Esta historia podría sonar como cualquier relato cliché en donde el chico más popular del instituto se enamora del chico con las mejores notas de todo el curso, sin embargo el miedo, el amor, el odio, el rencor, las apariencias y la humillación será...
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Harina, mantequilla, azúcar, huevos, polvo para hornear y extracto de vainilla eran los ingredientes que se esparcían por toda la gran mesa de aquel gran comedor esa fría mañana, la anciana encargada del menú para el campamento les explicaba a ambos chicos de forma detallada la receta, cuales eran las medidas indicadas para la cantidad que iban a hornear ese día y cuanto tiempo tenían que dejarlas dentro del horno a una temperatura en especifico.
Hubiera sido interesante aquella pequeña lección de cocina sino fuera porque Choi San no le quitaba los ojos de encima y los "sutiles" toques en su mano cada vez que quería agarrar algún ingrediente no dejaban que Wooyoung se concentrara en su trabajo, utilizando más harina de lo que requería por accidente.
-¡Eso es demasiado! -dijo la señora al notar el gran error cometido por el rubio- Oh, muchacho, ahora tendrás que utilizar el doble de las medidas para que esas galletas no queden pastosas.
Wooyoung se disculpó con una reverencia al instante, siguiendo los consejos de la cocinera con sumo cuidado y atención, no sin antes majar uno de los pies del chico que tenía a su lado. Le hubiera gustado ver la cara de dolor del pelinegro, sin embargo se conformó al escuchar su pequeño y débil quejido.
-De acuerdo, los dejaré haciendo las galletas, si me necesitan estoy en la cocina preparando lo demás.
Ambos asintieron, observando en silencio hasta que la señora desapareciera detrás de aquella puerta de acero.
-Eres un idiota. -dijo Wooyoung mientras volvía a su trabajo.
-¿Y ahora que hice? -miró al rubio fingiendo confusión- Tu me majaste de la nada.
-Te lo merecías, por tu culpa ahora tengo que hacer el doble de galletas establecidas...
San luchó porque su sonrisa no fuera evidente al notar que si había logrado su cometido, observó el saco de azúcar a un costado del rubio y sin pensarlo dos veces extendió su cuerpo quedando solo a centímetros del rostro contrario, su piel se erizó al sentir la respiración del menor sobre su cuello.
-¿Eso era necesario? -Wooyoung se quedó estático en su lugar, tenía una vista perfecta de las pecas que descansaban en la base del cuello del pelinegro.
-Si, necesito azucar. -San volvió a su lugar y comenzó a medir el azúcar.
-Y, no lo sé, las palabras "¿Me podrías pasar el azúcar?" -miró al pelinegro directo a los ojos- ¿No era más sencillo?
San negó y comenzó a verter el azúcar dentro del bouwl, mezclando junto a la mantequilla y la harina, Wooyoung suspiró y continuó con su mezcla.
-Prefiero hacerlo por mi mismo. -Wooyoung alzó una ceja, esperando algún comentario estúpido por parte del mayor- Porque así puedo hacer esto.
San volvió a estirarse para alcanzar el extracto de vainilla que se encontraba un poco más cerca que el azúcar, quedando de nuevo a escasos centímetros del rubio, pero esta vez volteó su rostro rozado su nariz con la del contrario para posteriormente dejar un tierno beso sobre los labios del contrario.
