Gélido parte 3

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Bardo sintió como si fuera a perder el conocimiento, sentía que el suelo bajo sus pies se le iba cada que sus labios se encontraban, sus cuerpo calientes y excitados se enredaban entre sí, con las manos de Thranduil vagando sobre su espalda desnuda, bardo no hizo ningún esfuerzo por quedarse callado, pero todos sus gemidos se perdían en sus apasionados besos, ahogados por la furiosa tormenta de invierno que azotaba el exterior de la tienda.

Thranduil comenzó a empujarlo suavemente en la dirección contraria, fuera de la habitación donde habían discutido y compartido el vino juntos. Bardo retrocedió siguiendo los movimientos del elfo sin dudarlo, como si estuviera en trance.

En algo que solo podría describirse como una locura por parte de Bardo, agarró a Thranduil por la parte delantera de su túnica fina, tirando de su rostro hacia el suyo. El puro deseo se apoderó de él y ni un solo pensamiento sano permaneció en su mente, pues estaba empañada por la lujuria, logró sentir las manos de Thranduil tocar su trasero.

Sorprendido, Bardo se dio cuenta de que Thranduil aparentemente había decidido pasar por alto su impertinencia y se preguntó brevemente ¿por qué? . Sus acciones no se detuvieron ni fueron rechazadas, esta vez cuando Thranduil lo besó tan ferozmente como lo había hecho él, los gemidos se escaparon de sus bocas. Ahora tenía la respuesta a su pregunta, Thranduil parecía igualmente perdido en el deseo, un hecho que lo hizo sonreír contra los labios de su amante. Sin embargo, esta acción fue recompensada instantáneamente por Thranduil, mordiendole el labio inferior con bastante fuerza.

"Auch" Bardo se quejó, pero Thranduil parecía no preocuparle en lo más mínimo, agarrando un puñado de los cabello oscuro de bardo, tiró de la cabeza del hombre hacia atrás para revelar su garganta.

No pasó mucho tiempo para que los labios del elfo vagaran de la boca de Bardo hacia su garganta, besándolo y mordiéndolo hasta que gimió fuertemente.

"Cállate", el rey susurró contra su piel magullada, antes de morder aún más fuerte, asegurándose de que dejaría una marca.

Marca o no, a Bardo ya no le importaba, sus propias manos se deslizaron debajo de la túnica de Thranduil para tocar la piel de seda que yacía debajo, apretando y rasguñando la piel perfecta con sus uñas.

No había nada gentil ni afectuoso en las caricias que compartían, simplemente era una ardiente lujuria que los movía en dirección de la habitación.

La única razón por la que aún se mantenía de pie era por lo frágil que sería la tienda, Bardo estaba casi seguro de ello al imaginar el escenario de manera bastante vívida.

Con una pared sólida alrededor de ellos, sería levantado contra las piedras frías en cuestión de segundos, sus piernas envueltas alrededor de la cintura del elfo, siendo penetrado hasta que no pudiera decir nada, gritando el nombre del rey en puro éxtasis.

Ciertamente no fue la fantasía más desagradable que haya tenido y su cuerpo respondió instantáneamente, su pene despertaba cada vez más con cada imagen que corría por su mente, con cada vez que los dientes de Thranduil se hundían en su cuello.

Sus pensamientos lascivos fueron interrumpidos en el momento en que su espalda desnuda rozó la suave cortina que separaba la habitación de Thranduil del resto de la tienda, y su expresión debió haber sido bastante tonta, o al menos ligeramente sorprendida, tal vez incluso asustada, pues el elfo comenzó a reírse contra sus labios, mirándolo con curiosidad.

"¿Tienes miedo?" preguntó el elfo, inclinando la cabeza un poco hacia un lado para obtener una mejor vista de la cara de Bardo.

"¿Hay alguna razón para estarlo?" Bardo preguntó cómo respuesta, sus ojos brillaban en la suave luz.

Edad mediaWhere stories live. Discover now