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mil y un abrazos.
final.

El sol iba saliendo tímidamente, tiñendo el cielo con un cálido amarillo e naranja, dando calor con sus rayos de sol que se iban colando en algunas partes por los grandes edificios de la cuidad.
Ambos se quedaron en silenció, Conway se quitó sus anteojos para que pueda ver que sus intenciones eran puras y de verdad lo quería aquí, junto a su lado y batallando contra la tristeza que traía la pérdida de un ser querido.
Horacio sollozo, destapando su empapado rostro para mirar al mayor con dudas y algo de arrepentimiento, respirando con dificultad antes de hablar.

- ¿Pu-Puedo tener más abrazos luego?

Pregunto alejándose del borde, dando pasos tímidos y pausados hacia dónde el mayor, quién de apoco fue relajando su corazón apesar de tener la respiración acelerada.
Sentia cómo ese peso frío de apoco se iba, siendo reemplazado por una aguda angustia que no podía explicar y el cálido calor de verano.

Jack asintió con desesperación antes de contestarle.

- ¡Joder, si, los que necesites, te doy cien si hace falta capullo! -

Grito con una voz ronca, acercandose al muchacho con lentitud pues no quería alarmar a este nuevamente para que se aleje.

El angustioso dolor de pecho fue desapareciendo hasta que estuvo lo suficientemente cerca para agarrarlo del hombro con fuerza y acercarlo brusco a un abrazo, poniendo su mejilla en la cabeza del muchacho.
Suspiró aliviado, apretando a este levemente sintiendo como las lágrimas de apoco iban dejando sus ojos al pensar que lo pudo haber perdido.
Horacio se quedó quieto, tenso cuando esto ocurrió, pero luego de unos segundos se oculto totalmente en el cuello de este, poniendo sus manos en la espalda de él y apretando la camisa tanto como pudo, dejando que todos sus emociones salieran de golpe.

- Lo siento... Lo-Lo lamento...

Sollozaba, ahogando sus palabras por sus hipos y por estar tan apretando a Conway que apenas se escuchaba, pero solo bastaba con que el lo escuchase para poder consolarle lo mejor que podía.

- Eres un anormal, nunca más hagas eso, pensé que... - su voz otra vez flaqueo, pero siguió hablando con ese tono, sin avergonzarse de nada. - No te disculpes más, por favor, solo necesito que estés mejor, solo quiero eso para ti... Mereces mucho mejor Horacio.

Lo apretó más cerca, dejándole en claro que nunca estaba listo para dejarlo ir así como así, que siempre estará allí para darle todo lo que necesite y más.
Ante esto Horacio sólo supo llorar más fuerte aún y como niño pequeño sollozar el nombre de este, acomodándose en el huevo de su cuello.

- Y-Yo... Yo, Co-Conway... Pa-Papá...

- Cállate.

Ambos estaban llorando, uno con más intensidad que él otro pero eso al final de todo no importaba demasiado, los dos tenían sentimientos de alivio y dolor que podían ir curar de apoco con la compañía del otro, de la mano, como padre e hijo.

Como Conway tenía la radio prendida, Volkov trataba de adivinar por donde estaban hasta que le atinó, viendo como su superior se dedicaba a darle abrazos y mimos al subinspector que estaba pegado a su pecho y temblaba.
El ruso y Greco, quien estaba en la patrulla con Volkov, se acercaron corriendo a ambos y sin poder contenerse, se tiraron a un abrazo por haber temido lo peor.

Desde ese día, Horacio, se prometió mejorar de apoco, no sólo por él, si no por la memoria y deseos de su hermano fallecido, Gustabo.

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2020 ⏰

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