Same airplane➼ c.h

1.

Calum.

Era demasiado tarde para irme manejando, jamás llegaría pronto a Chicago, mi única opción había sido tomar un avión.

Por alguna razón, el corazón me latía acelerado cuando fue mi turno de comprar los boletos o en este caso el boleto, la muchacha lo noto pero sólo me ignoro mientras con las manos temblorosas agarraba mi boleto.

Observe todo a mi alrededor, miles y miles de personas corriendo con sus maletas, niños con cansancio tratando de alcanzar a sus padres, camine hasta donde podría abordar mi avión, faltaba menos de una hora, daba pasos lentos hasta que por fin llegue a mi sala de abordaje.

Había demasiada personas en ellas, sería un viaje grande, busque un asiento donde pasar el rato hasta que pudiéramos abordar. Aún sentía el corazón golpearme fuerte contra el pecho, cuando la señora anuncio mi número de vuelo solté un suspiro.

Camine lentamente entre la numerosa fila de personas y le entregue mi boleto al oficial, este le cortó y me entrego el sobrante.

"Asiento J18" bien.

Los tripulantes del vuelo me dieron una sonrisa y un "buenas tardes" antes de entrar en el avión, asentí y seguí buscando mi asiento, lo alcance a distinguir, no estaba entre los primeros pero tampoco eran de los últimos, sólo estaba bien para mi.

Coloque mi maleta en el gabinete que me correspondía, eran tres asientos, un señor de al parecer unos 35 años se encontraba en la parte de la ventanilla, antes de sentarme devise a una chica de más o menos unos 17 quizá 18 años unos asientos más atrás, se veía muy nerviosa y miraba todo con miedo, coloco su maleta color verde limón en la parte superior y su miraba se encontró con la mía, le regale una sonrisa y ella hizo intentó de una pero le salió más como una mueca, me reí y despedí con un ademan de mano sentandome.

Esa chica era bonita, la mayoría aquí eran rubias, flacas y altas, y se vestían y arreglaban muy extravagante, ella no era muy alta pero tampoco era bajita, vestía muy muy simple y su cabello lo llevaba suelto, parecía estar enredado por algunas partes pero lo arreglaba muy bien con su mirada de inocencia.

Rayos cal, nunca la volverás a ver.

Lo último que recuerdo antes de cerrar los ojos es haber conectado los audífonos a mi iPhone y haber reproducido una canción que tanto me relajaba.