🄳🄾🅂

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JiMin gemía como perra en celo sobre el colchón que en ocasiones compartía con su prometido.

Estaba siendo deliciosamente follado por su amante, un joven un par de años mayor que él, al que había conocido en un bar hacía 6 meses.

Su relación clandestina había comenzado hacía 3, cuando TaeHyung se fue de viaje a Japón por el trabajo y él, se sintió muy solo, pobrecito.

— ¡Agh! ¡Así más duro! –Exigía sin cohibiciones.

El mayor embestía con fuerza, ese rubio lo ponía, aunque sólo lo quería para follarlo, el hecho de que fuera "el otro", era lo de menos para él, pues sólo quería al menor para satisfacer su morbo de estar con alguien comprometido.

Dime putita, ¿así te pones de necesitada con tu prometido? –Preguntó con esa voz grave que le hacía estremecerse.

— ¡Agh! ¡Oh Dios sí! –Gemidos era lo que recibía como respuesta.

YoonGi conocía, por voz del menor, que su relación sexual con su prometido era dulce y sólo a veces, era salvaje, así que eso él lo aprovechaba en cada uno de sus encuentros, se comportaba como un animal, cosa que el rubio gozaba y lo hacía volver a él.

Después de terminar con un satisfactorio orgasmo, ambos yacían sobre la cama, descansando.

Siempre es exquisito estar contigo. –Murmuró el menor mientras acariciaba el pecho desnudo del peli menta.

Lo sé. -Respondió secamente, ya se quería ir.

 ¿Te quedarás esta noche? –Ronroneó el menor mientras dejaba pequeños besos en su cuello.

No. –Contestó y se levantó abruptamente. —Debo ir a trabajar.

Sin más, se vistió y con una arrogante sonrisa dedicada al menor que lo veía confundido y dolido, se fue.

Ese niño sólo era su juguete.









Ese niño sólo era su juguete

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TaeHyung estaba arreglando unos asuntos en la empresa donde laboraba, ser el director de finanzas no era cosa sencilla, estaba sumamente estresado mientras leía los balances mensuales y notaba un pequeño déficit en las ventas de la última semana.

Dios, estoy cansado. –Murmuró en la soledad de su oficina.

Segundos después, tres golpecitos se escucharon y una melena castaña se dejó ver.

Oh Jinnie, que bueno verte. –Se levantó y abrazó al menor, dejando caer sobre él todo su peso.

— ¡Agh! ¡Hyung pesa! –El más joven se sonrojó al tener el fuerte cuerpo de su jefe sobre él, con timidez lo abrazó por la cintura y trató de apartarlo.

No me alejes nunca de tu lado, Jinnie. –Dijo en tono meloso mientras besaba su cabeza y le sonreía dulcemente.

Jamás lo haría, hyung. –Contestó con una sonrisa también y el mencionado regresó a su puesto.

Bueno, dime que te trae por aquí.

Son los informes de las ventas que pidió, jefe. –Respondió extendiendo varios archivos.

Ah... Estos benditos informes. Gracias. –Los tomó y empezó a leerlos.

SeokJin observaba con admiración y cariño al que era su jefe desde hacía 5 años, un hombre inteligente, dedicado a su trabajo, amable y cariñoso con él, pues eran amigos y su amistad sobrepasaba las paredes de esa oficina.

Amistad que desde hace 2 años dejó de sentir para convertirse en amor, un amor puro y sincero que él sabía, no era correspondido pues el castaño estaba comprometido con un diseñador de modas muy guapo y tierno, al cual amaba con locura, él lo sabía.

Se sentía triste, pero no podía evitar amarlo, él se había convertido en su ejemplo a seguir, su motivación para superarse y sólo en sus sueños, podría convertirse en el hombre de su vida.

«Se vale soñar, Jin.» Se decía con amargura mientras veía a su jefe a través del vidrio de su oficina.

↬ʀᴇᴍᴇᴅʏ🌻 [ᴛᴀᴇᴊɪɴ ᴠᴇʀ.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora