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cambios.

Horacio es capaz de aguantar todos los problemas, pero cuando se acumulan lo único que lo puede calmar son mimos.
Lamentablemente la persona que se los daba ya no estaba con él, si no a tres metros bajo tierra.

Los últimos días habían sido un desastre total para nuestro héroe, seguía distraído y sin querer daba a compañeros pensando que eran tiradores o terminaba en el suelo viendo como la sangre dejaba de apoco su cuerpo, a veces trayendo recuerdos amargos, necesitando que un médico le ayude a respirar y calmarse cuando despertaba.
Los robos de autos o avisos de drogas tampoco iba tan bien, apesar de ir con distintos agentes terminaba perdiendo los avisos por no marcarlos a tiempo, él no hacía nada más que observar y disparar sin precisión si era necesario.
No era que su actitud mejoraba tampoco, mandaba a la mierda a casi todos e invitaba a compañeros a pelearse por solo desquitarse, tenía un aura amargado y deprimente que se hacía más presente cada día.

Todos notaron ese cambio en el subinspector, que ahora fue rebelado como Horacio por cierto día, quien antes era más respetuoso, amable y alardador por sus logros, fue como si lo reemplazaran con otra persona prácticamente.
Ya no cuidaba mucho de sí mismo, estando más pálido, estaba delgado, ni siquiera usaba el maquillaje para disimular las terribles ojeras que rodeaban sus ojos apagados con toques de tristeza, su pelo de apoco iba recuperando el color natural rubio y la cresta ya no estaba, solo tenía el pelo hecho a un lado mal cuidado y dañado.
Cada que su turno terminaba de inmediato se iba, sin despedirse de nadie pasaba a los vestuarios de forma rápida, solo diciendo por radio "haré un 10-10" y apagando esta de inmediato, yendo solo al cementerio deseando que alguien le acabará.

Hasta Volkov, quien se había comprometido personalmente en no invadir su espacio por saber como se siente perder a alguien tan de repente y el dolor emocional que causa el pensamiento de poder haber hecho más, trataba de acercarse al chico para que pudiera hablarle sobre lo que le ocurría, pero nada salía de su boca, solo se soltaba cuando estaba en frente de la tumba.

La muerte de Gustabo fue tan expontanea que fue injusta, él siempre encontraba maneras se salirse de esas situaciones sin ningún rasguño pero ese día solo se fue porque así lo quiso.

El de cresta aún tenía en la mente, marcado para siempre en cómo le apuntaban con variadas armas porque lo habían descubierto, Gustabo era una de esas personas y, sin antes de avisar a la maya, se puso al frente cuando dieron la orden de disparar, quedando todos quietos y sorprendidos.
Menos Horacio, quien estaba gritando a sollozos mientras se arrastraba para poder estar más cerca del cuerpo de su hermano, pidiendole que por favor no se vaya y que se quede.
Justo unos segundos antes, se escucharon sirenas de fondo y de allí Horacio ya no recuerda absolutamente nada.

Y es que la culpa le rasguñaba la espalda, todos esos sentimientos negativos y faltas en el cuerpo de su parte fueron acumulándose hasta hacerlo explotar un día que se supone que estaría de servicio.

puente. | Horacio. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora