Capítulo 21: Señor Oscuro

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Harry miró a través de la ventana del Expreso de Hogwarts, su mente en sus últimos días de escuela. La ceremonia del torneo había ido sin ningún contratiempo y él la había pasado con dignidad, incluso si se sentía más que inclinado de maldecir a Fudge hasta el infierno. Él no podía soportar al hombre. De cualquier forma, lo había sobrellevado y se dejó tomar algunas fotos para los diarios. Magia Hoy tuvo una entrevista exclusiva con los campeones, por supuesto, que fue bastante bien recibida por el público. Había quedado como un estudiante dotado pero bastante humilde. Había sido el amado de la nación e incluso los altos dignatarios se habían enamorado un poco de él.

Incluso si no estaba tan feliz por el final del año escolar. Fleur y Viktor estarían un poco lejos y no le gustaba. Su vínculo era profundo ahora que hubo marcado a sus seguidores y no disfrutaba del pensamiento de tenerlos tan lejos de sí. Ni siquiera le gustaba el que el resto de su Corte estuviera lejos suyo, aunque al menos ellos estarían en el mismo país.

Especialmente con todo lo que estaría pasando en el verano. Tom había sido un poco vago, pero estaba seguro de que algo iba a pasar. Él quería a su corte a su lado cuando aquello ocurriera.

Además tenían que ver cómo aparecerían y reaccionarían alrededor de los Mortífagos. Sus Ouroboros eran jóvenes, pero él no iba a dejar que los Mortífagos los pisotearan. Sabía que podrían mantenerse a si mismos en una pelea, pero también sabía que no ganarían contra los Mortífagos. Tenían que causar una fuerte impresión sin causar una pelea. Era más complicado de lo que había pensado el manejar tan delicado equilibrio.

Y hablando de Tom... Tom no lo había contactado de nuevo tras su no muy convencional reunión. Una parte de él se preguntaba el porqué de ello, pero otra parte estaba agradecida. Necesitaba ese pequeño tiempo para sí mismo para asimilar todo. No era todos los días cuando te dabas cuenta de que tu... capricho, a falta de una mejor palabra, era un Señor Oscuro. Un Señor Oscuroque podría literalmente aplastarte si lo deseaba.

No era tonto. Sabía que era poderoso. Más poderoso que cualquier otro mago de su edad y un poco mayores también. Pero Tom tenía algo invaluable; Tom tenía experiencia y un buen conocimiento para complementarla. Era una combinación mortal.

Así que, sí. Harry estaba un poco consciente de que Tom pudiera aplastarlo tan fácilmente.

Incluso si no pudiera negar su atracción por el hombre. Él estaba fascinado y Harry era adicto a él. Él era una droga que Harry no podía simplemente dejar. Ni siquiera sabía si quería.

De una forma u otra él estaba enganchado.

Miró y se recargó en su asiento, observando a su Corte interactuar. Tenía el presentimiento de que aquel verano sería bastante interesante.

Harry estaba desparramado en su cama garabateando su marca en un pergamino. Había pasado los tres días desde que las vacaciones habían comenzado asaltando la biblioteca Black por cualquier libro que le ayudara a entender mejor. Sin suerte hasta el momento.

Pensó en pedir a Sirius que le ayudara a buscar en dicha biblioteca pero luego recordó que ambos, tanto él como Remus estaban lejos. Dumbledore les había contactado sobre algún negocio urgente y se habían ido desde entonces. No tenía idea de qué era, si tuviera que adivinar diría que tenía algo que ver con Tom, pero Tom aún no había hecho nada. No tendría porqué haber una razón para que Dumbledore sospechara nada.

Miró de nuevo la marca y suspiró. No tenía idea de cómo hacerla funcionar. Sabía que era más que una simple marca, sabía eso. Pero simplemente no parecía poder descubrir lo que fuera. No había tenido muecho tiempo para estudiar sus marcas en Hogwarts, y lo poco que había podido hacerlo le había hecho darse cuenta de que eran más que simples marcas.

Transfiguró el pergamino con su marca en un brazalete y casi lo dejó caer cuando su magia lo tocó.

Se quedó allí, preguntándose, y no pudo evitar reír que burbujeó en su garganta.

Tan simple. ¿Cómo es que no había pensado en ello? ¿Cómo no pudo verlo?

Dejó que su magia inundara el Ouroboros y este cobró vida. Su magia ganando una forma física.

$Maestro, ¿cuál es tu deseo?$ le siseó la serpiente. Su magia.

$Quiero a mi Corte aquí. Tráemelos, aunque no si no están solos, asegúrate de que lo estén antes de traérmelos.$

$Será hecho.$

Dejó que su magia se expandiera, dirigiéndose en varias direcciones, rastreando a sus Ouroboros. Rio gratamente, fascinado por el sentimiento de estar conectado de tal forma con su Corte.

Uno a uno fueron apareciendo en la habitación.

No lucieron conmocionados. Lucieron excitados, alegres. Los gemelos incluso rieron. Entonces sus ojos se posaron en él y se arrodillaron.

—Mi Señor —entonaron.

Harry se paró de su cama y les sonrió.

—Levántense —ellos le obedecieron con una sonrisa—. Sé cómo llamarles ahora —les dijo.

—Lo sentimos —dijo Viktor—. Un susurro en nuestras mentes. Nuestra magia tirando de nosotros. esa es la llamada —él sonó admirado y Harry rio alegre.

—Lo es —confirmó—. Ustedes siempre estarán a mi alcance ahora.

—¿Nos llamaste por algo en específico? —preguntó Cedric, mirando alrededor y finalmente decidiendo sentarse sobre la alfombra en el piso.

—No. No realmente —dijo Harry, sentándose nuevamente en su cama y arrastrándose hacia el medio para dejar lugar a otros—. Aunque ahora que están aquí, bien podríamos hablar sobre algunas cosas. ¿Todos tienen tiempo?

Theo asintió y se puso cómodo en el cuarto de Harry.

—Bien, pero primero —miró a Wayne— ¿cómo está yendo tu arreglo para el verano?

—Está bien —le aseguró Wayne—. Tuve una cámara en Gringotts para reclamar, dado que mi abuelo nunca me desheredó. Y dao que Sirius acordó ser mi sponsor todo trabajó bien. Tengo un pequeño piso en Diagon, Sirius arregló todo.

—¿Qué sobre tus padres? —preguntó Harry.

—Les dije, por carta. No quiero volver a verlos.

Harry asintió. Estaba bastante complacido por como había ido todo.

—De acuerdo —asintió Harry—. Vamos a enfocarnos en nuestros planes para el verano.

—¿Te ha contactado Voldemort? —le preguntó Theo, inclinándose ligeramente hacia él.

Estaba un poco orgulloso de que ninguno de ellos ni siquiera pestañeara al oír el nombre de Voldemort. Sería bastante mal visto que sus seguidores le temieran al nombre del otro Señor Oscuro. Debería entrenar a cualquier otro Orroboros para no reaccionar a él.

—No, no lo ha hecho. Y eso es por lo que tenemos que hablar. Tenemos que decidir cómo vamos a actuar en la reunión cuando seamos presentados. Podrán ser mayores pero no voy a dejar que sean pisoteados.

—¿Has pensado sobre nuestros uniformes? —le preguntó Luna, y él sonrió.

Conjuró un maniquí con su uniforme y su sonrisa de lado se transformó en una sonrisa completa cuando lo vieron.

Había estado pensando sobre cómo deberían de verse y tuvo un poco de diversión jugando con varios atuendos. Quería que se vieran completamente diferentes de los Mortífagos. No debería de haber duda alguna en la mente de nadie quiénes eran Mortífagos y quienes Ouroboros. Podría estar trabajando con Tom, pero eran dos Señores Oscuros diferentes, con diferentes seguidores y él quería que todos supieran eso. Él nbo sería opacado por Tom, ni tampoco sus seguidores.

El maniquí estaba vestido por pantalones de piel de dragón negro, una remera de piel de dragón negra, con una chaqueta de un verde profundo, casi negro, encima. La chaqueta tenía un aire militar en ella con cinco precintos en plateado corriendo por su frente. Sobre los hombros había tres tiras plateadas que denotaban su posición en los Ouroboros. Nadie además de la Corte tendría esas tres tiras plateadas. Entonces estaban las botas negras también de piel de dragón, un cinturón plateado y una máscara negra. La máscara era completamente lisa. No tenía boca, ojos, o nariz. Era solo una pieza lisa de metal. Los Ouroboros serían capaces de ver a través de ella pero nadie podría ver sus caras. Estaría sostenida allí por magia.

Harry estaba feliz de cómo se veía y por sus expresiones, también su Corte.

—¿Eso es para nosotros? —le preguntó Fred, luciendo eufórico.

—Sí, ¿qué piensan?

—Es un poco sexy —remarcó Fleur con una sonrisa de placer en sus labios.

—Sí, también lo creo —contestó Harry—. Usaré uno con ese también, pero mi chaqueta será verde esmeralda y no tendrá esos tres tiras en los hombros. Tendrá una tira sólida impresa en plateado con un Ouroboros grabado en él. Y solo mantendré mi máscara tanto como mi identidad se mantenga escondida —les dijo—. Las tiras en los hombros indicarán el rango de Ouroboros. Tres tiras; miembro de la Corte. Dos tiras; Círculo Interno. Una tira; Círculo Externo. Sin tiras; recluta. El color tiene significado también. Plateado para comandante. Blanco para sanador. Esmeralda para estratega. Negro para soldado. Rojo para asesino. Azul para inteligencia —explicó Harry—. También podría haber una mezcla de colores, por ejemplo, plateado y esmeralda. Dependerá del Ouroboros en cuestión. El color cambiará en base a cada redada y dependiendo de lo que ésta sea. El color estándar será negro.

—Eso es brillante —murmuró Adrian, sus ojos aún clavados en su nuevo uniforme.

—Sí, lo es. Bueno para ver en cualquier situación y para saber quién es quién, sin comprometer identidades. Y nuestros enemigos de lo que los colores en nuestras tiras significan —acordó Graham.

—Podrían sospechar cuanto más tiempo pase —entervino Marcus.

—Cierto —comenzó Blaise—. Pero nunca será más que una sospecha.

—A menos que seamos traicionados —murmuró Draco.

—Mataremos a cualquiera que lo intente —asentó Neville ferozmente, ganándose los asentimientos de los otros.

—Me alegra que los nuevos uniformes cuenten con su aprobación —rio él cuando notó que seguían mirándolos—, ¿quisieran probárselos? —preguntó, riendo cuando se apresuraron a asentir—. Bueno. Vayan, están en ese baúl al lado de la puerta. Están encantados para encajar en sus cuerpos, solo tienen que pasarles sus firmas mágicas —hubo una pequeña carrera hacia el baúl y él sacudió su cabeza con afecto.

—¿Cuándo los conseguiste? —preguntó eorge, ligeramente asombrado.

—Ayer —respondió—. Los armé, tomé una foto, y la mandé con Dobby a un sastre en Alemania para conseguir los que van a usar. Le dije lo que quería, en qué material y color necesitaban ser hechos. Firmó un contrato de confidencialidad.

—Trabajó rápido —remarcó Viktor.

—Le pagaría el doble de lo que pedía si lo tenía en dos días. Quería tener todo listo en caso de que Tom llamara.

—Sí, sobre eso, ¿cómo vamos a actuar? —preguntó Theo, escapando de la pila del baúl con su uniforme completo.

Una sonrisa se expandió por los labios de Harry y una risa oscura hizo a los otros mirarle. Ellos no pudieron detener el pequeño estremecimeinto que les recorrió la espina. Lo que sea que su Señor hubiera planeado estaban seguros de que dejaría a los Mortífagos estupefactos.

Una semana más tarde, mientras yacía en el sofá del living leyendo uno de los muchos fascinantes libros disponibles en la biblioteca Black, el espejo para comunicarse que Tom le había dado se calentó, y a Harry le tomó solo un segundo el recordar porqué. Sus ojos abriéndose cuando lo hizo. Sacándolo fuera de su bolsillo y sintiendo como se enfriaba tan pronto como su mano lo tocó. Cuando miró en él pudo verse cara a cara con Tom.

"Hola, mi pequeña serpiente." Le saludó Tom.

—Hola, Tom —le sonrió cálidamente Harry. No podía pararse a sí mismo. Había extrañado al hombre.

"¿Estás solo?"

—Sí —respondió Harry, poniéndose más cómodo—. Sirius y Remus están hablando con Dumbledore. Él ha estado llamándolos casi todos los días. No les he preguntado lo que quiere aún, pero Sirius siempre regresa ligeramente exasperado.

"Me pregunto con qué saldrá el viejo ahora." Murmuró Tom.

—¿No crees que tenga algo que ver contigo?

Tom entrecerró sus ojos.

"¿Estás sugiriendo que uno de mis Mortífagos me ha traicionado?"

—No realmente, no —negó Harry sin encanto—. Pero quizás charlaban y alguien escuchó algo.

"Eso no es grato." dijo Tom, y Harry solo asintió.De cualquier manera no había forma en que él estuviera implicado por lo que no tenía nada de lo que preocuparse.

—¿Por qué llamabas? —cambió de tema, no queriendo tocar un punto al que obviamente Tom temía.

"¿Estás libre?"

—Sí... —respondió cautamente.

"Bien. Caronte está camino a ti, debería de arribar en cualquier minuto ahora. Tiene un traslador para ti. Es reutilizable. Te guiará a mí. Cuando vuelvas, te dejará en el último lugar en el que hayas estado, en este caso; tu casa. Tan pronto como lo tengas, ven. La palabra de activación en Ouroboros dicha en parsel." Le instruyó Tom. "Te veré pronto, pequeña serpiente." Dijo antes de terminar la llamada.

Harry bufó, mejor ir a vestirse.

Contuvo una risa cuando oyó a Harry maldecir. Aparentemente tampoco encontraba gratos los trasladores.

—Bienvenido, Harry —se acercó un paso al adolescente, sus ojos trazando su rostro. Lo había extrañado. Pero había sido necesario. Él necesitaba organizar a todos sus Mortífagos y tenía que hacerlo más pronto que tarde. Cuanto antes introdujera a Harry a sus Mortífagos, antes podrían proceder con sus planes. Había espereado lo suficiente. Ahora que sbaía que Harry podría involucrarse él apenas podía esperar.

—Tom —dijo Harry, asintiendo con su cabeza— ¿Cuándo comenzará la reunión?

—En breve —le dijo Tom, guiándolo por el estudio—. Quise que vinieras antes para que pudiéramos ir por sobre cualquier cosa que considerases importante —lo condujo hasta los sofás cercanos al fuego y se sentaron, Harry tomando aquel a su lado—. ¿Necesitas que envíe trasladores a tus Ouroboros?

Harry sacudió su cabeza.

—No, los llamaré.

—¿Aprendiste cómo trabaja la marca? —dijo Tom con gusto.

—Sí, me tomó un tiempo. No puedo creer que no lo vi antes. Ellos están atados a mi magia, solo tengo que llamarlos hacia mí. Había traído mi brazalete a la vida cuando lo entendí —él sonó tan exasperado que Tom rio.

—Eres bastante joven, Harry. Es perfectamente natural no ver esas cosas —le aseguró Tom—. Creo que eres el Señor Oscuromás joven de la historia, ahora solo debes aprender cómo ser uno. Vendrá a ti con el tiempo y, como sabes, te ayudaré, solo tienes que preguntar.

—Supongo tienes razón —suspiró Harry, antes de sonreír—. Gracias.

—De nada. Ahora, ¿has decidido cómo lidiarás con mis seguidores?

—Sí, lo discutimos. No te preocupes —le sonrió.

Tom rio y sacudió su cabeza. Estaba emocionado de ver lo que su pequeña serpiente podría hacer. Además, estaba también un poco curioso por sus Ouroboros. Había visto de lo que eran capaces, pero eso había sido antes de la Copa Mundial de Quidditch, ni siquiera eran sus seguidores aún, ni tampoco habían estado completos. Ahora lo estaban y estaba curioso sobre ellos. Eran tan jóvenes... No que temiera no se adaptaran. De lo que había visto ellos se llevarían bien con sus Mortífagos, ellos ciertamente tenían gustos similares, pero él era ligeramente aprensivo sobre la reunión. Recordaba lo que el hijo de Lucius había dicho. Si uno de sus Mortífagos usaba las palabras 'sangre sucia', ¿serían los Ouroboros capaces de controlarse?

Bien, no había punto en preocuparse de eso, tendrían que aprender a trabajar juntos, no solo los Ouroboros sino los Mortífagos también.

—¿Usarás eso? —preguntó, mirando por sobre la capa verde que Harry llevaba. Había pensado que Harry usaría algo más drástico.

Harry rio y sus ojos ganaron un brillo travieso que fue bastante atractivo.

—¿Cómo si te fuera a decir, no? —sonrió Harry— ¿Serán mis Ouroboros capaces de cruzar las salas? —preguntó, cambiando de tema.

—Son tus seguidores marcados, nada salvo las salas de Azkaban los mantendría fuera. Es una de las razones por las cuales la prisión en tan impenetrable. Magia externa no puede penetrar las salas, por lo que ellos no sentirán el llamado —explicó Tom—. Éstas salas son increíblemente fuertes, pero ni de cerca tan fuertes como esas de Azkababn, o tan antiguas. Se cree que el conocimiento de cómo crear salas como esas de Azkaban se ha perdido.

—¿Cómo planeabas sacar a tus seguidores de Azkaban? —preguntó Harry curioso. En su mente no había duda de que Tom querría liberar a sus seguidores, pero si Azkaban era tan impenetrable como Tom sugería entonces no estaba seguro de cómo podría hacerse.

—Bueno, no hay muchas opciones realmente. Vamos de redada, o vamos de redada —dijo Tom seriamente, y Harry rio—. Estoy solamente esperando que Lucius gane toda la información posible que necesito de las salas y luego mis seguidores serán posicionados.

—Iré también —dijo Harry asentándolo más que preguntando.

Tom frunció ligeramente el ceño, antes de asentir lentamente.

—De acuerdo. ¿Tus Ouroboros irán también? —le preguntó Tom.

—Sí. Es mejor comenzar en algo como esto que enviarlos a una redada como mucho menos control involucrado.

—Sí, lo creo también —Tom asintió, recordando cómo algunos de sus Mortífagos se habían congelado en algunas de las más violentas redadas, muchos no pasando de la primera—. ¿Todos saben cómo convocar un patronus?

—Sí.

—Bueno, eso lo hace mucho más fácil. Deberíamos de emparejarlos en equipos con mis Mortífagos. Aprenderán cómo trabajar juntos y les será más fácil tener su primer redada con alguien con más experiencia para ayudarles.

Harry bufó y miró a Tom incrédulo.

—De lo que he leído de tus Mortífagos, no son del tipo de personas que ayudan —remarcó.

—Aquellos que participarán en esta redada en particular lo serán —dijo Tom firmemente, un fondo oscuro en su tono—. Esos a los que te refieres son usualmente nuevos reclutas o el nivel más bajo de Mortífagos. Son los que harán lo que sea por subir de rango. Los otros saben mejor. No me importa sobre sus relaciones personales pero en una redada ellos trabajarán juntos y ayudarán a sus colegas en caso de necesidad.

—Bien —dijo Harry también firme—. No voy a tener a mis Ouroboros dañados por aquellos por los que se supone serán sus aliados.

Tom aisnitó, podía entender eso. Sabía que algunos de sus Mortífagos se habían vuelto unos contra otros en sus redadas solo por subir un rango más. Él hizo un ejemplo de los que supo hicoeron tal cosa. Afortunadamente, la mayoría de ellos aprendieron de tal experiencia. Sin embargo con los Ouroboros podría ir de cualquier manera. Dudaba que fueran atacados, pero los reclutas más nuevos podrían creer que serían recompensados si de deshacían de la competencia, por decirlo así. Bueno, al menos aquello no era algo por lo que preocuparse por el momento. Los grupos que planeaba enviar estarían compuestos mayormente por miembros mayores y un par de los de su Círculo Interno que habían manejado el quedarse fuera de Azkaban, sabía que esos no harían nada tan estúpido como aquello.

—¿Cómo crees que estarán tus Mortífagos? —preguntó Harry curioso—. Ha sido más de una década.

Él suspiró, sus ojos bajando solo un poco.

—No sé realmente. Dependerá del nivel en el que hayan sido puestos. Barty ha estado allí solo un año, pero le afectó un poco más. Aunque creo que más tiene que ver con el hecho de pasar casi una década bajo el Imperius que ese año en Azkaban.

—¿Barty? ¿Barty Crouch Jr.? —le preguntó Harry, luciendo ligeramente descreído—. Creí que estaba muerto.

—Oh, es cierto. No te dije sobre eso. Se suponía lo mencionara en nuestra cita —la última parte fue dicha con una pequeña sonrisa ladeada en sus labios y Harry entrecerró sus ojos.

—No fue una cita, me secuestraste —puntuó Harry.

—Cenamos juntos. Solos, en un lugar íntimo. Aunque, dado que no pareces estar satisfecho con nuestra cita previa, podemos hacer arreglos para otra.

—¿Qué decías sobre Barty? —Harry hizo su mejor para ignorar la creciente sonrisa en los labios de Tom.

—Sí, Barty. Él fue enviado a Azkaban por torturar a los Longbottom. Sin embargo, su madre estaba muriendo y le rogó a su padre para sacar a su hijo de ese horrible lugar. Crouch, sin importar cuán mal padre fuese, amaba a su esposa y cumplió su deseo final. Ellos fueron a visitar a su hijo e hicieron el cambio mientras estaban allí. Su madre tomó su lugar, y Crouch sacó a Barty de allí —dijo Tom, y Harry estuvo en parte impresionado con la madre de Barty, en parte disgustado con su padre, podía adivinar lo que seguía—. Aunque en lugar de darle a Barty su libertad, el hombre lo puso bajo el Imperius y lo mantuvo encerrado en su cuarto. Él solo cambió una prisión por otra.

—Crouch fue uno de los jueces, aunque se perdió algunos eventos. Algo sobre no sentirse bien —murmuró Harry, más para sí que para Tom.

—Sí... a veces Barty fue un poco demasiado entusiasta jugando con su padre —rio Tom oscuramente—. Tiene solo cosas buenas para decir sobre ti.

—¿Sobre mí? Nunca lo he visto.

—Cierto, aunque él te vio a ti —dijo Tom crípticamente—. Pasaste todo tu último año con él.

Los ojos de Harry se entrecerraron ligeramente y Tom pudo ver su brillante mente juntando las piezas. Nunca se cansaría de ver esos ojos verde Avada brillar con la vida.

—Moody... —susurró Harry, ojos salvajes enfocándose en él y Tom rio de nuevo.

—Sí. Brillante, ¿no lo crees? —la arrogancia brotaba practicamente en cada palabra.

Harry solo asintió, sus ojos aún un poco salvajes.

—Debió de ser brillante para que Dumbledore no lo notara —remarcó Harry—. Ese sería un Mortífago que no me importaría conocer.

—Estará aquí más tarde —Tom estaba un poco disgustado, aunque lo encondía bien, no le gustaba que la atención de Harry estuviese en alguien más, incluso si en aquel caso en particular había acordado. Barty era uno de sus Mortífagos más valiosos por una razón.

—¿Qué hiciste con Moody? —inquirió Harry, no que le importara el viejo. Era simple curiosidad.

—Está en la enfermería. Estamos manteniéndolo vivo por un tiempo. Tendrá un accidente tras la redada de Azkaban. Quiero que la gente olvide tu pequeña tontería antes que él muera. Con la redada de Azkaban y la revelación de que hay otro Señor Oscuro, la gente estará lo suficientemente distraída.

—La gente estará en pánico, quieres decir.

—Pánico, distraídos... es lo mismo —replicó Tom con un pequeño mohín y Harry no pudo evitar reírse.

Pasaron algunos momentos en silencio, cómodos con el otro de una forma en la que nunca habían estado con nadie más. Nunca dejaba de asombrarle cuán diferente era todo cuando Harry estaba involucrado.

—Siempre me he preguntado —comenzó Harry, rompiendo el cnfortable silencio—, ¿por qué fuiste tras de mí en el 81'?

Bueno, él no estaba realmente esperando esa pregunta tan pronto. Contuvo un gemido y ponderó sus opciones. Siempre podía mentir, pero cuando Harry lo descubriera lo perdería, estaba seguro de eso. Pero la verdad bien podría alejarlo también. Él había tenido años para pensar sobre la profecía. Años para decidir qué hacer.

—Antes de que nacieras —comenzó, sabiendo que la decisión había sido tomada hacía ya largo tiempo, no iba a mentirle a Harry—, hubo una profecía... —eso fue lo lejos que llegó antes de escuchar un ruido provenir de la garganta de Harry.

—¿En serio? ¿Una profecía? —el completo disgusto en la voz de Harry fue un poco asombroso.

—Sí, uno de mis Mortífagos escuchó a una vidente haciendo una profecía a Dumbledore —confirmó Tom.

—¿Qué decía? —Harry preguntó calmado, un brillo oscuro en sus ojos.

—Yo... —Tom vaciló solo una fracción de segundo, pero fue suficiente para que Harry lo notara y estrechara sus ojos—... no sé toda la profecía —admitió Tom, y Harry le miró incrédulo.

—¿Actuaste bajo una profecía a medias? —Harry cerró sus ojos— ¿Debo decirte cuán monumentalmente estúpido fuiste?

—Considerando que pasé diez años como nada más que un espíritu; no, no tienes qué —se burló Tom. Admitía que no había sido uno de sus mejores momentos, pero la profecía le había aterrado, le aterraba que alguien pudiera matarlo, que alguien hubiera nacido solo para matarlo a él.

—¿Qué decía? —le preguntó Harry, su voz algo más gentil, aunque aún había un ligero tono bajo de exasperación.

—Aquel con el poder de derrotar al Señor Oscuro se acerca... nacido de quienes le han desafiado tres veces, nacido al morir el séptimo mes... —recitó Tom, sabía las palabras hasta el núcleo. Estaban grabadas en su memoria—. Eso es todo lo que sé.

—¿Hay alguna forma de escuchar toda la cosa? —Harry cuestionó, cerrando sus ojos y frunciendo su frente.

—La hay —le informó Tom, y los ojos de Harry volaron abiertos—. Aunque quiero enfocarme en Azkaban primero.

—Para alguien que fue tan apresurado a actuar sobre tan solo una parte de la profecía, pareces extrañamente desc¿preocupado ahora —señaló Harry.

—¿Actuarías por ella? —le preguntó Tom como si no hubiera oído lo que el otro hubiera dicho.

—No veo razón para actuar por dos pequeñas líneas. ¿Cómo podrías saber si tan siquiera aplicaba a mí? Incluso si fuera yo, eso no dice que yo... ¿cuál era la palabra, de nuevo? Oh, sí, derrotar. No dice que voy a derrotarte, solo que tendría el poder para hacerlo —replicó Harry molesto—. Además, me gustas bastante, Tom. Preferiría que siguieras sano.

Tom miró a Harry por unos momentos, entonces rio. Sus ojos brillando con interés y Harry sintió su boca secarse. Merlín, el hombre realmente podía quitar el aliento.

—Entonces está decidido, volveremos al tema de la profecía en una cita futura —sentenció Tom. Harry nunca cesaba de sorprenderlo. Él solo esperaba que Harry manruviera esa actitud cuando finalmente oyeran toda la cosa. Había decidido no actuar sobre ella, incluso si ésta decía que moriría a manos de Harry. Sabía perfectamente que Harry no podría ganarle por el momento, sin embargo, si la profecía decía que él podría matar a Harry... bueno, él no sabía cómo podría Harry tomar aquello. Confiaban uno en el otro, pero Tom no se engañaba a sí mismo pensando que Harry estaba atado a él. Sabía que si quería, Harry podría dejarlo sin mirar atrás. Tan solo podía esperar que para el momento en el que fueran por la profecía Harry fuera suyo.

—Aún no puedo creer que actuaras con tan solo una parte de la profecía... —gruñó Harry, más para sí que para Tom, y Tom le tiró entonces una mirada disgustada. Sabía que había actuado imprudentemente, ¿su pequeña serpiente tenía que seguir refregándoselo en la cara?

Tom estaba a punto de responder cuando una alarma se oyó en el cuarto y contuvo un suspiro.

—Mis Mortífagos han comenzado a arribar —le dijo Tom, levantándose de su asiento—. Llama a tus Ouroboros, discute lo que quieras con ellos, entonces úneteme. Puedes hacer tu entrada como quieras. Estoy segura serás capaz de encontrarme.

Harry asintió y Tom salió del cuarto. En el momento en el que se fue, Harry se dejó caer en su asiento. Profecía... ¡Una jodida profecía! Maldijo en silencio, haciendo una nota mental de discutir aquello con Sirius y Remus, seguramente debían de saber algo al respecto. Al menos eso esperaba.

Tomó tres respiraciones profundas y se sentó derecho de nuevo. No era moemnto para pensar sobre profecías, era mtiempo de llamar a sus Ouroboros, era momento de subir al escenario.

Cavó profundamente en su magia, recolectando en sí mismo, comandando la búsqueda de los vínculos para con sus Ouroboros, para llamarlos a él. Un mensaje silencioso en él, tocando contra sus mentes; 'Ven a mí'.

No fue nada más que un suave murmurllo pero sabía ellos podrían sentirlo. Ya podía sentirlos reaccionando.

Uno a uno fueron apareciéndose frente a él. No pudo evitar sonreír al verles, sus uniformes y máscaras en su sitio ya.

—Es hora —susurró, levantándose y quitando su manto, mostrando su propio uniforme debajo. Deslizó su propia máscara y sus Ouroboros cayeron sobre sus rodillas.

—¡Ouroboros!

Sonrió, sentía la alegría escondida tras sus máscaras.

Sí, era hora.

Había sido uno de los primeros Mortífagos en llegar. Admitiría que estaba un poco sorprendido de ver a tantos de ellos allí. Estaba al tanto de que su Señor no había llamado a todos los Mortífagos libres aún. Ni siquiera a todos los libres dentro del Círculo Interno. Por lo que, el que hubiera tantos de sus seguidores Mortífagos presentes era un poco sorprendente.

No pudo sacudir el sentimiento de que algo monumental pasaría ese día, algo que lo cambiaría todo.

—Lucius —le llamó una voz. Se giró para encontrarse con Teodred haciendo su camino hacia él— ¿sabes porqué todos hemos sido llamados? —Teodred le preguntó suavemente, y él negó con la cabeza—. Ya veo —murmuró Teodred, mirando hacia su Señor sentado en su trono.

Aún tenían unos minutos hasta que la reunión comenzara, razón por la que tenían permitido charlar un poco. Lucius estaba seguro de que su Señor estaba dándoles tiempo de reponerse de la sorpresa inicial de verlo, al menos a aquellos que no habían estado al tanto de su regreso hasta ahora.

—¿Sospechas de qué se trata? —preguntó Lucius suavemente, haciendo su camino hacia el frente donde el Cínculo Interno usualmente se paraba.

—Puedo adivinar —replicó Teodred—. Aunque eso es todo lo que sería, un suponer.

Lucius no empujó por más respuestas vagas. Había solo unas pocas personas que pudieran adivinar lo que el Señor Oscuropensaba, Teodred era una de ellas. Sin embargo, raramente compartía esas sospechas.

Sintió las salas subir, lo que significaba que el último Mortífago había arribado, y todo se silenció. Formaron en filas ordenadas y esperaron que su Señor hablara.

—Mis fieles seguidores —la pecadora voz de su Señor llenó sus oídos—. Bienvenidos —dos piezas rojas barrieron a través de ellos—. Me alegra que incluso después de todos estos años aún responden mi llamado. Aunque, por un momento, no pude evitar pensar que hubieran desertado —Lucius vio a algunos de los Mortífagos encogerse y él casi se burló; tontos, todos ellos—. Cuando los años pasaron y ninguno de ustedes vino en mi búsqueda... pero todos están aquí ahora, por lo que me pregunto... ¿por qué ninguno de ustedes fue a buscarme entonces?

La magia de su Señor llenó el cuarto y Lucius tuvo que cavar sus uñas en la palma de sus manos para evitar temblar. La magia estaba saturada con tal intención maliciosa que apenas podía creer viniera de un humano.

Mortífagos a su lado cayeron al piso y Lucius bufó. Patéticos, débiles, tontos.

—Mi Señor —el hombre, Avery, soltó— ¡Por favor! ¡Por favor, perdónanos!

—¿Perdonarlos? —fue un susurro, incluso si todos ellos lo escucharon— ¿Perdonar su abandoo? ¿Su traición?

La mitad de ellos cayeron y Lucius la verdad no los culpaba. La magia estaba haciendo que fuera difícil hasta respirar, incluso a él.

—Mi- mi Señor, nosotros nunca... nunca... —tartamudeó Avery, y Lucius casi sacudió su cabeza. El hombre solo podría culparse a sí mismo.

—Si tú nunca, entonces ¿por qué pides mi perdón? Si nunca lo hiciste, entonces no habría nada que perdonar, ¿o no? —sino fuera por la magia a su alrededor Lucius casi podría creer que su Señor no estaba enojado.

—Yo... yo... —Avery sacudió su cabeza, aún en el piso, y tomó un tembloroso respiro—. Mi Señor, te hemos fallado.

—Sí. Sí, lo hiciste —fue la sentencia, y Lucius ni siquiera escuchó el crucio que siguió, pero sí escuchó los gritos. Gritos agónicos. Y él solo agradeció que su Señor optara por la maldición . Si dejaba que su magia corriera libre hubiera sido mucho peor.

Un minuto después, cuando los gritos se comvirtieron en lamentos suplicantes, la maldición fue levantada. Avery continuó maullando y retorciéndose en el piso pero nadie hizo movimiento alguno por ayudarle. Les gustaba vivir.

—Sí —continuó su Señor, sonando casi lamentable—. Me han fallado —era como si aquel simple pensamiento fuera difícil de pensar para su Señor, si no pudiera entender cómo podrían ellos hacer tal cosa y Lucius tuvo que aplaudir aquella actuación maestra. La vergüenza que sus seguidores Mortífagos sintieron fue casi palpable—. Pero ese no es el motivo por el cual los he llamado hoy. Los llamé aquí hoy para compartir con ustedes grandiosas noticias —comenzó su Señor parándose de su trono. Se paró frente a ellos luciendo y sintiéndose más que vivo, y Lucius volvió a sentirse abrumado por el hombre que había elegido seguir—. No solo he recuperado mi poder, listo para continuar la pelea por nuestra causa, sino que he ganado aliados invaluables —¿Aliados? Incluso él estaba un poco sorprendido, apenas notó los susurros de otros Mortífagos. El Señor Oscurono tenía aliados. Tenía seguidores, algunos más útiles que otros, pero seguidores. Lucius miró a Teodred y vio el entendimiento flotar en sus ojos por un segundo o dos antes de ser enmascarado—. En estos años —el Señor Oscurocontinuó, y los Mortífagos volvieorn a hacer silencio— ¡Un nuevo Señor Oscuroha surgido! —declaró y Lucius pudo sentir el descreimiento golpear a cada uno de ellos—. Ambos vamos a mostrarle a la Luz que su tiempo ha terminado. ¡Nosotros traeremos una nueva era donde la magia sea libre!

Los Mortífagos vitorearon, incluso si aún estaban completamente conmocionados. Mas estaban tan completamente concentrados en su Señor que solo él y Teodred notaron como la puerta tras el trono de su Señor se abría y una pequeña figura pasaba.

Lucius se sintió congelarse del shock. No podía ser, ¿o sí? Miró a Teodred y vio lo mismo en sus ojos. El mismo conocimiento. Incluso si no podía creer lo que su mente le decía, tenía que estar equivocado.

Ninguno de sus Mortífagos notó la pequeña figura caminando más allá de donde el trono de su Señor yacía. Tan solo lo hicieron cuando se paró justo al lado de su Señor.

Una sonrisa fugaz apareció en los labios de su Señor y solo porque estaban tan cerca del frente fue que Lucius vio la mirada hambrienta que apareció luego en sus ojos. No que Lucius lo culpara. La pequeña figura se veía como el pecado personificado. Los pantalones parecían estar pintados en él. Sin embargo, había algo en la apariencia que le dejó un sentimiento aprensivo. Todo el atuendo era una mezcla justa entre seductor y aterrador. Suponía que era la máscara. Los Mortífagos tenían máscaras, pero esas... se le hacía difícil mirarle. Era solo un metal liso. No podían ver ni siquiera sus ojos, no podían ver nada que indicara que lo que hubiera detrás fuera humano. Y cuando la magia del pequeño hombre saturó el aire a su alrededor, Lucius no pudo detener el estremecimiento que atravesó su dorsal.

Él conocía esa magia.

Escuchó a algunos de los Mortífagos ronronear y sintió un momento de compasión por ellos. no podía culparlos, estaba tomando todo de él el no caer de rodillas. Quería complacer al pequeño hombre, quería hacer todo, lo que fuera, con tal de complacerle. Sintió su magia rodearles a todos una vez más antes de retirarse.

Una oscura, seductora risa salió de la pequeña figura.

—Hola, Mortífagos.

Lucius había tenido razón esos meses atrás, había solo otra persona que podría comparar con su Señor, y ahora estaba justo frente a ellos.

Su Señor rio también y dio un paso hacia el pequeño hombre, casi como si no pudiera estar alejado de él. Se detuvo justo a su lado, pero sus ojos vagaron por sobre la pequeña figura y el hambre en ellos creció. Lucius nunca había visto a su Señor luciendo tan fascinado por nada.

—Mis queridos Mortífagos, les presento, al Señor OscuroThanatos —Lucius no se perdió el orgullo en la voz de su Señor y estaba seguro tampoco Teodred.

—Gracias por la cálida bienvenida —dijo el otro Señor Oscuro, incluso si los Mortífagos no habían hecho nada salvo quedarse parados allí y susurrar—. Estoy seguro de que mis seguidores y yo tendremos un buen momento.

Ante esas palabras, las sombras alrededor del cuarto comenzaron a moverse. Varios Mortífagos cercanos a esas sombras dieron varios pasos atrás, tratando de poner tanta distancia entre ellos y las sombras extrañas como pudieran sin dejar su lugar.

Las sombras crecieron y formas humanoides comenzaron a surgir de ellas, goteando sombras en su camino hacia la tarima. En cuestión de segundos, catorce personas estaban paradas en líneas frente al trono, sus rostros escondidos por la misma máscara de metal liso.

Cayeron a sus rodillas, inclinando sus cabezas, poniendo su brazo derechocruzado ante su pecho con su izquierdo a su espalda.

—¡Ouroboros! —entonaron como uno.

Fueron como uno.

La sola palabra pareció estar saturada con su magia, haciendo que sonara como si fueran muchos más que solo catorce los arrodillados frente a ambos Señores.

Los Mortífagos comenzaron a removerse inquietos con el paso del tiempo y nadie dijo nada, ambos Señores solo observando al mar de gente frente a ellos. Aunque la mayoría de ellos no pudo evitar quedarse viendo a los seguidores del segundo Señor.

Estuvieron en la misma posición durante cinco minutos y ninguno de ellos movió un solo músculo. Si Lucius no supiera mejor diría que ni siquiera respiraban.

—Ahora que las introducciones fueron hechas, son despedidos. ¡Vuelvan a casa con el conocimiento de que la victoria está de nuestro lado! —exclamó su Señor, ganando un vitoreo del Círculo Externo de Mortífagos—. Círculo Interno, permanezcan —ordenó, girándose y sentándose de nuevo en su trono.

Con un movimiento casi perezoso de su varita hizo aparecer un segundo trono, idéntico al que él tenía. Lucius estaba seguro de que aquello significaba algo, pero no estaba seguro de qué.

Momentos después, la habitación estaba vacía, exceptuando a los dos Señores y, lo que Lucius sospechaba, ambos Círculos Internos. Sus ojos permanecieron en los seguidores arrodillados, que aún no se movían.

Sintió a Teodred removerse a su lado y el otro Círculo Interno de Mortífagos se acercó. Para Lucius era doloroso de ver como sus números habían menguado. Eran solo Teodred Nott, Severus Snape, Barty Crouch Jr, Mikhail Jugson, Gregory Montague, Julius Pucey, Alexander Avery, Marius Avery, y él mismo. De todos, Teodred y Alexander eran los únicos que habían estado desde el principio. Habían sido parte de la Corte del Señor Oscuro. Pero habían perdido a tantos. La mayoría de ellos en Azkaban. Era triste de ver sus números tan reducidos. Aunque Lucius estaba seguro de que estarían rectificando eso pronto.

—Ustedes, mis más fieles seguidores, mi Círculo Interno, tendrán el privilegio de saber la identidad del Señor Thanatos —enunció su Señor, y Lucius pudo ver la emoción que los demás sentían. Por más que él no pudiera sentirse de la misma manera. Sabía quien era, sabía quienes estaban arrodillándose a los pies del Señor Thanatos. Sabía, y parte de él deseó no hacerlo.

El Señor Thanatos rio, e incluso si Lucius no podía verlos, estaba seguro de que sus ojos brillaban con picardía. Era una mirada con la que estaba familiarizado. Siempre tenía la misma mirada cuando jugaba con las personas.

La máscara comenzó a disolverse y la primera cosa que vio fueron esos mortales ojos verdes.

Escuchó un pequeño jadeo desde su derecha y miró a su lado, notando a Severus lucir extremadamente pálido. Recordaba cuando su hijo le dijo sobre que el nuevo Señor y Severus no se llevaban.

Cuando los ojos del Señor Thanatos se posaron en Severus y una maliciosa sonrisa llenó sus labios, Lucius sintió una pizca de pena por su viejo amigo. No quería saber lo que estaba pasando por la cabeza del Señor Thanatos.

—Lo han conocido como Harry Potter —les dijo su Señor—. Desde este día, él será conocido como el Señor Thanatos. Espero todos lo traten tal y como me tratan a mí. Él está por sobre ustedes. Él es mi igual —dijo ferozmente, esos brillantes ojos rojos prometiendo dolor si no era obedecido.

—Mi- mi Señor, por favor... —Avery, el joven, miró alrededor, hacia el nuevo Señor primero y luego implorante a su Señor. Lucius sacudió su cabeza, el joven Avery siempre había sido mucho más insolente que su padre. Por la mirada que Alexander le estaba dando a su hijo, Lucius sabía que el hombre estaba preocupado por su seguridad. Su Señor acababa de decirles respetaran al Señor Thanatos como si fuese su propio Señor, y Lucius estaba seguro de que lo que estuviera a punto de salir de la boca de Avery sería todo menos eso— ¡Él es nada salvo un sucio mestizo! Él no podría ser un Señor Oscuro. Es solo un mestizo sin valor, ¡justo como la sangre sucia de su madre!

Lucius no estaba seguro de qué esperar, pero seguro no fue aquello.

Los catorce seguidores parecieron convertirse en sombras y desaparecer de a poco. Ellos no se habían movido, no les había visto varita alguna, ellos solo se fundieron en las sombras. Entonces, catorce pilares se elevaron alrededor de Avery y catorce crucios dejaron sus varitas.

Pasó tan rápido que ninguno tuvo tiempo de reaccionar, mucho menos Avery, quien ni siquiera pudo moverse antes de ser golpeado. Aunque por más que se hubiera movido, no tenía lugar dónde hubiera podido esconderse de las maldiciones. Ellos lo habían rodeado de todos los lados.

El grito agonizante que escapó de la boca de Avery helaba la sangre, y Lucius pudo ver a Alexander apretando fuerte su varita, a pesar de que no interfirió. Ninguno lo hizo. Lucius no creía que ninguno pudiera, aún si quisieran.

El grito pareció continuar por siempre y todos ellos estaban tan paralizados por lo que estaba ocurriendo que no vieron al nuevo Señor moviéndose. Mas de pronto, allí estaba. Dentro del círculo con el hombre blandengue aún gritando, las maldiciones pararon.

Avery siguió quejándose. Un pequeño sonido roto que Lucius nunca había escuchado de él. No pudo evitar que todo su cuerpo de repente se agarrotara. No podía ni imaginar la agonía que debió haber sido el estar bajo catorce crucios al mismo tiempo.

Los catorce se pararon derechos, manos tras su espalda, y de nuevo completamente inmóviles. Lucius no podía quitar su mirada de ellos. Parecían casi antinaturales. Se movían y actuaban como uno. Ellos... no parecían ser individuos para nada. Era casi... casi como si fueran una extensión del Señor Thanatos, una extensión de su voluntad. Le heló hasta los huesos. Heló la sangre en sus venas el saber en lo que su hijo se había convertido. Una mirada a Teodred le mostraba que éste se sentía de igual manera.

El Señor Thanatos se sentó al lado del tembloroso hombre en el piso y empujó su cabeza a su regazo. Comenzó a acariciar sus cabellos, casi arrullándolo.

—¿Dolió? —preguntó casi cariñosamente, una suave sonrisa en sus labios.

Avery se quejó un poco más alto y el Señor Thanatos lo calmó, nunca cesando su trato.

—Lamento que tuvieras que pasar por eso —sonó tan honesto, tan triste, y Lucius quiso creerle tan mal—. Aunque pudo ser peor —la magia en el cuarto creció opresiva. Centrándose alrededor del Señor Thanatos y Avery. Los quejidos de Avery cesaron y sus ojos se abrieron salvajemente. Estaban llenos de terror y Lucius sintió otra pizca de pena por el hombre que solía ser su amigo—. Pudo haber sido mucho peor —y Lucius le creyó—. Podría haberte quitado tu magia —hubo un jadeo colectivo y más de uno dio un paso atrás—. Bueno, no realmente quitarla —Lucius dejó que salir un respiro de alivio que no notó haber estado reteniendo—. Pero podría haber frenado tu acceso a ella, justo así —la magia del cuarto surgió con fuerza, concentrándose en Avery, y el grito que siguió perseguiría sus sueños por muchas noches por venir. Nadie nunca había sonado así. Como si su alma hubiera sido tomada de ellos.

—¡Por favor! —él sonó tan roto, peor que los pocos que había visto en Azkaban.

—Shhhh —El Señor Thanatos continuó acariciando su cabello, manteniendo aún la cálida sonrisa en sus labios—. Te la regresaré —le aseguró—. Pero tienes que aprender, no queremos que esto vuelva a ocurrir, ¿no es así?

—No. No. No —Avery sacudió su cabeza—. Por favor —rogó de nuevo, y Lucius tuvo que apartar su mirada.

La magia llenó la habitación de nuevo, y luego se fue, como si nunca hubiera estado allí. Avery se derrumbó en el piso, lágrimas cayendo de sus ojos, su cuerpo aún tembloroso. Lucius supuso que era tanto por los crucio como por el impacto de haber perdido el contacto con su magia.

El Señor Thanatos volvióa pararse, mirando a Avery una vez más antes de regresar a su trono. Sus seguidores tomando pocisiones en una simple línea, quedándose nuevamente tan firmes e inmóviles como antes.

Lucius volvió a tomar su lugar, junto con los otros Mortífagos y solo entonces observó la expresión de su Señor. Nunca había visto tanta lujuria en los ojos de alguien. Había tanta necesidad cruda que dejó a Lucius momentáneamente conmocionado.

Suponía que no debería de estar sorprendido. Su Señor siempre había tenido cierta fascinación con Lord Thanatos, podía ver como aquella pequeña escena de la que habían sido testigos le había afectado.

—Como se habrán dado cuenta —siseó su Señor en un susurro oscuro—. El Señor Thanatos y sus seguidores saben como manejarse —sonó más allá de complacido y Lucius supo entonces que muchos de sus compañeros Mortífagos serían sujetos de los castigos de Lord Thanatos si le fallaban a su Señor.

Su Señor miró a Avery, aún en el suelo, y luego hacia Alexander.

—Toma a tu hijo, Alexander —instruyó—. Él no será capaz de lanzar nada por un día o dos. Fue un shock a su cuerpo y núcleo.

Alexander se inclinó ante su Señor.

—Sí, mi Señor —se enderezó y miró al Señor Thanatos, quien estaba prácticamente desparramado en su trono. Se inclinó de nuevo. Una profunda y respetuosa inclinación—. Mi Señor —completó y Lucius escuchó el aliento de Teodred engancharse. Los ojos de ambos Señores se llenaron de placer y una genuina sonrisa se esparció por los labios de Lord Thanatos. Lucius difícilmente podría mirar lejos. El Señor Thanatos era hermoso, realmente no había otra palabra para describirlo.

—Despedidos —les dijeron ambos Señores.

Los Ouroboros volvieron a fundirse en sombras y Lucius estaba seguro de que tan pronto como llegara a su casa iba a encontrar a su hijo allí como si nunca se hubiera ido.

Los Mortífagos se inclinaron antes sus dos Señores, Severus aún bastante pálido, y dejaron la habitación del trono tan rápido como pudieron.

Lucius captó los ojos de Teodred y asintió cuando vio la pregunta silenciosa en ellos. Sí, necesitaban hablar. Necesitaba hablar con alguien que también tuviera un amado como seguidor de Lord Thanatos. Cerró sus ojos cuando se apareció lejos. Lo único que podía esperar era que su hijo supiera lo que hacía.

Tan pronto como estuvieron solos, Harry rio.

—Eso fue divertido —exclamó, saltando de su trono. Él ignoró completamente los ojos hambrientos que observaban cada uno de sus movimientos.

—Divertido... no sería la palabra que usaría —remarcó Tom, volviéndose a levantar de su trono—. Aunque fue interesante.

—¿Lo fue? —preguntó Harry, contento.

Pestañeó cuando se entontró de pronto presionado contra la pared. Ni siquiera había visto que Tom se moviera.

—¿Tienes que atormentarme tanto? —siseó Tom contra su cuello, y él se congeló. Apenas fue capaz de contener el gemido que quiso escapársele.

—¿Atormentarte? —estaba bastante orgulloso de haber sido capaz de sonar no afectado—. No lo hice para atormentarte. Estaba simplemente mostrándoles lo que pasaría si me enojaban.

Siseó cuando dientes como los de un tiburón mordieron su cuello. Él miró hacia Tom, fundiéndose en las sombras y apareciendo de nuevo en su trono.

Tom se giró lentamente, entrecerrando sus ojos rojo sangre. Pero sin hacer nada para ocultar la lujuria en ellos.

—Y dices que no me atormentas —recalmó Tom—. ¿Cuánto tiempo planeas mantenerme persiguiéndote? —Harry pudo sentir cuán seria era la pregunta. No había broma en ella, aunque pudo detectar un toque de anhelo.

—Tanto como tome —respondió sincero. Él no iba a ceder a Voldemort, no hasta que estuviera seguro de que Voldemort iba realmente en serio. No iba a convertirse en el juguete del otro Señor Oscuro.

Sonrió al Señor Oscuroy se metió en las sombras.

Subió las escaleras casi corriendo. En cualquier otra situación no se hubiera molestado, pero aquella era una en la que lo ameritaba. Tenía que estar en lo cierto. Tenía que estar en lo cierto. Deseó con todo lo que era que no lo estuviera. Ni siquiera golpeó. Casi arremetió en la oficina, su respiración agitada, sus ojos salvajes, su piel pálida.

Albus lo miró, su sonrisa cayendo de su rostro al verlo.

—¿Severus? —él sonó tan preocupado, y él sintió la urgencia de reír. ¡Albus no se preocupaba lo suficiente! ¡Le había advertido! Le dijo que debían hacer algo—. Severus, ¿qué pasó?

—El Señor Oscurollamó —comenzó, intentando calmarse. Necesitaba tener la cabeza despejada. Necesitaba pensar claramente.

Albus pareció envejecer frente a él y Severus casi se sintió mal por las noticias que tenía para darle, casi.

—Comienza —suspiró Albus, sentándose de nuevo—. ¿Cómo lucía Severus? ¿Fue pleno?

Severus tomó un asiento y respiró profundo.

—Él... él parecía incluso más poderoso que antes. Parecía que había vuelto desde hacía ya un tiempo.

—Podría haber. La piedra fue tomada hace algunos años ya. Solo Merlín sabe lo que Tom ha estado haciendo estos años pasados.

Severus no pudo contener la pequeña risa que se le escapó.

—Oh, no. No solo Merlín. Sabemos lo que ha estado haciendo todos estos años —dijo enojado—. Tiene a alguien con él, alguien a quien llama aliado, alguien que fue presentado como un segundo Señor Oscuro.

Todo color fue drenado del rostro de Albus y Severus supo que el terror que el hombre estaba sintiendo solo crecería una vez supiera quién era dicho segundo Señor. Severus no creía que nadie lo hubiera visto venir. Incluso él, quién creía fuertemente que el chico era oscuro, nunca imaginó que fuera a ser otro Señor Oscuro, al menos no tan pronto.

—No —la palabra fue lanzada con descreimiento y Severus no lo culpaba—. ¿Viste a este segundo Señor?

—Lo hice, Albus —confirmó gruñendo—. Es...

Severus gritó.

estaba quemándose, todo quemaba.

'Por favor, por favor, ¡por favor! ¡Para! ¡Haz que pare!'

Se detuvo, y una risa atravesó su mente.

'Travieso, travieso.' susurró la infantil voz en su mente, y por primera vez en años, él sintió el miedo inundar su corazón.

Él no podía decirlo.

Debería haber sabido.

Abrió sus ojos -¿cuándo los había cerrado?-, y vio a Albus por encima suyo. Preocupación llenando sus facciones. Hubiera sonreído al hombre si pudiera.

—N-no puedo decir —susurró duramente a través de su garganta cruda. Gruñó al sentir la sangre en su boca.

—Está bien, mi muchacho —Albus le ayudó a levantarse y conjuró un vaso de agua—. Solo dime lo que puedas.

Bebió el agua, intentando enfocar sus pensamientos. No podía ni siquiera pensar en formas de decirle a Albus quien era, ni siquiera escribirlo. Podía sentir su sagre comenzar a calentarse de nuevo con tan solo pensar en ello.

—El Señor Oscuroha vuelto. Su compañero se llama Señor Thanatos. Son tan malos como el otro y el Señor Thanatos parece disfrutar de castigar a aquellos que le disgustan, incluso más de lo que lo hace Mi Señor.

—¿Tom le dejó castigar a sus seguidores? —Albus sonó sorprendido y Severus no lo culpaba. El Señor Oscurono compartía. Severus sabía eso. Severus creía eso. Era algo que había creído, hasta ese día. Hasta que vio cómo el Señor Oscuromiraba al mocoso.

No pudo ocultar el disgusto que mostraban sus facciones ¿Cómo podía el chico dejar que ese monstruo lo tocara? ¿Cómo podía el chico darse a sí mismo al hombre que había asesinado a su madre? ¿Significaga tanto el poder para él que se prostituiría a sí mismo al hombre que había asesinado a su madre a sangre fría?

—El Señor Oscurolo llamó su igual. Aunque el Señor Thanatos tiene sus propios seguidores también. Se llaman... —su sangre hirvió y él gruñó de dolor. Ni de cerca tan doloroso como fue la primera vez pero estaba seguro de que si trataba de decir más crecería.

'No. No. No. Arruinaría la sorpresa.' Susurró nuevamente esa voz en su cabeza, seguido de una risita.

—No puedo, Albus —sonó casi derrotado.

—Entiendo. No te preocupes, mi muchacho —trató de asegurarle Albus—. Llamaré a la vieja Orden a que se junte. Le advertía al mayoría de ellos que algo podría pasar. Están listos.

Severus cerró sus ojos. No quiso que Albus viera la desesperación en ellos.

¿Cómo podría no preocuparse? ¿Cómo podría no desesperarse cuando su, supuesta, única esperanza estaba calentando la cama del Señor Oscuro?

El Ascenso de un Señor OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora