XXV

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Emma.

— ¡Harry no! ¡Basta!— Grité cuando me cargó de la cintura y corrió con dirección al lago

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— ¡Harry no! ¡Basta!— Grité cuando me cargó de la cintura y corrió con dirección al lago. Definitivamente éste chico estaba loco, quien en su sano juicio saltaría a un lago en pleno noviembre.

— Tu te lo buscaste.— Soltó con burla y da una palmada en mi trasero.

— Harry no...— Me corta cuando se queda en la orilla. Sabía que no me lanzaría.

Me suelta y comienza a caminar hacia atrás, para que no nos caigamos, pero mi segundo nombre es idiota que al dar un paso resbalo con una piedra y caigo al lago. Gruño cuando siento toda el agua helada impregnarse en mi piel. ¡Está congeladísima!

— ¡Jo-der!— Exclama Harry.— Amor, mierda lo siento.

— ¡Está helada! ¡Está helada! ¡Está helada!— Me quejo mientras nado hasta la orilla para salir de ahí y, tan pronto mi cuerpo estuvo afuera una oleada de aire fresco me abrazó provocándome un escalofrío por todo el cuerpo.

— Oh por Dios, ven aquí.— Harry se acercó y me sacó la parte de arriba de mi ropa mojada para después poner el abrigo que tenía él, jadeé al sentir la tela caliente en mi cuerpo.— Vamos, antes de que pesques un resfriado, bebe lo siento.

Lo miro y sonrío.— Cariño, no fue tu culpa, yo he sido la boba que no se ha fijado por donde caminar.— Besé cortamente sus labios.

Mierda, mis huesos dolían, era noviembre y las temperaturas rondaban entre -2ºC a 7ºC. Ambos subimos a los caballos, los cuales se encontraban comiendo un poco de pasto, le di las indicaciones a Gold para que fuera rápido al igual que Harry a Rayo, estaba orgullosa de él, había aprendido mucho en todo éste tiempo. Se podría hasta decir que mi chico ya puede considerarse un chico de campo.

Al llegar a los establos, metí con la ayuda de Harry los caballos a las caballerizas, luego ambos corrimos tomados de la mano a casa.

— ¡Emma!— Regañó mi abuela.— ¿Pero qué pasó? ¡Vas a tomar un resfriado!

— Yo me he caído al lago.— Hice una mueca y pude escuchar la risa de Will proveniente del salón.— ¡Te escuché!

— ¡Ese era el punto!

Rodeé mis ojos y caminé a las escaleras siguiendo las órdenes de mis abuela que fuera a deshacerme de mi ropa mojada. Al llegar divisé a James durmiendo plácidamente en su cuna, sonreí inconscientemente. Saqué de mi maleta unos pants negros, unas bragas y una sudadera extra large, de las que Harry me había obsequiado hace unos meses. No me pondría sujetador, no me apetecía. Entré al baño y rápidamente me cambié, aunque ya me encontraba con ropa seca podía sentir todavía lo helado por todo mi cuerpo.

Al salir de la habitación, vi que James recién estaba despertándose así que lo tomé en brazos para bajar junto con él.

— ¿Mejor?— Pregunta Harry cuando me ve entrar a la sala.

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