MI NO TAN MALVADO CAPITÁN ━━ 𝐇𝐎𝐎𝐊𝐏𝐀𝐍 (Capitán Garfio x Peter Pan)

I

Sonreí alegremente. —Está vez, volé muy alto en el cielo y jugué con muchos niños; se dicen llamar "niños perdidos". Fue divertido.

Suspiré.

Me encontraba estando en cuclillas, mirando a un sapito.

—Lastima que sólo fue un sueño. —desvanecí mi sonrisa— Se que nadie me creería que he visitado ese lugar más de 100 veces, por eso te lo cuento a ti, señor sapito.

—¡Peter!~... ¿? —le escuché gritar a madan Lois.

—Tengo que irme. —le susurré al sapito— Mañana volveré a visitarte sí es que vuelvo a soñar con Neverland...

Me levanté sacudiendo mis rodillas. Me di vuelta regresando a la mansión, puesto que ya era hora de merendar.

—Peter, ¿Volviste a jugar en el lodo? —me preguntó madan Lois, una mujer robusta de mal genio. Ya era suficiente soportar a mis padres.

—No estaba jugando. Sólo conversaba con mi único amigo. —dije frunciendo el ceño.

—Si, claro. —gruño poniendo los ojos en blanco— Vete a dar un baño y luego regresa a merendar.

—Tch. —respingué molesto. Siempre era lo mismo.

Corrí hacia el baño dónde yacia un par de sirvientas vertiendo agua caliente a la bañera. En el momento que salieron, me desnudé metiendo al agua. Comencé a lavarme.

Mi mente divagó al cerrar mis ojos. Pensé nuevamente en Neverland, el único lugar donde puedo olvidarme de mi día a día de esta tierra. Yo ansiaba vivir eternamente en un mundo lleno de diversión, felicidad sin que ningún tonto adulto se interpusiera, para mí era perfecto Neverland. Por eso cada día espero a que anochesca para visitar ese lugar siquiera en mis sueños.

TOC-TOC-TOC

Mis pensamientos fueron interrumpidos por alguien llamando en la puerta.

—¿Sí? —pregunté.

—Amo Peter, le traje una muda de ropa limpia. ¿Puedo entrar?

—Claro.

Una sirvienta con ropa bien doblada entró dejando encima de una cesta mi ropa. Después salió del baño.

Me sumergí un pequeño momento bajo el agua haciendo a un lado mi patito de hule.

Hice unas borbujas y pronto salí de la bañera. Me coloqué mi toalla para luego secar mi cuerpo y ponerme mí ropa.

Bajé a merendar hambriento en el comedor. No obstante, me encontré con mis padres; mi madre yacia bebiendo té caliente con galletas y mi padre, fumando de una pipa mientras leía una carta que recibió del correo.

Fui a sentarme en una de las sillas acomodandome para recibir mi comida.

—¿Qué tal tus estudios, Peter? —me cuestionó mamá.

—Bien. —respondí. No podía responder otra cosa, no me tenían permitido decirles que detestaba el colegio más prestigiado de Londres.

—Que bien. Por cierto, madam Loise me dijo que otra vez hablabas solo, murmurando cosas sin sentido...

—Hablaba con el señor sapito... Y lo que dije ¡Es cierto, Neverland existe... Estoy seguro!

—¡Peter, no te permito que le alces la voz a tu madre! —me dijo mi papá enojado.

—Pero es verdad... —dije a punto de soltar un sollozo.

—Es suficiente, Peter... Dejarás de leer cuentos inútiles que te lavan el cerebro, y dejarás de hablar con un simple animal ¿Entendido? Haré que saquen a ese sapo de mi jardín... —dijo como condición que más tarde se hizó realidad.

—¡NO! —objeté levantandome de la silla.

—¿Me piensas contradecir, Peter? ¡Será mejor que estudies apropiadamente, porque en tres días te irás a estudiar a un internado para varones!

—E-eres el peor padre d-del mundo... —dije entre lágrimas.

Decidí subir a mi habitación a encerrarme. Opté por no comer nada.

Más tarde, se hizó de noche.

Me acerqué a la ventana y miré en esta, el cielo nocturno. La ciudad se veía hermosa. En seguida, mi vista fue llevada a contemplar la luna, pero es especial dos estrellas que todas las noches permanecían juntas.

—Neverland... La segunda estrella a la derecha hasta que amanezca... —señalé hablando en bajo— Quiero quedarme allá para siempre.

Lágrimas de mis ojos resbalaron en mis mejillas. Limpie estás con la manga de mi camisa de mi pijama.

Me acerqué a mi cama y sin más cerré mis ojos para visitar una última vez, Neverland.