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Lo odio, odio tener que dar la cara ante todas estas personas fingiendo empatía e interés, detesto sus planas y aburridas voces alardeando de sus vidas, me pudre tener que sonreír con dulzura cuando lo único que quiero es golpearlos, me da náuseas su toque "fraternal" y la forman en que me miran. Me miran como un boleto, una entrada, una oportunidad y lo odio.
Odio fingir algo que no soy.
¿Una fiesta? ¡Ja! Patrañas. Esto no es más que una silenciosa guerra, en donde la voluntad más fuerte se ve doblega ante el ingenio y las palabras ponzoñosas. Desde aquí puedo verlos, distinguirlos. En toda fiesta de la alta sociedad hay cuatro grupos de personas: El cincuenta porciento de estas personas caen en la categoría de "Peste" los típicos chupa medias, personas que no escatiman en halagos o palabrerías para ganarse el favor de los demás, los que constantemente tratan de abrirse un hueco en esto que llamamos "Reconocimiento" aquellos que anhela la fama desesperadamente.
Luego están "Las plagas" o "Contrincantes" ese cuarenta porciento tan tedioso. Aquí prevalece el más impuro deseo de incordiar, escarnecer, destruir. Son personas que están en el mismo nivel o uno similar. Estas personas buscan un mínimo desperfecto, bien sea físico o no, para hacer lo que mejor se les da: Hablar. Se esfuerzan en hacer preguntas capciosas, en soltar comentarios hirientes, disfrazándolos de curiosidad o preocupación. Aquí hay tanto inútiles, como verdaderos dolores de cabeza.
Conformado por el ocho por ciento de la población, están "Los fuertes" los de paredes gruesas y altas, los que son semejantes a murallas; los que solo encaja en un pequeño grupo. La elite de la elite. Semejantes a las flores de loto. Aquí hay solo dos extremos, o eres increíblemente perfecto o sensacionalmente nulo, no existe en este grupo un punto medio, no, o eres amado o eres ignorado.
Y por último, ese glorioso y reducido "dos por ciento". Los intocables o como a mí me gusta llamarlos "Joyas" respetado o temidos, criticados sí, pero nunca derrotados. Los que cuando llegan, todos guardan silencio, los que por donde van la gente abre pasos, los que infunden tanto poder que nadie se atreve a tocarlos. Esos son los que reinan, los que tiene poder.
El poder es fácil de obtener, difícil de mantener ¡Una reina! ... Yo antes era una robusta y grotesca joya con mi lengua bípeda y sonrisa sarcástica. Ahora no soy más que una... Linda señorita, una princesita que busca aceptación por medio de buenas acciones y discursos conmovedores.
Qué problemático es esto que llamamos modestia, me aburre.
Pero el que no se sacrifica, nada obtiene. Y a mí me gusta prevalecer. Excéntrica o no, yo prevaleceré. Yo consigo lo que quiero y esta no será la excepción.
