a todos —dijo Dumbledore, poniéndose de pie desde la mesa de jueces—. Todos pueden volver a sus lecciones ahora, o quizás sea más rápido solo ir a cenar ya que éstas están a punto de terminar.

—Un momento director Dumbledore —intervino Ria—. Pedí una pequeña entrevista y se acordó que los campeones responderían a mis preguntas tras la ceremonia, si no les importa, me gustaría comenzar ahora.

—Si todos están de acuerdo, no veo inconveniente alguno —respondió Dumbledore mirándolos a todos. Al verlos asentir, Dumbledore condujo a los demás fuera, incluyendo a una un poco protestante Summers, quién calló luego rápidamente tras ver la mirada que Harry le daba.

Tan pronto como estuvieron solos, Harry se tendió en el sillón con los otros tres sentándose a ambos lados.

—Ahora Rita, has tus preguntas —dijo Harry, con una sonrisa en sus labios.

Harry no pudo contener su risa cuando llegaron los búhos con los periódicos del día. Algunos estudiantes aún recibían el diario El Profeta y Theo le entregó uno. Era fácil ver que él no estaba contento con la historia del Profeta. Y Harry podía ver porqué. Summers fue e hizo la única cosa que le dijo no hiciera. No lo mencionó por su nombre. Pero ella siguió y siguió sobre cómo la santidad del torneo había sido comprometida porque algunas personas pensaban que estaban por sobre las reglas. Ella había jugado su mano y Harry tuvo que admirar su coraje, pero eso no lo ponía contento.

Sin embargo, cuando los estudiantes comenzaron a leer el Magia Hoy e inmediatamente descartaron El profeta, Harry sonrió. Realmente, no importaba lo que Summers dijera, ella no podía vencer la historia en el Magia Hoy, él se había asegurado de ello.

Él aceptó el diario que le tendió Draco y comenzó a leer.

Torneo de los Cuatro Magos

Mis queridos lectores, cómo se informó en ediciones anteriores de nuestros artículos, el Torneo de los tres magos tendría lugar en Hogwarts este año. Muchos anticipaban el inicio de este con gran entusiasmo. Principalmente los estudiantes de las escuelas participantes, no solo porque podrían ver el torneo más famoso de nuestro mundo, sino también porque les permitiría además interactuar con un gran número de estudiantes de diferentes orígenes.

Sin embargo, en la noche de Samhain, un cuarto nombre salió del Cáliz de Fuego. Nadie se sorprendió más por ella que la misma persona que salió.

Se me dio el privilegio de entrevistar a los cuatro campeones y ver qué piensan de este inusual evento.

Rita Skeeter: Ahora, para nuestros lectores, me gustaría que cada uno de ustedes se presentara. No demasiado, solo para que nuestros lectores les conozcan un poco.

Fleur Delacour: bueno, mi nombre es Fleur Delacour. Tengo diecisiete años, voy a Beauxbatons y mi tema favorito en encantamientos. Tengo una hermanita llamada Gabrielle y me gusta leer y aprender nuevas magias.

Viktor Krum: Soy Viktor Krum. Tengo diecisiete años y voy a Drumstrang. Juego en el equipo nacional búlgaro de Quidditch y me gusta aprender magia tanto como me gusta volar.

Cedric Diggory: Me llamo Cedric Diggory. Tengo diecisiete años, voy a Hogwarts y estoy clasificado en Hufflepuff. No tengo realmente un tema favorito, me encanta aprender magia en general.

Harry Potter: Soy Harry Potter. Tengo catorce años, voy a Hogwarts y estoy clasificado en Slytherin. Encantamientos y transfiguración son mis temas favoritos, aunque disfruto de todos los demás también.

Sí, cómo ya han de haber adivinado, el cuarto campeón es Harry Potter.

RS: Ahora, ¿cómo es que el Torneo de los Tres Magos tiene de hecho, cuatro?

CD: Realmente no lo sabemos.

VK: Sabemos que Harry no entró él mismo o le pidió a alguien más lo metiera al Torneo.

FD: Sospechamos que fue una broma que salió mal. Es normal que estas bromas aparezcan. Creemos que en este caso fue alguien que lo llevó más lejos y no sabía que Harry tendría que de hecho competir si su nombre salía del Cáliz.

RS: ¿Hay alguna prueba de que fue una broma que salió mal?

HP: No, al menos nosotros no tenemos ninguna. Si los profesores investigaron el asunto y descubrieron algo, entonces no sabemos.

RS: Entonces, ¿cómo puedes estar tan seguro?

HP: Bueno, ¿qué otra razón podría haber?

RS: Algunas personas podrían argumentar que entraste en él para ganar fama.

FD: Oh, por favor... ¿fama? Sabes quién es, ¿o no?

CD: Además, cualquiera que conozca a Harry, sabe que la verdad es que no le gusta su fama. En todos estos años, ¿le han visto hacer algo que indique que él es un mocoso busca fama?

Cómo ustedes probablemente sabrán, no ha habido nada realmente en estos años que pudiera indicar que Harry fuera tal tipo de persona. La primera y única entrevista que ha dado fue hace años. La entrevista en sí fue solo una pequeña pieza sobre cómo estaba adaptándose a nuestro mundo, que terminó revelando el cómo nuestro Salvador hubo sufrido al comienzo de su vida. Tal y como lo veo, esa misma entrevista sirvió para mostrarnos lo centrado que es este joven.

RS: Tienes razón, por supuesto. Eso sin embargo no cambia el hecho de que Harry va a tener que competir, ¿cómo te sientes con todo esto?

CD: Estoy un poco enojado. No con Harry, no es su culpa. Estoy enojado porque debe competir. Él es el más joven, nosotros tenemos tres años más de escuela que él.

VK: Sabemos que Harry es un prodigio, pero es nuestro amigo, y no queremos verlo herido. Tampoco lo queremos en peligro.

FD: Nosotros nos hemos ofrecido voluntariamente a esto, él no.

RS: ¿Y qué de ti, Harry?

HP: Estoy un poco emocionado. El Torneo está hecho para ser interesante, ¿cierto? Pero, la verdad es que sé que caso no hay posibilidades de que sea quien gane. Fleur, Cedric y Viktor están entre los mejores de sus años y están a tres por delante de mí. Sin embargo, podría ser divertido, ¿o no? Sé que las pruebas son peligrosas, pero no voy a ponerme en peligro. Haré lo mejor que pueda y espero sea suficiente.

RS: ¿Y qué opinan de que Hogwarts tenga dos campeones?

VK: Hogwarts no tiene dos campeones.

RS: ¿Qué quieres decir?

CD: Bueno, las reglas son bastante claras, cada escuela solo podrá tener un campeón.

RS: Sí, pero Cedric y Harry son ambos estudiantes de Hogwarts.

FD: Es cierto, pero, cuando los nombres salieron del cáliz también decían a que escuela representábamos. El mío decía Beauxbatons, el de Viktor, Durmstrang y el de Cedric, Hogwarts. El de Harry no decía nada.

HP: Lo cuál significa que no represento a ninguna de las escuelas.

RS: ¿Cómo resolviste la situación entonces?

HP: Se acordó que representaría a un grupo de estudiantes. Cuando mi padre fue a Hogwarts formó un pequeño grupo con sus amigos y se llamaron a sí mismos 'los merodeadores'. Así que fui con una idea similar. En lugar de representar a Hogwarts, representaré a un grupo específico. Si ganara, la victoria sería vista como la de un grupo independiente.

RS: ¿Y el nombre de dicho grupo?

HP: Ouroboros.

RS: Ya veo, ¿y todos los estudiantes han estado de acuerdo con esos términos?

VK: Sí. Creemos que es lo mejor considerando la situación.

RS: Muy bien. Y los cuatro, ¿cómo se llevan?

CD: todos somos amigos cercanos. Éramos amigos antes, pero desde que fuimos seleccionados como campeones hemos llegado a ser incluso más cercanos.

VK: Aún haremos nuestro mejor esfuerzo para ganar. Pero será en una competencia amistosa.

FD: Ninguno de nosotros va a enojarse si el otro gana.

RS: ¿se ayudan mutuamente?

HP: Estamos juntos. Aunque, como no sabemos cuáles serán las tareas no nos ayudamos en ellas. Pero nos ayudamos mutuamente de otras maneras. Por ejemplo, el otro día, Fleur me prestó un libro sobre varios encantos que podrían ser útiles en una serie de situaciones y me ayudó a dominarlos.

RS: Ya que Harry es el más joven ¿ustedes reciben ayuda de él?

CD: (el joven Cedric realmente bufó) Harry es un prodigio. Él sabe cosas que ni nosotros sabemos. Podemos estar tres años por encima suyo, pero las cosas que puede hacer con la magia...

FD: es increíble. Lo vi dominar un hechizo que aprendí el año pasado en cuestión de horas. Y a mí me llevó más de una semana.

VK: Harry es muy hábil y tiene una pasión para aprender magia que no se ve todos los días. Aprende tanto de nosotros como nosotros de él.

Mis queridos lectores, para este momento el joven Harry estaba un poco sonrojado. Trató de minimizar sus talentos, sin embargo, me he enterado que él es el primero de su año en todos sus temas. Conversando con el profesor Flitwick descubrí que Harry es capaz de hacer cosas con su varita que él nunca hubo visto antes. La profesora McGonagall afirma que él es el estudiante más talentoso al que ha enseñado. Otros estudiantes han apoyado esas afirmaciones diciendo que Harry era un verdadero prodigio y que estaba muy por encima de sus compañeros de año.

Después de agradecer a los cuatro campeones por un tiempo, se me permitió preguntar a varios estudiantes qué pensaban sobre la situación. Las respuestas que obtuve fueron bastante similares. La mayoría afirmaba que no creían que fuera Harry quien hubiera intentado entrar al torneo. Algunos creen, al igual que los campeones, que debe de haber sido una broma a la que alguien llevó demasiado lejos.

Cuando se les preguntó a qué campeón apoyarían, dijeron que tanto a Cedric como a Harry y les deseaban buena suerte a ambos.

Mis compañeros magos y brujas, no podemos estar seguros de cómo es que el nombre del joven Harry salió de ese cáliz, sin embargo, la creencia de que él es inocente de esto es casi unánime.

Tengo que compartirles a todos una creencia. El tiempo que pasé con el joven Harry me permitió ver que es un joven encantador que realmente no tiene deseo de fama. En el día de las primeras tareas estaré en esas gradas animando a todos los campeones. Porque es claro para mí que todos lo merecen.

Nosotros, al igual que nuestros jóvenes campeones, debemos de ver esto como una competencia amistosa entre amigos y celebrar sus victorias con igual entusiasmo. No importa si ese vencedor es de Beauxbatons, Durmstrang, Hogwarts u Ouroboros.

Rita Skeeter'

Habían agregado varias imágenes al artículo, mostrando sus interacciones. Era fácil ver la camaradería entre ellos. Aunque la mayoría de las imágenes, para aquellos que supieran qué buscar, era obvio ver que Harry era el líder.

Harry estaba muy contento con el artículo. Nadie prestaba atención a El Profeta. Podía oír a varios de los estudiantes murmurar sobre cómo el Profeta ni siquiera se hubo molestado en preguntar su lado de la historia. Las cosas no podrían haberle salido mejor. Si continuaba de esa forma solo los las fanáticos fans de El Profeta comprarían ese trapo. Aunque, incluso si no resultaba como esperaba ya tenía planes para tratar con dicho diario.

Miró la mesa principal y vio a Snape mirándolo. No podía evitarlo. Le guiñó un ojo. Quiso reír cuando vio un rubor de enojo aparecer en sus mejillas. Cuando se hiciera cargo de Gran Bretaña haría el atormentar a Snape un deporte nacional. Era muy divertido, no debería de ser el único que disfrutara tanto.

Esperen un momento... ¿de dónde había salido ese pensamiento? Él nunca había pensado en gobernar Gran Bretaña. Había pensado en cambiar la Gran Bretaña mágica, n¿pero nunca en gobernarla. Era como con los Ouroboros. Solo apareció en su mente. Y al igual que con los Ouroboros podía sentir su magia reaccionando al pensamiento.

Ya lo había sentido algunas veces. Estaba ocurriendo más y más. No causaba ningún daño, pero él quería saber lo que era. Parecía como si su magia supiera algo que él no. O como si estuviera esperando algo. No tenía sentido. Había intentado encontrar lo que era, pero aún no tenía suerte. No tenía duda de que la biblioteca Black tuviera algo al respecto. Pero era tan grande. A menos que supiera qué buscar, dependería en gran parte de la suerte.

—¿Harry?

Miró a su derecha y vio a Theo mirándole.

—¿Sí?

—Es hora para la clase, ¿estás bien? Te llamé dos veces...

—Oh, sí, lo siento, estaba un poco distraído, ¿qué tenemos?

—Defensa.

—La alegría —murmuró de lejos por lo bajo para que los demás no le oyeran.

Theo rió entre dientes.

—Vamos, no es tan malo, es un buen maestro.

—Claro, si puedes ignorar la mirada espeluznante.

Theo rió y se levantó. Harry lo siguió a regañadientes. Sabía que tenía que ir, pero eso no significaba que tuviera que estar contento al respecto.

Se sentó un poco más cerca del final de la habitación. Granger siempre se sentaba en la primera fila y él quería estar lo más lejos posible de ella. Su temblor constante siempre le ponía nervioso.

—Hoy hablaremos de los imperdonables —declaró Moody tan pronto como entró en el aula— ¿qué me pueden decir sobre ellos?

Granger, como de costumbre, dio una respuesta de texto correcta. Sin embargo, ella estaba equivocada en tantos niveles que Harry no pudo contener un resoplido.

—¿Encuentras esto divertido, chico? —ladró Moody.

—Bueno, no realmente, el tema es bastante interesante, lo que me parece gracioso es su respuesta.

—¿Y porqué es eso? —a diferencia de todas las otras veces, había un toque de curiosidad en la voz del hombre.

—Bueno, porque no estoy de acuerdo con eso.

—Por supuesto que no lo harías... —se burló Weasley, y Harry puso los ojos en blanco.

—¿Con qué no estás de acuerdo? —preguntó Moody, después de dar una breve mirada a Weasley.

—Bueno, para empezar, con que las maldiciones son malas.

—Entonces, ¿crees que una maldición que mata, una que controla la voluntad de una persona y otra que causa un dolor inimaginable no son malas? —a diferencia de lo que Harry había esperado, no había rastros de burla en la voz de Moody, parecía realmente interesado.

—Sí.

—¿Por qué crees eso?

—Bueno, rectifíqueme si me equivoco, pero el Avada Kedavra, es una muerte instantánea, ¿cierto? —Moody asintió con la cabeza para que Harry continuara—. Imagínate que tienes a una persona muriendo, alguien que está sufriendo horriblemente. Cada respiración le causa dolor, ¿no sería más misericordioso matarlo rápido y sin dolor entonces? Los muggles lo llaman eutanasia.

—¿El Imperius?

—Una situación de rehenes podría terminarse rápidamente sin que nadie sufra daño alguno.

—¿El cruciatus?

—Podrías reanimar el corazón de alguien.

Nadie dijo una palabra. Moody tenía los ojos fijos en él.

—Teóricamente tienes razón, pero no funciona así, para que esas maldiciones funcionasen tienes que decirlas y quererlo con todo lo que eres, debes disfrutarlo y alimentarla de tu odio. Cuánto más odio más poderosa será —le dijo Moody, volteándose para continuar su conferencia.

—Te equivocas.

Moody se detuvo a la mitad de su paso y lo miró con los dos ojos.

—¿Me equivoco?

—Sí.

Theo sacudía la cabeza y podía ver a Granger viéndole con una expresión escandalizada. Aparentemente había cometido el más grave de los crímenes. Había contradicho a un profesor. Quería burlarse. Todos eran idiotas. Sabía que la mayoría no tenía acceso a todos los libros que él tenía, pero no deberían de confiar solo en los libros. Algunas cosas eran solo cuestión de lógica.

—¿Por qué crees eso muchacho?

—Lo que estás describiendo solo sucede cuando no has dominado los hechizos, es igual para cada hechizo que lanzas, no solo para los imperdonables. Debes quererlo para que suceda, es una de las reglas más fundamentales de la magia. El querer, sin la intención de querer algo estarán solo sosteniendo un palo —Harry pudo ver a todos los Slytherin mirándole horrorizados, incluso su Corte, y él se rió. Ya había hablado de ello con su corte, pero siempre disfrutaban cuando él hablaba de magia. Los Slytherin estaban emocionados, era raro que hablara de ello en la sala común, pero cuando lo hacía siempre habría un gran grupo escuchando cada palabra que él dijera. Sin embargo, lo que le sorprendió fue que un Griffindor estaba mostrando tanto interés como los Slytherin. Un chico de piel oscura. Dean Thomas si mal no recordaba. Neville le había hablado del chico unas cuantas veces. Uno de los Griffindor más tolerantes—.
Sin embargo, cuando dominas un hechizo podrás luego hacerlo casi sin pensarlo dos veces, puedes hacer cualquier cosa con éste, hacerlo más débil, más fuerte, echarlo por un período más largo. Piénsenlo lógicamente. Voldemort por ejemplo. Él usa esos hechizos en una base diaria. Sería bastante improbable que solo fuera capaz de lanzar la maldición asesina si estuviera lleno de odio, especialmente si está en una guerra. Un líder tiene que ser calmado y racional en batalla. No seria nada bueno si estuviera dominado por el odio y el placer sádico para poder lanzar dichos hechizos. ¿No está de acuerdo? —él ignoró los estremecimientos que el haber dicho 'Voldemort' causó y miraba a Moody a los ojos.

—¿Y tú dices que cada mago y bruja tiene las habilidades para un Señor Oscuro? —había un tono por lo bajo de la voz que hizo a Harry estrechar sus ojos.

—Cualquiera puede dominar un hechizo si pone el esfuerzo suficiente en ello.

—¿Es así, chico? —gruñó Moody— ¿Te importaría demostrar eso? —su tono estaba casi retándolo a negarse.

—Muy bien —él puso la mejor mirada hastiada que pudo.

Él transfiguró entonces una pluma en una vela.

—Incendio —una pequeña llama de fuego surgió de su varita y encendió la vela. entonces él apuntó su varita hacia la pared—. Incendio —una gran llama blanca y azul salió de su varita y golpeó la pared. La pared se puso negra casi enseguida que la llama le tocó. Aún así Harry no se detuvo allí. Él continuó alimentando el hechizo, y la piedra comenzó a brillar de un rojo profundo. Cuando él vio que la piedra estaba casi a su punto de fusión, se detuvo. Él miró a Moody y alzó una ceja— ¿Es eso prueba suficiente, o quiere más? —cuando Moody no respondió, Harry continuó—. El mismo principio se aplica a los imperdonables, estos pueden ser más difíciles de dominar, pero son factibles, es solo cuestión de voluntad.

—Ya veo —dijo Moody, sus ojos fijos en él. Luego se giró y continuó con su lección, ladrándoles para llamar su atención cuando se dio cuenta de que la mayoría aún seguían mirando a Harry.

—¿Tenías que hacerlo, no? —murmuró Theo a su lado, con una expresión resignada en su rostro—. Sabes que él te vigilará aún más ahora, ¿verdad?

—Lo siento —dijo Harry, sin sonar arrepentido en absoluto—. No pude evitarlo.

Theo bufó y sacudió su cabeza.

—He obtenido el permiso del director para echarles a todos ustedes el Imperio —dijo Moody, capturando la atención de Harry—, para que sepan cómo se siente y ver si son capaces de deshacerse de él.

Bueno, ¿no era eso interesante?

Granger gruñó un poco sobre la legalidad sobre llo, pero además de eso ella no parecía tener nada en contra. No estaban contentos, lejos de eso, pero la mayoría parecía estar demasiado intimidado por Moody como para decir algo.

Como Harry esperaba, nadie parecía ser capaz de deshacerse de la maldición y terminaba haciendo algo ridículo por la habitación. Sin embargo, las cosas comenzaron a ponerse interesantes cuando Neville fue puesto bajo ella.

Él parecía estar luchando contra ella. Su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia adelante como si se estuviera preparando para saltar, pero tenía su ceño fruncido, los puños apretados y su cabeza temblaba un poco. Terminó por hacer un pequeño salto, casi golpeando el escritorio frente a él, pero eso fue todo.

Hubo un ligero silencio en la habitación, y luego Moody exclamó...

—¿Vieron eso? —dejó su varita— ¡El muchacho estaba luchándola!

La clase se animó después de eso, creyendo que ellos serían capaces de hacer lo mismo. Sin embargo, para su interminable decepción, las cosas continuaron igual, hasta llegar a Draco.

Draco tuvo casi la misma reacción que Neville, aunque no pudo durar tanto tiempo. Theo lo siguió, durando solo un segundo o dos más que Neville. Blaise sorprendió a todos cuando fue capaz de murmurar un 'NO", antes de romperse y hacer un pequeño giro.

Moody los miraba, su ojo normal y mágico saltando de uno al otro.

Finalmente sus ojos aterrizaron en Harry, el único al que no había puesto bajo el Imperius aún y sus ojos se estrecharon.

Harry quería maldecir. Estaba casi seguro de que el hombre haría la maldición aún más fuerte para él. Era un bastardo.

—Potter, tu turno —gruñó, y Harry contuvo un suspiro.

Se levantó, pero antes de poder dar un paso y sin advertencia alguna, la maldición le golpeó.

Fue el sentimiento más maravilloso. Harry sintió una sensación nebulosa cuando todos sus pensamientos y preocupaciones en su cabeza fueron limpiados suavemente dejando detrás solo una vaga felicidad inalcanzable. Se quedó allí sintiéndose inmensamente relajado, solo vagamente consciente de todos los demás mirándole.

Y entonces oyó la voz de Moody, resonando en algún lugar distante de su mente vacía... "Salta sobre el escritorio... Salta sobre el escritorio..."

Entonces fue casi como si se estrellara con la realidad. Su cabeza se aclaró, sus ojos se enfocaron, y él pudo identificar exactamente dónde estaba Moody en su mente. Era fácil acallar su voz. Era su mente. No había nadie más poderoso que él dentro de ella.

Clavó sus ojos en Moody, una pequeña sonrisa satisfecha subiendo a sus labios.

—No.

El silencio fue ensordecedor.

Moody estaba casi boquiabierto. Aunque casi podía ver una pizca de respeto en su único ojo bueno.

—Así es como se hace —dijo Moody a la clase, su voz mucho menos entusiasmada de lo que había sido con Neville. Había una nota casi solemne en ella—. Siéntate Potter.

Harry hizo lo que le dijeron, sus sonrisa desapareció cuando se giró para mirar hacia la clase. No había necesidad de provocar a los pequeños leones, después de todo. Sin embargo, aunque intentara no mirar mucho a sus expresiones de los leones, no perdió la mirada de respeto que tenía Thomas, ni el pequeño gesto que le dio.

—¿Por qué están tan pálidos? —preguntó Harry a Fleur y a Viktor una mañana cuando entraron a su sala de entrenamiento luciendo un poco perdidos.

Fleur y Viktor se quedaron inmóviles, sus ojos muy abiertos.

—¿No lo sabes? —preguntó Viktor, completamente sorprendido, mirando hacia Harry y Cedric.

—¿Saber qué? —la voz de Harry era plana. Si había algo que no le gustaba eran las sorpresas inesperadas.

—Sobre la primera tarea —respondió Fleur, sentándose a su lado y abrazándose a sí misma. Podía sentirla temblando y sabía que sea lo que fuera había asustado a la normalmente ardiente niña.

—¿Qué es? —preguntó Cedric, sentándose en el sofá frente a ellos, Viktor cayendo con gracia a su lado.

Los otros miembros de la Corte detuvieron lo que estaban haciendo y se acercaron a ellos, sabiendo que debía de ser algo grave.

—La primera tarea, son dragones —dijo Viktor, monótono.

—¿Dragones? —Cedric casi gritó— ¿Qué quieres decir con dragones?

—Nuestra tarea es tomar un huevo de oro del nido de una madre —elaboró Viktor.

—¿Qué? —exclamó Fred, con un poco de pánico.

—¿El nido de una madre? ¿Están locos? —George no sonaba mucho mejor y Harry recordó que su hermano mayor, Charlie, si no se equivocaba, era un domador de dragones.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Harry, intentando mantener su cabeza fría.

—Maxime me hizo a un lado esta mañana y me lo dijo, aparentemente ella se enteró anoche.

—Igual Karkaroff.

—Ya veo —murmuró él, apoyándose en el sofá, sosteniendo a Fleur un poco más cerca suyo cuando la notó aún temblando un poco—. Cuando vio lo pálido que estaban todos, les sonrió—. No se preocupen —les dijo con cálidos ojos—. Nos encargaremos de ello. Pediré unos cuantos libros a Sirius, me di cuenta de que la biblioteca Black tiene una gran sección sobre dragones.

Él sonaba tan confiado que los demás se relajaron. Él podría haberles dicho que caminarían a través del fuego y ellos lo hubieran creído posible. Harry solo tenía ese tipo de aire alrededor que los hacía sentirse más seguros de sí mismos. Si Harry les decía que podían hacerlo, ellos le creían, después de todo, él nunca les había mentido.

Sin embargo, eso no significaba que no estuviera enfadado. Él estaba francamente furioso. ¿Qué habían estado pensando? ¿Un nido?

Como si los dragones no fueran lo suficientemente peligrosos debían ser encima los nidos de una madre. Al menos los demás directores parecían estar preocupados por sus estudiantes. O simplemente quisieran darles la ventaja, de cualquier forma, él no podía creer que ninguno de sus profesores se hubiera molestado en advertirle a Cedric o a él, ¿qué esperaban? ¿Qué ellos trataran con dragones en el momento?

Contuvo un suspiro y sonrió a su Corte. Al menos ahora estaban más tranquilos. Eso era importante, él sabía que ellos serían capaces de lidiar con aquello, pero para que lo hicieran tenían que estar tranquilos y confiados. Ahora solo era cuestión de encontrar todo lo que pudieran sobre dragones y tratar con ellos.

Antes de saberlo, el veinticuatro estaba sobre ellos. Harry no estaba preocupado. Paso el día como cualquier otro. Aunque pareció ser el único. Su Corte estaba tensa. Tan tensa como nunca la hubo visto.

Para la hora del almuerzo el había tenido suficiente de ello.

—Paren —casi gruñó cuando vio a Draco saltar por lo que pareció ser la centésima vez. Ellos estaban poniendo a Viktor, Fleur y Cedric aún más nerviosos de lo que necesitaban estar.

—Lo siento —suspiró Draco, mirando hacia abajo. Ahora sentía como si hubiera pateado a un cachorro y, no importaba cuán sádico monstruo fuera, aún había cosas que él nunca haría. Patear a un cachorro era una de ellas. Él suspiró.

—Está bien —su voz fue más cálida que antes—. Sé que están preocupados por nosotros. Pero todo estará bien. Sabemos qué hacer. Todos hemos entrenado cuanto nos fue posible. Tengan un poco de fe en nosotros.

—Tenemos fe en ti —replicó Theo.

—Solo estamos preocupados —dijo Graham.

—Si algo te pasara... —murmuró Adrian, como si el simple pensamiento fuera demasiado para manejar.

—Todo estará bien —les aseguró Harry, y los otros tres campeones acordaron, sonrisas en sus rostros.

Harry oyó los susurros crecer y miró a su alrededor. Vio a McGonagall viniendo hacia ellos.

—Potter, Diggory, Krum y Delacour, los campeones deben venir conmigo al campo ahora. Tienen que prepararse para la primera tarea.

—De acuerdo, gracias profesora —dijo Harry parándose, los demás siguiéndole.

Tan pronto como ellos lo hicieron, los Slytherin comenzaron a animarles. Todos parándose sobre sus asientos y aplaudiendo como si hubieran ganado la Copa Mundial de Quidditch.

Harry se rió y salió fuera del Gran Salón junto a los otros campeones.

Tan pronto como estuvieron en el campo, McGonagall casi dejó caer su máscara.

—Ahora, todos ustedes deben mantener la cabeza fría. No entren en pánico —dijo—. Tenemos magos manteniendo el control de la situación si se les va de las manos. La cuestión es que hagan lo mejor que puedan, nadie pensará menos de ustedes. ¿Están todos bien?

—No se preocupe profesora —le dijo Harry con una sonrisa reconfortante. Ella era uno de sus profesores favoritos. Ella podría estar firmemente del lado de Dumbledore, pero le gustaba. Ella se preocupaba por sus estudiantes, incluso los que no estaban en su casa—. Hemos entrenado duro. Estamos tan listos como podemos. Todo estará bien.

Ella los condujo a través del lugar donde estaban los dragones, apenas detrás del borde del bosque, si se acercaran a los árboles de dicho borde ellos serían claramente visibles. Harry vio que una tienda había sido erigida, su entrada camuflada, escondiendo de la vista los dragones.

—Ustedes se quedarán allí —dijo McGonagall, en una voz un poco corta—. El señor Bagman está allí. Él les dirá... el procedimiento. Buena suerte.

—Gracias —Harry hizo su mejor sonido contenido que pudo. Ella les dejó en la entrada de la tienda. Mirándose unos a otros, ellos asintieron y entraron.

Bagman era el único en la tienda. Él saltó un poco cuando les vio.

—Ah. Bien. Bien. Aquí están —dijo felizmente—. Vengan, vengan, pónganse cómodos —Harry quiso maldecirlo. Él era uno de los idiotas que creían que enfrentar a un dragón anidando era buena idea. Eso combinado con su actitud le hizo un tanto difícil a Harry detenerse a sí mismo—. Bueno, ¡ahora que todos están aquí es tiempo de informarlos! —dijo Bagman de manera brillante—. Cuando la audiencia esté lista, les ofreceré esta bolsa —él sostuvo entonces una pequeña bolsa púrpura y la sacudió ante ellos—. ¡De donde ustedes elegirán un pequeño modelo de lo que tendrán que enfrentar! Hay diferentes... eh... variedades, ya verán. Y, debo decirles algo más... ah, sí... ¡su tarea es obtener el huevo dorado!

Él miró a los otros tres y sus ojos se oscurecieron. Él sabía que ellos no estarían contentos con todo aquello. Seguro, habían sido voluntarios, aún sí, dragones no era algo que debieron de haber estado enfrentando.

En un momento, cientos y cientos de pisadas pudieron escucharse pasando por la tienda, sus propias charlas excitadas, risas, bromas.

En lo que pareció ser segundos después, Bagman estaba abriendo el cuello de la bolsa púrpura.

—Las damas primero —dijo, ofreciéndosela a Fleur.

Ella pudo una mano temblorosa dentro de la bolsa y sacó un pequeño modelo perfecto de un dragón, un galés verde con el número dos alrededor de su cuello. Ella tomó una respiración profundad y Harry pudo ver la determinación cayendo en sus ojos.

Viktor fue el siguiente. Él sacó un Bola de fuego chino. Tenía el número tres alrededor de su cuello. Él ni siquiera pestañeó, solo fue y se apoyó en uno de los lados. Harry sabía que era su forma de concentrarse, asegurarse de que él sabía lo que tenía que hacer.

Cedric puso su mano dentro de la bolsa y sacó un Hocicorto sueco, con el número uno en su cuello.

Tan pronto como Cedric sacó su dragón todos giraron sus ojos hacia Harry. Ellos sabían cuál quedaba.

Harry metió su mano dentro de la bolsa y sacó el Colacuerno húngaro con el número cuatro en él. Él sacudió sus alas y miró hacia abajo antes de mostrar sus minúsculos colmillos.

—Bien, ¡Ahí lo tienen! —dijo Bagman—. Cada uno de ustedes tendrá un dragón que enfrentar, y los números en ellos hacen referencia al orden en e que tendrán que enfrentarlos, ¿de acuerdo? Ahora, tendré que dejarlos en un momento, porque seré el comentarista. Señor Diggory, usted es el primero, solo sal a la arena cuando escuches el silbido, ¿bien? Ahora... Harry... ¿puedo tener una rápida palabra con usted? ¿fuera?

—De acuerdo —dijo Harry llanamente, irguiéndose y yendo fuera de la tienda con Bagman, quien camino a una corta lejos, hacia los árboles, antes de girarse hacia él con una paternal mirada en su rostro. Una que hizo a Harry querer vomitar.

—¿Te sientes bien, Harry? ¿Algo que pueda conseguirte?

—No necesito nada —dijo Harry, sus ojos estrechándose.

—¿Tienes un plan? —dijo Bagman, bajando su voz de manera conspiradora—. Porque no me importaría compartir algunos puntos, si gustas, claro. Me refiero —Bagman continuó, su voz furtiva aún baja—, eres el menor aquí, Harry —Harry no se sintió más que insultado por ello. ¿Él era el menor? como sí...—, Cualquier cosa que pueda hacer para ayudar...

—No —dijo Harry secamente. Su voz fría y sus ojos brillando un poco.

—Nadie sabría, Harry —dijo Bagman, guinándole.

—Ya se lo dije, no —dijo Harry, perdiendo la poca paciencia que le quedaba.

Un silbido vino de algún lado.

—Buen señor, ¡debo correr! —dijo Bagman alarmado, y corriendo lejos.

Harry caminó nuevamente dentro de la tienda y vio a Cedric emergiendo de ella. Se veía más pálido que antes.

—Hey, estará bien —le dijo. Cedric sonrió y le vio relajarse un poco.

—Sí, lo sé. Te veré pronto —le respondió, continuando su camino.

Harry volvió dentro y vio a Fleur y Viktor sentarse juntos. Se unió a ellos y esperó a que Cedric comenzara la prueba. Segundos después, escucharon a la multitud rugir, lo que significaba que Cedric había entrado a la arena y estaba ahora enfrentando con la contraparte viviente de su modelo.

Sentarse allí y escuchar fue peor de lo que Harry había pensado sería. La multitud gritó y jadeó como una mientras Cedric se enfrentaba al hocicorto sueco. Viktor seguía mirando hacia el suelo. Fleur volvió a recorrer los pasos de Cedric una y otra vez por la tienda. Y los comentarios de Bagman lo hacían todo mucho, mucho peor.

Harry sabía lo que Cedric debía hacer. Lo habían discutido.

Primero, antes de hacer cualquier cosa él usaría el accio para intentar convocar el huevo. A veces lo más básico era lo que mejor funcionaba. Si funcionara para él, entonces todos lo harían. Sin embargo, si no, todos usarían su plan B.

En el caso de Cedric serían runas, mezcladas con hechizos. Él montaría las runas alrededor del estadio. Sin embargo, era peligroso. Cedric iba a tener que moverse mucho y no podía hacerlo rápido o el encanto de desilusión que se pondría no aguantaría. Aunque aquello crearía una jaula alrededor del dragón que lo contendría durante unos minutos, no más de cinco. Solía usarse para las acromántulas, sin embargo, una acromántula crecida no estaba ni cerca de ser tan fuerte como una madre dragón anidando. Así que, aún si podía mantener a una acromántula indefinidamente, un dragón era algo completamente diferente. Esperaba que esos cinco minutos fueran suficiente. Entonces los hechizos que Cedric hiciera crearían una barrera para las llamas. De todo, Harry esperaba que aquello fuera suficiente.

Y entonces, después de quince minutos, Harry escuchó el rugido definitivo que solo podía significar una cosa: Cedric había pasado a su dragón y obtenido el huevo.

—¡Muy bien de hecho! —disparó Bagman— ¡Y ahora, los puntajes de los jueces!

Vio a los otros dos soltar un suspiro de alivio. Cedric lo había logrado, eso era todo lo que importaba.

Ellos esperaron los resultados, pero Bagman no gritó las marcas; Harry supuso que los jueces estaban sosteniéndolos y mostrándolos a la multitud.

—¡Uno menos, tres por ir! —gritó Bagman, y el silbato sonó nuevamente—. ¡Señorita Delacour, por favor!

Fleur tomó una respiración profunda, les sonrió, y dejó la tienda.

Luego todo comenzó otra vez. Él sabía lo que se suponía ella iba a hacer. Dado que el accio no trabajaba ella debía pasar directamente al plan B. El suyo consistía en encantos. Su punto fuerte. Ella había entrenado hasta dominarlos. Ahora ellos solo podían esperar que tuviera el poder suficiente para echarlos. El poder como para poner a dormir a un dragón.

Diez minutos después, Harry escuchó a la audiencia explotar en aplausos una vez más. Él rió, ella debió lograrlo también. Él no podría estar más orgulloso. No todos podrían hacer lo de poner el poder suficiente como para poner un dragón a dormir. Una pausa, donde los puntajes de Fleur debieron mostrarse, más aplausos. Entonces, por tercera vez, un silbido sonó.

—¡Y aquí viene, el señor Krum! —llamó Bagman, y Viktor marchó fuera, dejando a Harry solo.

Solo restaba Viktor ahora. Él fue el que más atrevido. Enfrentando de cara a su dragón. Harry esperaba todo saliera bien. Habían debatido sobre que Viktor usara su escoba. Pero Viktor se había negado, no queriendo hacer algo que lo asociara con el quidditch. A Harry no le gustado aquello, pero no había dicho nada. Era la prueba de Viktor después de todo, todos ayudarían, pero no interferirían de otro modo. Además, sabía lo importante que era para Viktor el que se lo reconociera por algo más que por el Quidditch.

—¡Muy temerario! —gritaba Bagman, y Harry oyó como el Bola de fuego chino emitía un horrible rugido, chillido mientras que la multitud aspiraba colectivamente— ¡Esos son unos buenos nervios que está mostrando... y... sí, tiene el huevo!

Aplausos destrozaron el aire invernal tan fuerte como para romper vidrios. Viktor había terminado. Sería el turno de Harry en cualquier momento.

Se levantó, respiró hondo, y sintió como su cuerpo se calmaba. Él esperó. Y entonces oyó el silbido. Salió por la entrada de la tienda sin el pánico que creyó sentiría. En su lugar, él sintió la emoción elevándose dentro de él. Y ahora caminaba por los árboles, a través del hueco de la cerca del recinto.

Vio todo por delante de él con asombrosa claridad. Había cientos y cientos de caras mirándole fijamente desde sitios que fueron puestos allí mágicamente desde que él había estado allí la última vez. Y estaba el Hortnail, al otro extremo del estadio, agachándose con sus patas sobre los huevos, sus alas medio enroscadas , sus amarillos ojos sobre él, una lagartija monstruosa, escamosa, negra que golpeaba su cola llena de puntas y marcaba con sus garras el duro suelo.

La audiencia estaba haciendo demasiado ruido, pero si era de forma de aliento o no, Harry no sabía ni le preocupaba. Era hora de hacer lo que tenía que hacer. Concentrar su mente, completa y absolutamente.

Era el momento de mostrarles lo que podía hacer y lo haría con un hechizo que había aprendido en su segundo año.

Levantó su varita.

*Serpensortia basilisco*

Las gradas se silenciaron por lo que pareció una eternidad. En ese tiempo, había comenzado a formarse un basilisco gigante. Era tan alto como el dragón, sus colmillos tan largos como los brazos de Harry. A pesar de carecer de la mirada asesina y del veneno mortal porque era solo un conjuro, no le hacía una serpiente inofensiva de ninguna forma. Tomando ventaja del dragón inmóvil, Harry lanzó el hechizo de nuevo. Tres veces.

En poco tiempo, cuatro gigantescos basiliscos se hallaban en la arena y Harry pudo ver las expresiones horrorizadas de algunas de las personas sentadas.

—Sonorus —murmuró señalándose con la varita.

*Quiero que distraigan al dragón*, ordenó a los basiliscos, *Y quiero que me den el huevo de oro*

*Como desee maestro* respondieron los basiliscos al unísono.

—Quietus

—Oh, querido Merlín —oyó susurrar a Bagman en el fondo, aunque como aún tenía el encanto en él apenas se escuchaba detrás de las salas.

La gente no sabía que el hechizo serpensortia había sido hecho en la lengua parsel, que Salazar había modificado para que los demás fundadores pudieran usarlo. Sin embargo, si uno hacía el hechizo en parsel era posible elegir qué tipo de serpiente quería. Por lo tanto, basiliscos.

Mientras tanto, tres basiliscos atacaron al dragón. Ninguno tenía como real objetivo lastimarlo, pero seguían siendo tres contra uno, con lo cual el Hortnail estaba teniendo problemas para mantenerse al día con ellos.

El cuarto se deslizó hasta el nido. Tan pronto como la madre dragón lo vio, trató de atacarlo, sin embargo los otros tres basiliscos estuvieron allí deteniendo su camino. Hubo un ruido ensordecedor que sacudió las gradas y Harry vio como se preparaba para echar fuego aunque antes de que pudiera, uno de los basiliscos mordió su espalda mientras otro se lanzaba por su pierna derecha, logrando que el dragón tropezara hacia atrás con un chillido de dolor.

El cuarto basilisco fue capaz de agarrar el huevo de oro en su boca entonces, mientras que los demás mantenían al dragón ocupado, deslizándose nuevamente hacia Harry dejando el huevo en sus brazos.

*Buen chico* murmuró Harry, acariciando el hocico de la bestia.

Harry se dio la vuelta y salió del recinto, el cual seguía aún en completo silencio. Tan pronto como salió, canceló los conjuros y en un instante el dragón estaba en su nido. Agachado frente a él, gruñendo y bloqueando las amenazas.

Había tomado la menor cantidad de tiempo en conseguir el huevo. Todo había terminado en menos de cinco minutos y tomó unos cinco segundos tras que los basiliscos desaparecieran para que la multitud finalmente reaccionara. Oyó una algarabía ensordecedora proveniente de las gradas donde se hallaban la mayoría de los estudiantes Slytherin y Durmstrang.

—Querido Merlín, ¿lo vieron?, ¡Harry Potter consiguió el huevo en el menor tiempo posible sin siquiera un rasguño en él! —gritó finalmente Bagman— ¡¿Y cómo lo hizo?! ¡Él ordenó a un basilisco a conseguirlo por él! ¡Harry Potter es un parselmouth! ¡¿Pueden creerlo?!

McGonagall y Moddy le esperaban justo fuera del recinto.

—Potter... eso fue... fue impresionante —dijo McGonagall, y aunque sabía aquel era un cumplido honesto aún pudo ver el ligero rastro de miedo en sus ojos. Se preguntó si era miedo de él, por él o de las cuatro serpientes gigantescas que había habido hasta hacía segundos en el estadio.

Moody... bueno, él lucía un poco extraño. Parecía tan complacido como horrorizado al mismo tiempo. No tenía idea de que hacer con él. Moody era una de esas personas que él simplemente no parecía ser capaz de leer. Y cuando podía, lo que veía no tenía sentido.

—Entonces, Potter, a la tienda de primeros auxilios por favor —dijo McGonagall, aunque era evidente no tenía rasguño alguno en él.

Harry se giró y vio a Pomfrey de pie en la entrada de la segunda tienda, con expresión preocupada.

—¡Dragones! —dijo en tono disgustado, tirando de Harry hacia dentro. La tienda estaba dividida en cubículos. Podía distinguir la sombra de Cedric a través de la cortina, pero Cedric no parecía estar gravemente herido. Al menos él estaba sentado—. El año pasado, dementores, este año, dragones, ¿qué irán a traer a la escuela después?

Realmente aquello no le importaba en lo absoluto. Quería ver si Cedric y los demás estaban bien. Pero Pomfrey no parecía ser del tipo de mujeres que se distrajeran una vez que se hallaban en una misión, así que no dijo nada mientras era empujado hacía una cama.

—Quédate allí —ordenó ella, dirigiéndose ya hacia el pequeño cubículo de Cedric.

Realmente no quería quedarse quieto, así que se levantó, ya listo para irse, cuando oyó una conmoción a la entrada. Un momento después, su Corte, sin los gemelos o Neville, entró.

—¡Harry! —exclamó Theo, y se halló luego entre los brazos del adolescente más alto.

—Estoy bien —les tranquilizó, sabiendo cuan preocupados habían estado— ¿Cómo están los demás?

—Cedric se quemó un poco la mejilla, los hechizos se tambalearon un poco mientras corría hacia el huevo, aunque no es nada de peligro y Pomfrey dijo que ni siquiera le quedaría una cicatriz —dijo Draco—. Fleur consiguió que su pierna se quemara un poco, su encanto funcionó bien, pero el dragón resopló mientras dormía y una pequeña llama salió, aunque no es de peligro tampoco, solo es una quemadura muy pequeña en su muslo. Viktor se raspó el brazo mientras esquivaba pero aparte de eso, él está bien.

Harry suspiró aliviado. Sabía que nada grave es había pasado, pero era un alivio saberlo a ciencia cierta.

—¡Eres un parselmouth! —gritó Adrian, sus ojos muy abiertos en temor—, por qué no nos lo dijiste?

—Bueno, no puedo bien revelar todos mis secretos ahora, ¿o sí? —dijo Harry con una sonrisa maliciosa—. No. No fue eso realmente —les dijo riendo entre dientes—. La verdad me he olvidado, nunca surgió una conversación al respecto y no creí fuera tan importante.

—¡¿No tan importante?! —Draco sonaba incrédulo— ¡Podrías estar relacionado con Salazar Slytherin! ¡Eso es importante!

—Es una de las cosas que quería evitar, la verdad —les dijo—. Quiero ser respetado por quien soy, no por con quien pueda estar relacionado.

—Harry... —susurró Adrian—, es imposible no conocerte y respetarte, incluso Granger lo hace, aunque odie todo sobre ti, ella respeta tus habilidades.

—Nosotros te respetamos, todo de ti, debes saberlo, ¿cierto? —preguntó Graham con una expresión solemne.

—Lo sé —contestó sonriente.

—Bien —sonrió Wayne a su vez—, ahora, vamos a ver tus resultados.

Graham tomó el huevo dorado y salieron de la tienda.

—¿Cuáles fueron los puntajes de los demás?

—Cedric obtuvo cuarenta y siete, los jueces quedaron impresionados por su jaula, pero los hechizos vacilaron y él resultó un poco quemado —le respondió Theo.

—Fleur tuvo cuarenta y seis, no estuvieron tan impresionados con su hechizo —dijo Draco.

—¿No tan impresionados? —preguntó Harry incrédulo Ella puso un dragón a dormir, ¿cómo es que eso no es impresionante?

Draco se encogió de hombros. Fue impresionante, pero Cedric lo había sido aún más.

—Viktor obtuvo cuarenta y cinco —dijo Wayne, y Harry frunció el ceño.

—¿Porqué tan bajo? —preguntó, haciendo reír a los demás. Cuarenta y cinco no era bajo, sin importar como se viera. Solo Harry se quejaría de tal puntuación.

—A pesar de que fue el menos lesionado y más rápido que los otros dos, uno de los verdaderos huevos se rompió, así que le dedujeron puntos por eso.

Ah, bueno, tenía sentido.

—Tus resultados están subiendo —Graham sonrió excitado.

Maxime acababa de levantar su varita. Apareciendo lo que parecían ser largas cintas de plata se dispararon y formaron un diez.

La multitud aplaudió con entusiasmo y Harry vio a sus amigos sonreír.

Crouch se acercó y otros diez puntos salieron también de su varita.

Luego vino Dumbledore. Esta vez, cuando salieron otros diez la multitud se volvió loca. Sus amigos fueron tan ruidosos también, aplaudiendo y sonriendo como locos.

Bagman disparó un diez también y el ruido de las gradas se elevó tanto que Harry les sintió vibrar.

Karkaroff fue el siguiente. Pareció dudar un segundo, y luego se formó la figura de un nueve.

—¡¿Qué?! —gritó Adrian con una mirada asesina hacia Karkaroff—. ¡Él le dio a Viktor un diez!

—Está bien —les dijo Harry ntentando calmarlos. Ninguno de ellos parecía del todo satisfechos con el resultado.

—¡Estás en primer lugar! —exclamó Draco emocionado. Parecía como si no quisiera nada más que comenzar a saltar.

—Sí, lo estás, enhorabuena —dijo una voz suave y oscura desde detrás de ellos, y Harry se dio la vuelta.

Casi se rió cuando vio a Thomas Natch de pie allí. Bueno, el hombre le había dicho que iría a la primera tarea. Sin embargo, ya que no lo había mencionado más luego, él asumió que el hombre no tenía tiempo o simplemente no querría ir.

Sintió a su Corte tensarse, pero él los ignoró y sonrió.

—Hola, señor Natch —un destello travieso brillando en sus ojos.

Un largo suspiro escapó de Tom.

—¿Cuántas veces debo decirte que me llames Tom? —preguntó él, con una pequeña sonrisa en sus labios.

Harry no respondió y solo se rió. Caminó hacia él, sintiendo la necesidad de estar más cerca del hombre. No se había dado cuenta de que realmente había extrañado la sensación de tocar su magia, de jugar con ella. Sintió a su corte alejarse de ellos, yendo hacia la tienda. Dándole privacidad pero quedándose cerca.

—¿Te gustó el show? —preguntó Harry con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Inmensamente —fue la respuesta susurrada, los ojos de Tom mirándole, estudiándolo todo acerca de él—. Eres un parselmouth —había tanto deseo en la voz del hombre que Harry sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—Lo soy.

Tom se acercó. Sus cuerpos casi tocándose. Él levantó la mano y pasó sus dedos por la mejilla de Harry. Tocar esa piel perfecta era celestial. Tan solo podía imaginar lo que se sentiría besarla, ¿sabría a los melocotones más dulces? Debía ser. Aquellos ojos esmeralda se trabaron en los suyos, desafiándole a hacer algo, algo más de lo que ya hacía. Suspiró y dejó su mano caer. Él quería, realmente lo hacía. Pero no podía. Si él hiciera algo ahora sabía que no iba a poder parar, él querría poseer a Harry completamente y quizás Harry hasta lo permitiera, sin embargo, cuando descubriera la verdad, Tom sabía que Harry nunca le perdonaría. Harry no era de ese tipo.

—Una tontería —susurró al ver la sonrisa satisfecha en los labios de Harry—, fue bastante atrevido de tu parte, revelar que eres un parselmouth en una exhibición tan pública... la gente podría hacerte ver como un Señor Oscuro en ascenso, o algo así —No necesitaba decir que la prensa estaría en lo cierto. Podía sentirlo ahora. De la misma manera en la que lo había sentido alrededor de Grindelwald cuando conoció al hombre. Eres era diferente, se sentía incompleto. Pero el potencial estaba allí, mucho más notable de lo que había sido en verano. Casi bailando a su alrededor.

La razón por la que podía sentirlo y otros no era porque él mismo era ya un Señor Oscuro. Era una especie de advertencia. Por lo general, no había más de un señor Oscuro a la vez, sin embargo eso no significaba que no hubiera otros con el potencial por allí. Los Señores Oscuros podían sentirlo, la mayoría solo acababa por matarlos. Pero, en el raro caso de que hubiera más de un Señor Oscuro, aquello servía como advertencia. Aunque otras teorías afirmaban que era solo una forma en que sus magias tendían a mostrarles sus compañeros.

—Nada malo aparecerá en la prensa —respondió Harry.

—Suenas bastante seguro de ello, ¿cómo podrías saberlo?

—Bueno, eso es bastante fácil de saber lo que va a publicarse cuando uno es el dueño del mismo —le dijo Harry. Él no pudo evitar reír al ver los ojos de Tom ensancharse un poco.

Entonces Tom se movió. Antes de que él supiera lo que estaba pasando, Tom lo había empujado contra la pared del recinto, presionando su cuerpo contra el suyo. La cabeza de Tom cayendo hacia su cuello, y pudo sentir entonces a Tom tomar un suspiro estremecido.

—No tienes idea de lo que me haces —le susurró Tom contra su cuello, haciéndole estremecer al sentir el cálido aliento en su piel—. Cuando dices cosas así, cuando me muestras lo diferente que eres a estas ovejas, me hace querer poseerte completamente.

Harry entrecerró los ojos. Pasó las manos por el pelo de Tom, lo agarró y tiró de él. Oyó un silbido provenir de Tom, cuando levantó la cabeza de su cuello con los ojos cerrados.

—¿Qué te hace pensar que YO puedo ser de tu propiedad? —su voz era burlona, pero la advertencia estaba clara en esos ardientes ojos esmeralda.

—Nada —respondió Tom honestamente, entonces sus ojos se llenaron de deseo—. Eso solo me hace quererlo más —los ojos de Tom se clavaron entonces en sus labios, sus ojos ardientes de deseo.

Tom se inclinó, Harry podía sentir el aliento de Tom sobre sus labios.

—Harry —su cabeza giró hacia un lado, desde donde Theo les miraba. Su máscara firme en su sitio.

—Mierda —escuchó susurrar a Tom. Tom respiró hondo y retrocedió un paso. Sus ojos seguían ardiendo, pero Harry pudo ver un control de hierro en ellos también.

—¿Sí? —miró hacia Theo como si nada extraño hubiera ocurrido. Sintió los ojos de Tom en él, estrechándose un poco ante su actitud indiferente. Sabía que Tom odiaría que actuara como si lo ocurrido hacía segundos no significara nada.

—Bagman quiere hablar con los campeones sobre la segunda tarea.

—De acuerdo, estaré allí en un minuto —Theo asintió y se dio la vuelta, caminando hacia la tienda—. Parece que debo irme —dijo Harry, volviéndose para mirar a Tom, quién aún seguía en la misma posición en la que había estado. Casi como si temiera dar otro paso— ¿Algún otro asunto, señor Natch?

Tom rió entre dientes. Un sonido oscuro y seductor. Lejos de ser permitido, si Harry era honesto.

—Estás jugando con fuego —comenzó Tom, y Harry rió. Él arrojó hacia el otro una sonrisa misteriosa.

Elevó su mano frente a él, chasqueando.

—Fiendfyre —susurró.

Una serpiente comenzó a formarse en la palma de su mano, enroscándose alrededor de su brazo y torso. Tom le miraba. Sus ojos brillantes de deseo.

—Me gusta el fuego —dijo, antes de cancelar el hechizo.

Harry sonrió hacia él una última vez y giró, caminando hacia la puerta de la tienda. Antes de entrar, escuchó el sonido de una risa proveniente de Tom y sonrió.

El Ascenso de un Señor OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora