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perdido.
final malo.

El sol iba saliendo de apoco, teniendo esos característicos colores veraniegos, pero algo estaban tan fríos que ni siquiera los rayos de sol podían quitar el deprimente color.
Ambos se quedaron en silenció, Conway se quitó sus anteojos para que pueda ver que sus intenciones eran puras y de verdad lo quería aquí, junto a su lado y batallando contra la tristeza que traía la pérdida de un ser querido.
Horacio al ver aquello quito las manos de su rostro, quedando con las mismas dolidas miradas chocolate y ambos soltando lágrimas de vez en cuando, él miró el pavimento cubierto por una gran sombra y bajo sus hombros sin volver a ver al mayor.

Alzó una pierna, inclinándose hacia adelante despacio para caer con una expresión vacía, dejando a Conway sorprendido y corrió hacia él apesar de resbalar se varias vaces.

- No lo entiendes.

Esas fueron las últimas palabras de Horacio antes de caer por el puente, dejando a un Super Intendente gritando desesperado y con la mano colgando del puente, mirando el cadáver de quien vió como su hijo y el gran charco de sangre que se iba formando por debajo de su cabeza siendo más visibles ahora que el sol estaban alumbrado ese lugar.
Se agarró sus cabellos grises, sintiendo un inexplicable escalofrío compañado de un sentimento abrumador invadir su cuerpo, su pecho se llenó de dolor puro, trataba de aguantarse las lágrimas que de apoco salir a borbotones y, lentamente, se sentía tan débil e inútil por no haber salvado a ese chico que una vez fue tan extravagante que nunca lo entendió y ahora nunca podría llegar a entenderlo.
Estaba tan encerrado en la burbuja de su propia miseria que no escuchó la radio prendida de un Volkov y Greco preocupados.

- Horacio... Horacio...

Le costaba respirar, sentía que iba a tener un ataque en cualquier momento y el pitido que escuchaba en sus oidos no ayudaba en nada, ni siquiera escucho las sirenas y los movimientos bruscos que hacía Volkov para que saliera de su trance.
No podía salir, porque tenía la mente destrozada ahora.

- Dan... DANIELLE. -

Se agarró el pecho, justo en su corazón y apretó la camisa blanca fuertemente, dolía, se sentía mareado por distintas emociones y su mente mezclando fechas. Vómito lo que había comido hace pocas horas y lloró, gritando más fuerte.

- ¡¡DANIELLE, JODER, DAAAN!!

Y como si el destino quisiera joderle cada vez que tenía estabilidad en su vida, perdió a sus hijos de nuevo.

puente. | Horacio. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora