Flirting with

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Cada mañana es fría, silenciosa y solitaria, aún puede verse la luna y una estrella muy brillante en el firmamento, a pesar que la claridad del sol es inminente, dicen que esa estrella tan brillante e inconfundible es realmente el planeta Venus, lo reconoce por su máximo brillo y porque a diferencia de una estrella, ésta no titila, y va en dirección a la salida del sol, en dirección del Este. Lo contempla todo con cierta tristeza, cierto vacío. Hanna debe prepararse su desayuno y arreglarse para la escuela, las mañanas son así de silenciosas y pacíficas, no pasa nada, solo hace frío. En medio de la penumbra de la mañana se prepara su desayuno y a veces piensa en la abuela, de haber estado allí, sería ella quien se lo estuviera preparando, no ella. Su desayuno está mal preparado, a Regina no le gusta que ella toque el cereal de Ababel, ni su café instantáneo, pero no importa, Hanna no toma café, sin embargo anhela con vehemencia el dulce cereal, su textura suave y reconfortante junto a la leche refrescante, que fría o caliente hacía igual de placentera la experiencia de comer cereal, solía comerlo a escondidas, pero un día que Ababel la sorprendió, hizo un escándalo. Fue una de esas mañanas en que su padre no durmió en casa y Regina con la cara gris y ojerosa descargó toda su furia en el diminuto ser que solo deseaba comer hojuelas de maíz tostadas. Le pegó, fue capaz de halarle con saña su frágil cabello, ante la mirada sádica de Ababel, que se burlaba y que de paso, no quiso desayunar.

Desde ese día cada vez que ve la caja del cereal, ahí puesta sobre el refrigerador, solo piensa en colocarle veneno, e imagina con placer a Ababel ahogándose y sangrando en la mesa, revolcándose de dolor en el suelo para luego quedar muerta con los ojos fijos al cielo, bueno la imagen de Ababel muriendo no es tan recurrente como la de ella colocándole el veneno a la caja del cereal.

Ya se habituó a levantarse temprano, esta nueva rutina excita su espíritu, es algo nuevo y la hace sentir como adulta, como una adulta que vive sola en su departamento, despertarse antes del alba porque debe caminar media hora hasta la escuela, además de arreglarse y preparar su propio desayuno, se le ordena que tiene que dejar la cocina muy limpia, barrer y sacudir el polvo de la casa, en absoluto silencio, porque a Regina le gusta que le respeten el sueño, y a diferencia de su hijastra, se levanta mucho más tarde con la tibia luz del sol, se da un baño, toma su café, Ababel hace lo mismo, come su cereal y juntas salen en su Chevrolet Celebrity al colegio, casi siempre llegan tarde, pero no hay problema, para una voz culta, femenina, un perfume envolvente, una presencia pulcra y elegante, es fácil dar cualquier excusa para justificar su retraso ante el complaciente portero de la institución.

Entonces se va a la oficina, a hacerse cargo de todo mientras el señor Hiedra regresa, quien sabe cuándo, y Regina ha vuelto a ser lo que era antes, solo su mano derecha, pero además , tenía que hacerse cargo de la hijastra a quien con el paso del tiempo va aborreciendo más y más, y de los asuntos domésticos...no, Regina tiene un límite, y hasta ahí no llega, que mejor venganza que delegar la tarea en la hijastra, se excusó en las malas notas de la chica para castigarla y le ordenaba hacer los oficios, para disimular que la explotaba, Ababel le ayudaba un poco, y contrató a una señora indígena que iba una vez a la semana pero era nefasta con la limpieza, igual Regina le pagaba con limosnas que la ignorante señora pensaba que era suficiente, pero en definitiva el trabajo pesado le correspondía a Hanna.

Por esos días la casa que había estado en paz por varios meses comenzó a sentirse pesada, un viento muy frío e inexplicable azotaba las tardes, a veces llovía y la tristeza era inminente, se sentía en el aire que respiraba y en la soledad, en las hojas secas que caían, hasta la presencia de Regina era preferible a estar tan sola en esa casa grande y lúgubre, Ababel no llegaba hasta las 6 pm y Regina mucho más tarde aún, pero Hanna era monitoreada en sus horarios, se sabía que no tenía clase después de las 2 pm y una llegada después de esa hora no justificada suponía un castigo. Pero sentía miedo en esa terrible soledad, como un presentimiento vago de que algo muy malo podría suceder, como si aquella soledad se la tragaría hacia la oscuridad, hacia la nada, y en medio de esos pensamientos irracionales está observando desde el pasillo de su habitación, que la puerta del cuartico de Isaac está entreabierta, una extraña emoción empezaba a invadir su ser, algo muy parecido a la euforia, a la adrenalina, hasta que un objeto cayó, sin explicación alguna, asustándola y haciéndola correr fuera de la casa, caminaba con angustia con el solo pensamiento de huir tan rápido y tan lejos como le fuera posible.

-maldita casa Inés...profirió con rabia.

Y entonces divisó en la vereda, sin camisa, revisando el motor de un auto, a Isaac. Éste la miró como quien ve a un payaso, un fenómeno circense, y volvió a lo suyo, se veía muy concentrado en su tarea, con la cabeza rapada y un largo mechón dorado, dos más como él lo acompañaban con la misma risita burlona. Miles de interrogantes surgieronle en su cabeza desconcertada, siguió su camino fingiendo igual indiferencia, exaltada por dentro, temblorosa, pero no por el terror infundido antes, sino por la sensación de ímpetu que le produjo ver después de tanto tiempo al jovenzuelo ahora más rebelde y más malicioso que nunca, las palabras de advertencia de la abuela Lihes retumbándole en las sienes: Ese muchacho es malo. Ese muchacho es malo..

-yo quiero a ese muchacho.

Y así se lo hizo saber a Mariam Luna que con sus pantaloncillos diminutos reposaba a piernas abiertas en su poltrona, unos granos inminentes se asoman imprudentes en su barbilla y muy cerca de su labio inferior, Hanna no sabe si sentir asco o rabia, porque a pesar de sus defectos y su poca edad es muy atractiva, jugueteaba con las puntas de su largo cabello negro mientras sus enormes y tupidos ojos negros se pasean con apatía al entusiasmo de la mustia primita, estaba convencida que como siempre, este chico tampoco le haría caso, para qué perder el tiempo.

-Yo lo que quiero es irme de aquí- sentenció- sabes todas las cosas fabulosas que podemos hacer si nos fuéramos?

-Esto es tan diferente, ni se compara con lo de Julián..- suspira Hanna ignorando la idea descabellada de la prima. Ésta a su vez también la ignora, escapar siendo unas niñas de 13 y 14 años es tan estéril como hacerse ilusión con un chico mayor que además es su hermanastro.

Un claro cielo de una noche despejada le permite observar al radiante Venus, y también le indica que estará metida en problemas, a toda prisa huye a su hogar, ante la zozobra de lo que le espera, piensa si después de todo será tan malo seguir la idea de Mariam de escapar. Escapar, no tener que volver a ver a Regina más nunca en su vida, y mucho menos a su pesada hija, y que el señor Hiedra más nunca sepa de ella, que se sienta culpable por una vez en su vida, esto último es bastante improbable ciertamente, pero la idea de escapar acaba de coquetearle tanto como desearía hacer con Isaac. 

Hanna HaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora