Recuérdame

Capítulo 11: Un preciado trofeo

La locura es relativa. Depende de quién tiene a quién encerrado en qué jaula.

-Madeleine Roux.

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NARRADOR ANÓNIMO.

Observé la casa a través de la oscuridad y paseé mi mirada sobre las ventanas del piso superior, contemplando como las figuras humanas se movían de una habitación a otra. Me permití disfrutar de la sensación de soledad cerrando mis ojos, a la vez que recostaba mi cuerpo sobre una de las tantas farolas que recorrían la vía, apreciando así el silencio y el vacío, hasta que finalmente, el sonido del viento se combinó con la desagradable e irritante risa de Assh.

—¿Pero qué mierda has hecho ahora, pedazo de imbécil? —. Había dicho alguien reprendiéndolo. El sonido de sus voces se filtró en el ambiente interrumpiendo mi momento de paz, y consiguiendo que un sabor amargo impregnara mi boca.

Cuando habías pasado tanto tiempo observando a los hermanitos, eras capaz de identificar claramente todos y cada uno de los defectos que los conformaban, la falsa fachada que parecía sostenerlos, y sus ridículas y encubiertas muestras de afecto. Esa mierda de la hermandad que defendían a capa y espada solo conseguía que sus vidas se rigieran por una gran variedad ñoñerías, lo cual me resultaba repulsivo. Era como presenciar una tragicomedia de mala calidad. Eran tan típicos, tan obvios...

Exhalé una sonora bocanada de aire y abrí de nuevo mis ojos, centrándome en el pequeño instrumento metálico que danzaba entre mis dedos.

Sabía lo que los Blake habían venido a buscar a Stown, la querían a ella, querían a Bela. Aún no comprendía exactamente que los había hecho encariñarse con aquella niña. Siempre habían besado el suelo que ella pisaba, la adoraban, la idolatraban... Y de que poco les había servido.

Sin poder evitarlo sonreí, recordando en mi propio regocijo como ella había sido la primera en despertar en mi aquella placentera necesidad de destruir. Era tan perfecta, tan bonita, y tan dulce, que todo en ella me había pedido a gritos que la quebrara, que la humillase, y que la doblegase. Todavía podía saborear en mis propios labios la sensación de triunfo. Bela había sido todo un trofeo para mí, un reto del que alardear. Sin embargo, no me sorprendió su coraje y osadía, la había estado observando, sabía que valía la pena malgastar mi tiempo en ella.

Avancé sobre el camino de maleza con el bidón de gasolina en mis manos, permitiendo que aquel líquido apestoso impregnara la hierba seca del jardín. Rápidamente, el olor a carburante se comenzó a distinguir en el ambiente. Dejando una distancia prudencial, deslicé mi mano en el bolsillo del pantalón y observé mi propio reflejo en el encendedor que sostenía entre mis manos. El metal pulido me devolvió la imagen de unos ojos vacíos, carentes de emoción, de culpa, de miedo, de remordimiento, y libres de una conciencia que la delimitara.

Sonreí abiertamente mientras me observaba una vez más, viendo la realidad tras el reflejo, feliz por aquello en lo que me había convertido, por el desafío y por el juego. Todo estaba en su lugar, cada una de las piezas estaba preparada para formar el puzle.

Al final lo hice; me incliné y dejé caer el encendedor sobre el carburante. Las primeras chispas surgieron de las hojas secas del jardín, y automáticamente las llamas se avivaron amenazantes frente a mí, tomando dimensión sin piedad y arrasando con todo lo que se encontraba a su paso a la vez que abrazaban la estructura de la casa.

Contuve la respiración percibiendo la calidez que el fuego me ofrecía, y cerré los ojos sintiendo la euforia y el éxtasis del momento.

El juego de espejos había comenzado.

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Dejaré esto por aquí, me iré lentamente sin hacer mucho ruido y esperaré vuestra opinión.👀😗

Pd: Sé que es un capítulo breve, pero así me lo ha pedido el cuerpo a la hora de escribirlo, dentro de poco tendréis el siguiente. No os preocupéis ya está listo, así que no os haré esperar mucho.❤❤

-Cris.