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Stiles

Ya había hablado con mi jefe, un buen amigo mío, y me había otorgado una semana de vacaciones, desde hace cinco años que estoy trabajando en el hotel no he pedido vacaciones, alguna vez pedí algún día libre por emergencia, pero nunca he necesitado pedir más de dos días de descanso.

Tomé mi celular y llamé a Derek.

—Der, adivina que... — hablé después de que contestó la llamada.

¿Qué pasa, Sti? — respondió a lo que dije con una voz tranquila.

— ¡A este chico le dieron una semana de vacaciones! —dije con entusiasmo, mientras tenía una sonrisa en mi rostro.

¡Wow! Qué bueno, amor— tenía una sonrisa tonta en mi rostro, imaginándome todo lo que haríamos en Bora Bora. — Quiero confesarte que me siento muy feliz y emocionado.

—Yo también, amor, ¿qué haremos allá? — pregunté con curiosidad.

La verdadera pregunta es... ¿Qué no haremos allá? — podía notar su sonrisa traviesa por su voz, incluso a través de la llamada. — Hay muchas cosas que podemos hacer en la habitación donde nos quedaremos, sabes...

—Oh, claro que sé, pervertido— dije y ambos reímos, pero fuera de bromas, Derek y yo podríamos tener nuestra primera vez como pareja en Bora Bora, sería muy lindo.

Sti, voy a pedir servicio a la habitación.

—No me lo digas a mí, llama al restaurante— contesté a lo que había dicho con una sonrisa en mi rostro.

¿Eres tú el que vendrá? — preguntó con curiosidad.

—No lo sé, talvez sí o talvez no— después decirte esto corté la llamada u la sonrisa seguía en mi rostro, pero ahora era de ligera burla.

Regresé al restaurante cuando mi descanso de diez minutos acabó, el jefe de meseros me llamó, junto a él se encontraba un carrito de comida listo.

—Stiles, habitación 240.

—Enseguida— le contesté a mi jefe y tomé el carrito, me dirigí a la habitación sabiendo exactamente de quién era.

Cuando llegué toqué la puerta para después hablar.

—Servicio a la habitación— se abrió la puerta y frente a mí se encontraba mi novio con unos pants grises y una playera básica de tirantes. — Te ves demasiado sexy.

—Claro, me arreglé para ti— me guiñó y una linda sonrisa estaba en su cara.

—¿Y si aparecía otro mesero? — le pregunté mientras que cruzaba mis brazos. — Además... ¿te arreglaste? a puesto a que con eso dormiste.

—Cállate y pasa— había aparecido un ligero sonrojo en sus mejillas. — Ya me habías dicho que esta zona del hotel es la que tu atiendes.

—Wow, Derek Hale, que buena memoria tienes.

Después de eso dejé el carrito en alguna parte de la habitación, nos acercamos y nuestros labios se juntaron.

—Te extrañe, mi amor— me dijo mientras acariciaba mi mejilla con su pulgar.

—Y yo a ti...— dejé un pequeño beso en sus labios y me separé. — Me tengo que ir, amor.

— Te veo en tu departamento en la noche.

Esta noche él se quedaría en mi casa, mañana a las ocho tomaríamos nuestro vuelo hacia el aeropuerto de Bora Bora.

—Adiós, te quiero...— dije para despedirme.

—Yo mucho más— me contestó y salí con una gran sonrisa de la habitación.

Regresé al restaurante y seguí con mi día.

Cuando entré a mi departamento logré escuchar las voces de Lydia y de mi novio. Al adentrarme más en el departamento logré ver que estaban platicando en el sofá.

—Hola— dije y me miraron, mi novio con una sonrisa. Me acerqué a él y le di un beso en los labios. — Hola, Lyd.

—Hola, Sti— me dijo con una ligera sonrisa. —¿Cómo te fue hoy en el trabajo?

—Una única palabra... Cansado.

Seguimos hablando unos minutos más hasta que decidimos irnos a dormir, hablé con Lydia y le dejé un poco de dinero por si acaso lo necesitaba, me despedí de ella pues mañana no podría hacerlo, nos iríamos a las 5:30 de la mañana, desde mi casa hasta el aeropuerto eran alrededor de treinta minutos. Estaríamos en el aeropuerto dos horas antes para esperar nuestro vuelo de las 8:00 de la mañana.

Queríamos estar prevenidos para no perder el vuelo, eso sería terrible.

Nos acostamos Derek y yo en mi cama, lo abracé y puse mi cabeza sobre su pecho.

—Sti, quiero hablarte de algo...

—Claro, ¿qué es lo que pasa? — contesté tranquilo escuchando su respiración.

—Después del viaje tendré que regresar a Nueva York- dijo simplemente y mi corazón se aceleró un poco.

—Oh...

—Hablé con mi tío, me necesita allá para la firma de unos papeles de la empresa.

—Der... te prometo que disfrutaremos el viaje mucho más. - me levanté ligeramente y lo miré directamente a los ojos.

—Eso seguro— puso su mano en mi mejilla y acercó mi cara a la suya, juntando nuestros labios. —Te presentaré a todos mis amigos y familia.

—Sabes que... nunca te pregunté por qué viniste a Roma.

—Y creo que yo nunca te lo conté— hubo unos segundos de silencio hasta que volvió a hablar. — Pues mi tío tenía que venir a firmar unos papeles con una de las franquicias de la empresa que se encuentra aquí, pero él tiene una relación con el presidente de otra empresa ubicada igual en Nueva York.

—Wow, que lindo— dije reaccionando a lo que había contado.

—Así que la hija de este presidente, que es una buena amiga mía, regresó de estudiar en Francia, y el presidente quería que su hija conociera a su novio, o sea, mi tío- lo miré atento mientras sus labios se movían contando la anécdota. — Y me pidió el favor de venir en su lugar, creo que fue el destino haberte conocido.

—Creo que así fue— un bostezo salió de mi boca haciendo que mis ojos se llenaran de lágrimas.

—Buenas noches, Sti, te quiero.

—Buenas noches, Der, te quiero más.

—Buenas noches, Der, te quiero más

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Italia con A de Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora