MI NO TAN MALVADO CAPITÁN ━━ 𝐇𝐎𝐎𝐊𝐏𝐀𝐍 (Capitán Garfio x Peter Pan)

VII

Pov. Peter Pan

Me detuve, ya no escuchaba los gritos del capitán Garfio, ni sus pisadas que escuchaba en persecución.

Jadeé cansado.

—Ding, ding, ding, ding.

Alcé la mirada encontrándome con Tinkerbell. Le sonreí, creí que se había enojado conmigo.

—Hola, Tink.

—Ding, ding, ding.

—¿¡N-Nos viste!? —me cubrí mis labios y ella se hechó a reír a carcajadas tintineando— Oye, no es gracioso.

—Ding, ding, ding...

—Fue un momento vergonzoso, pero ¡No volverá a ocurrir!

Niego y comienzó a caminar. Tink me siguió mientras ella volaba.

Llegamos a un risco y observé la tremenda altura. Noté que Tinker Bell continuaba volando. Ella brillaba como una tierna luciérnaga, yo le sonreí. Llevé mi vista al cielo lleno de nubes blancas y un sol resplandeciente.

—Cómo quisiera tener el poder de volar. —musité imaginándome flotar y avanzar por los cielos atravesando las nubes.

—¡DING, DING, DING! —tintineó Tink señalando a mis pies.

—¡Es cierto, Tink! ¡E-Estoy volando!

Miré a mis pies impresionado. Estaba elevandome dejando la tierra fresca poco a poco.
Al principio se me hizó difícil manejar mi cuerpo, pero Tink se acercó a mí para ayudarme y explicar el modo de volar.

Le hicé caso y por fin pude desplazarme a una gran velocidad. Me elevé tanto que pude ver a lo lejos la isla completa.
De pronto, mis ojos se percatarón del barco de ese patético pirata. Hicé una mueca con mis labios.

"Es amor, Pan".

Pensé en la profunda voz del pirata que inesperadamente apareció en mí cabeza.

—¿Q-Qué? —sentí mis mejillas colorarse como la cabecita roja de Tink.

Apreté mis ojos tratando de olvidar lo de hace un momento, pero ¿Cómo? El pirata con una mano de garfio muy afilada, había puesto sus labios sobre mí.

—Ese pirata... ¡Lo pagará caro! —dije para sí.

Quería acercarme al barco de Garfio, pero también tenía que regresar con los niños perdidos.

—Hummh... Sólo hecharé un vistazo. —sonreí divertido.

Me dirigí a gran velocidad hacia al barco mientras volaba en los aires. Apresurado, me encondí con la cabeza agachada. Luego me asomé fijandome de que ningún otro pirata de la tripulación me descubriera.

Dos piratas aparecieron sobre la cubierta del barco, era un hombre moreno cualquiera y otro casi anciano que usaba anteojos con gorro de color rojo puesto en su cabeza.

—Me parece muy extraño que el capitán todavía no regresé de su expedición hacía la isla. —dijo el pirata de gorro rojo.

—Nuestro capitán es muy curioso, tal vez encontró algo que haya llamado su atención...

—Creo que si. Ayer el capitán no paró de beber ron hasta quedar muy borracho y cuando se quedó dormido, el capitán hablaba dormido.

—¿Y qué cosas decía, señor Smith?

—Si no mal recuerdo, el capitán balbuceaba "Peter Pan".

Mis ojos se hicieron grandes.

—Iré a preparar el garfio de oro que el capitán necesita. —dijo el pirata de gorro rojo.

—Cierto, yo me cerciorare de que las velas esten bien colocadas. No nos vaya a suceder lo de la última vez antes de llegar a Neverland.

—Estoy de acuerdo. Nuestro capitán no quiere regresar a Londres sin ningún otro estropajo.

—¡¿L-Londres?! —dije sin pensar en voz alta.

—¿Huh? —dijeron al unísono ese par de piratas. Luego dirigieron su mirada dónde yo yacía escondido.

—¡Oh, no! ¡Me descubrieron! —me elevé a lo alto.

—¡Oiga señor Smith, ¿Ese es el muchacho que le cortó la mano a nuestro capitán?!

—Por supuesto que lo es. No soy el capitán, pero... ¡Preparen los cañones y apunten hacia el chico!

—¡Sí lo logran, piratas de quinta! —me burlé de ellos sacando mi lengua.

Los piratas corrieron dispersos a encender las mechas de sus cañones, no obstante, volé dispuesto hasta alcanzar una extrema altura y continuar volando para mí guarida.

Tinkerbell iba tras de mí y ambos nos detuvimos al frente de un viejo tronco torcido.

—Bienvenida a mi hogar, Tink. —le dije a la hada, ella asintió sonriendo.

Entre en el tronco y noté un solitario y silencio lugar. Me extraño que ningún niño perdido estuviera jugando o algo por el estilo.

—¿Chicos? ¿No están aquí? —pregunté a una respuesta.

—¡Peter! —todos los niños perdidos se asomaron y sonrieron al verme.

—Oh... —me llevé una mano al pecho dejando salir un suspiro— Vaya si están aquí.

—Pan, te tenemos una sorpresa. —me dijo Felix.

—¿Una sorpresa? ¿P-Para mí? —sonreí emocionado. Cuando vivía con mis padres, ellos jamás me dieron una sorpresa que me hiciera feliz, ni siquiera en mi cumpleaños.

Todos entramos a mí habitación. Felix cubrió mis ojos con sus manos, sentí que estuvimos caminando mucho, pero en seguida apartó sus manos y finalmente mis ojos miraron con detalle en aquel rincón.

—¡Sorpresa! —gritaron todos los niños perdidos.

—... ¿Garfio? —mi sonrisa se desvaneció y únicamente me quedé confundido.