Chapter 3

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Luffy... - empezó a hablar Nami, tratando de manifestar su molestia.

-No - la cortó firmemente Luffy con tono autoritario, a la vez que introducía una de sus ágiles manos en al pantalón cortó de ella y apretaba su clítoris, haciendo que sus posibles siguientes protestas quedaran ahogadas por un grito de placer.

Él se lanzó a atacar el seno que antes había quedado desatendido con la boca y siguió acariciando la parte íntima de la navegante con una mano mientras con la otra iba bajando de torpes e irregulares tirones el pantalón y las bragas de ella. Una vez se deshizo de las molestas prendas descendió con besos húmedos por el vientre de la navegante hasta que llegó a su intimidad y volvió a estimularla, pero esta vez con su boca a la vez que la obligaba a separar las piernas lo más posible haciendo presión con sus manos para tener más acceso.

Nami gimió aún más fuerte a la vez que agarraba fuertemente las sábanas bajo ella en un intento por descargar tantas sensaciones. Se estaba volviendo loca. Luffy jamás se había atrevido a tanto con ella, de hecho jamás se lo había llegado a imaginar haciendo algo semejante; y lo peor era que lo estaba haciendo tan bien que parecía que tenía experiencia. Se sentía tan caliente que no le hubiera extrañado empezar a arder en llamas en esos momentos. Fue cuando él succionó fuertemente su clítoris con la boca cuando ya no pudo más y lo liberó todo en un fuerte orgasmo a la vez que gritaba.

Se llevó las manos a su rostro a la vez que trataba de relajarse y recuperar el aliento. Pero antes de que le diera tiempo a recuperarse Luffy ya estaba otra vez apretando sus pechos y dando leves lamidas en su intimidad, lo que provocó fuertes estímulos en su sensible piel.

-No, Luffy... Espera... - Pero él no la hizo caso y siguió a lo suyo, provocándola más placenteras y a la vez dolorosas descargas de placer. Sentía que si seguía iba a reventar en miles de pedazos - Me voy a volver loca - consiguió susurrar en medio de su delirio antes de volver a tener un orgasmo aún más fuerte que el anterior.

Después de eso Nami luchó por mantenerse consciente. Tenía que reconocer que había sido la sensación más placentera de su vida, pero sentía que tanto placer la iba a despedazar.

Cuando ella consiguió abrir los ojos y volver a ser consciente de lo que la rodeaba se percató de que Luffy, que aún se mantenía arrodillado entre sus piernas, se había despojado de su ropa, quedándose únicamente con su sombrero de paja estratégicamente colocado para ocultar su rostro. ¿Acaso pensaba continuar? Su pregunta quedo respondida cuando vio que el se posicionaba volviendo a cubrirla con su cuerpo, con sus antebrazos apoyados en la cama a ambos lados de su rostro.

-Luffy, por favor... No puedo... - se las apañó para susurrar Nami, a pesar de que aún apenas recuperaba el aliento.

Para su gran alivio, Luffy pareció hacer caso a su suplica. Ya que su cuerpo se relajó notablemente, se dejó caer aún más sobre ella envolviéndola como en un abrazo y enterró su rostro, aún cubierto por su sombrero, en su hombro.

Ella no pudo evitar suspirar levemente por el alivio, pero se volvió a preocupar cuando sintió algo húmedo en su hombro, justo donde su capitán tenía apoyada su cabeza.

-Luffy, ¿estás llorando? - preguntó preocupada, a la vez que trataba de hacer que este se enderezara para poder comprobarlo por ella misma. Pero él se apretó aún más fuerte contra ella sin responder, mientras ella sentía que la humedad en su hombro aumentaba. Suspiró nuevamente resignada y se limitó a abrazarle ella también y acariciar su espalda desnuda, en un mudo intento por tranquilizarle.

-Nami - volvió a hablar él después de unos minutos aún en la misma posición - Prométeme que nunca más te vas a alejar de mi lado. - Ella se estremeció ante el tono roto de su capitán -. Prométemelo - insistió ante su mutismo.

-Siempre voy a estar contigo, Luffy - habló finalmente con tono determinado -. Siempre.

Esta vez pudo escuchar un claro sollozo proveniente de su capitán que la abrazó aún más fuertemente. Aun así, esta vez cuando Nami trató de enderezarle para ver su cara se lo permitió, dejando al descubierto su rostro lloroso. Ella le sonrió y limpió suavemente las lágrimas que corrían por sus mejillas con sus manos para después darle un dulce beso. Está vez él correspondió de la misma forma, con ternura y delicadeza, a la vez que acariciaba suavemente su cuerpo. Ella envolvió su cuello con sus brazos, enterrando sus manos en su cabello azabache. Al instante siguiente el sombrero de paja se deslizó de su cabeza cayendo al lugar que le correspondía en ese momento, el suelo. Aunque ninguno de ellos fue consciente de ello, debido a que estaban perdidos en las caricias que se estaban regalando el uno a otro.

Nami se separó del beso para limpiar con su lengua los últimos restos de lágrimas que quedaban en las mejillas de él y después siguió con un camino de besos por su cuello.

-Nami - susurró quedamente Luffy entre leves gemidos.

Ella sonrió para después volver a besarlo apasionadamente, a la vez que dirigía su mano a la hombría de su capitán. Su sonrisa se amplió cuando él ahogó un grave gemido en su boca cuando agarró fuertemente su tronco. Pero aún no estaba satisfecha, así que siguió jugando con su miembro traviesamente, regodeándose de cada uno de sus gemidos y escalofríos. Arriba y abajo. Acariciar con su pulgar el glande para después volver a bajar.

Luffy se separó del beso tratando de recuperar el aliento y a cambio se dedicó a masajear los senos de la navegante provocando que gimiera. Ella en respuesta le agarró rudamente del cabello, acercando su cuello a la boca de ella y se dedicó a lamerlo y morderlo con esmero. Sintió los escalofríos recorriendo la espalda de su capitán a la vez que gemía su nombre y no se pudo sentir más poderosa. Ella era la única que había visto esa faceta de su capitán, y se iba a asegurar de que así siguiera siendo.

Siguieron con los jugueteos pasionales un rato hasta que Luffy dirigió su mano a la intimidad de ella, tanteando y comprobando su humedad. Ella supo de inmediato lo que significaba eso.

-Está bien Luffy. Métela - aseguró ella entre jadeos.

Luffy la miró directamente a los ojos, con esos ojos nublados por la lujuria y el deseo a la vez que respiraba con dificultad. Sí, cómo le gustaba que la mirara así, que solo la viera a ella. Por eso no le gustaba que llevara puesto ese molesto sombrero mientras hacían el amor, no quería perderse esa mirada por nada del mundo. Aunque estaba segura de que a Lufy le pasaba exactamente lo mismo, por eso no le molestaba que su querido sombrero acabara perdido por cualquier rincón en esos momentos que compartían.

Sintió la punta de su miembro en su entrada. Ella exasperada por su lentitud rodeó la cintura de él con sus piernas y le obligó a entrar de una sola estocada. Ambos gimieron fuertemente extasiados.

Luffy no tardó en comenzar con el vaivén, aunque de forma demasiado lenta para el gusto de la navegante.

-Más rápido - exigió ella a la vez que comenzaba a trazar su propio ritmo con las caderas y apretaba con las manos el culo de él en un intento de que la siguiera.

Él gimió fuertemente y pareció enloquecer, ya que aumentó el ritmo aún más del que marcaba ella y la obligó a abrir más las piernas para tener más acceso. Ella gimió aún más fuerte satisfecha y se aferró fuertemente a la espalda de él para tratar de descargar tantas sensaciones. Seguramente después de eso su capitán luciría unos profundos arañazos en su espalda, pero a ella sabía que no le molestaría. Es más, más de una vez le había sorprendido mirándoselas sonriente en un espejo cuando creía que no le veía nadie. Ella sonrió ante el recuerdo y apretó aún más fuerte las uñas en su espalda cuando él de una fuerte envestida entró aún más profundo en ella, provocando que él soltara un quedo quejido de dolor que rápidamente fue acallado con gemidos.

Después de todo ambos eran piratas, y no era de extrañar que su espíritu más guerrero y salvaje no saliera a la luz en esos momentos. Aunque nunca antes se habían dejado llevar tanto como ahora.

Luffy aumentó aún más el ritmo de sus envestidas cuando sintió que ella estaba a punto de terminar y ambos alcanzaron el climax juntos a la vez que se besaban para acallar sus últimos y fuertes gemidos en la boca del otro.

Después de eso Nami se sintió desvanecer y debió de quedarse dormida;

No te alejaran de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora