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04

El pelinegro regresaba a su casa con una bolsa de trajes, la cual le había regalado aquella nueva amiga, estaba feliz por ello.

Por su mala suerte fue recibido por su padre quien con una mirada arrogante le quitó aquella preciada bolsa a su hijo.

“¿Qué es esto?”.
Preguntó enojado el mayor sosteniendo la bolsa, centrando la vista en su nervioso hijo, quien tragó saliva miedosamente.

“Es tela que me pidió guardar una amiga, Padre”.
Contestó el juzgado viendo al suelo.

El señor le gritó a su hijo que alzara la mirada de una forma dominante.

“¿Qué tipo de tela?”.
El mayor inclinó bajo aquella bolsa haciendo que el menor volviera a bajar la mirada del miedo.

El pelinegro mayor chasqueó la lengua al ver la baja mirada de su hijo, y decidió abrir aquella bolsa encontrándose con aquel Hanbok rosado para mujer que sabía que su hijo miraba todos los días.

Se dirigió hacia él con una mirada seria pero de notable enojo, el pequeño comenzaba a temblar.

Se escuchó un golpe hueco y un fuerte aventón.

No se supo de Suk-Hyun por casi un mes.

...

Un castaño de diez años apenas cumplidos corría con una bolsa de pequeñas manzanas de un suave color verde entre sus manos.

Una señora corría detrás de él, era la señora quien vendía las manzanas.

“¡NIÑO!, ¡NIÑO!, ¡DEVUELVE ESOOO!”.
Gritaba una y otra vez aquella pobre señora quien había sido robada por aquel niño.

El que se encontraba corriendo reía, hasta que su risa fue parada al ser alzado por su anteriormente "esposa".

“¡Yah!, ¡Han-Suk!, ¡¿Qué te he dicho sobre robar las cosas?!”.
Exclamó enojado el Joven de 15 años al ver a aquel pequeñajo quien mantenía un puchero molesto.

La mano del pequeño entregó aquel fruto robado a aquella señora cansada de perseguir a aquel diablillo. Este regresó a ver a su mayor quien lo miraba con enojo, dando a entender que le faltaba hacer algo.

“Lo siento, Señora”.
Inclinó la cabeza aquel pequeñajo recibiendo una caricia en el cabello por parte de la señora, quien le dijo que estaba bien, regresó a ver al pelinegro quien se encontraba sonriendo denuevo, suspiró aliviado.

Pero sabía que no se iba a salvar de la regañada que se iba a llevar por parte de su Noona, acompañada de un fuerte jalón de orejas.

Han-Suk no había cambiado tanto desde entonces, solamente era un bebé grande, o almenos eso decía Young-Mi decía al no dejarlo crecer en su mente.

Young-Mi tenía ya 16 años, era una muchacha bella y bonita, de cara y cuerpo, talentosa como siempre, juguetona, divertida pero con humor de madre.

Suk-Hyun con ya 15 años, parecía que los años le sentaban mejor, gracias al gran parecido con su madre, más extrovertido, hermoso y codiciado como siempre.

Ambos mayores cuidaban de aquel diablillo llamado Han-Suk, ya que parecía que si lo dejaban suelto un minuto, ya tenia un plan de como dominar el mundo entero.

Ah, como extrañaban aquellos días cuando reía bobamente con un pequeño tamborsito.

Sin embargo los niños crecen y cambian, lamentablemente les tocó un diablo disfrazado.