06|Socia

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—¿Entonces es enserio? —pregunto Libardo mirando el techo—

—¿Creíste que me lo invente? —pregunte burlona, era algo con lo que tendría que vivir de ahora en adelante—

—Ya quiero que veas a Orson en tal caso —mi sonrisa desapareció, ahora solo quería matar a Libardo—

—Tienes que estar detrás de mi, me voy a desmayar —respondí levantándome de la cama— ¿Crees que hicieron algo de comer en el tiempo que estuvimos aquí encerrados?

—Esperemos, si no te haré algo para comer yo —sabia que Libardo cocinaba, muchas veces me presumía sus desayunos—

—¿Y crees que se molesten por saber que solo tiramos la ropa en la cama, para después ponernos a jugar?

—No tienen porque enterarse —ambos caminamos fuera de la habitación cerrando la puerta tras nuestras espaldas—

—¿Qué tanto hacían allá dentro? —pregunto Naim pícaro—

—Acomodar la ropa/desempacar —dijimos nerviosos al mismo tiempo— desempacar para acomodar la ropa —dijimos está vez en sincronía—

—Bueno ya está la comida —hablo Jean desde la cocina— __________ ven siéntate conmigo

—Oh no, ella se sentará conmigo —escuche hablar a Libardo a mis espaldas—

—Fui yo quien la convenció de unirse a nosotros, así que se sentará conmigo —puso un plato en la barra de la cocina, aquí ni siquiera había una mesa—

—¡Ya llegué! —escuche su voz por primera vez y no a través de la pantalla de mi celular— ¿Cómo que __________ llegaba hoy y nadie me aviso?

Con mi vista periférica pude ver a Libardo atrás de mí viendo cómo casi me congelo de solo escuchar la voz de Orson entrado por uno de mis oídos y manteniéndola dentro de mi mente.

—¿Cómo estás hermosa? ¿Estos animales ya te dieron la bienvenida? —pregunto parándose enfrente de mí, me sacaba dos cabezas de altura—

—Tranquilo Orson —dijo Jean llegando a su lado— ¿No vez que le comió la lengua el ratón?

—Solo estoy asimilando que esto es real —dije tallándome los ojos— tal vez la vida les haya enseñado que las acciones valen más que mil palabras, pero les prometo que esto en mi cabeza era como un sueño

—Repito fui yo quien hizo todo esto posible —dijo Ralf en mi inmenso silencio haciéndonos reír a todos—

—Y bueno está de más pedir disculpas por decirles que chingaran a su madre cada vez que Daddy Yankee dijera «que tire» —todos nos comenzamos a reír, sin notarlo Orson ya estaría enfrente de mí—

—No se ustedes, pero yo protegeré a estas dos chicas de estúpidos como nosotros —fue entonces que Orson posicionó su mano en mi hombro pasando mi cabeza a su abdomen, mientras yo rodeaba sus cintura con mis dos manos—

—¿Nos acaba de decir estúpidos? —pregunto Ralf a Naim—

—Eso creó —fue entonces que Ralf me tomo de la cintura alejándome de Orson para que Naim y el fingieran una pelea—

—Tu desayuno se va a enfriar —me llamo Jean desde la cocina—

Camine a la barra de la cocina sentándome en uno de los asientos adheridos al suelo y a mi lago ya estaría finalmente Darian acompañándome para comer.

—Tal vez tú no me necesites, pero créeme que tenerte aquí ya es un consuelo —le confesé—

—Créeme estos chicos darían pena y vergüenza con tal de verte haciendo lo que más te gusta —vimos como todos comenzaron a empujarse entre todos de una manera juguetona—

—Al final será un cuidado mutuo, ellos nos protegen de ellos y nosotras de las malas decisiones —dije comiendo de mi plato—

—Y nosotras no nos quedamos atrás —hablo tomando con la mano un poco del huevo que estaba en mi plato—

—Seremos el dúo “Puffy AmiYumi” ¿Quién quieres ser? ¿Ami o Yumi? —pregunte ignorando por completo a los chicos—

—Yumi, está claro que la optimista y creativa eres tu Ami —respondió, el odio que recibió Darian en su día estaba injustificado era una gran y hermosa persona—

—Debo teñirme el cabello de rosa algún día —dije girando la silla siguiendo viendo el espectáculo que los chicos aún hacían—

—Nos lo teñiremos —me corrigió— ¿Es verdad que te gusta Orson? —pregunto, creo que la confianza se había dado muy fácil entre las dos—

—Por supuesto, pero más que eso es admiración —no podía gustarme verdaderamente alguien que no conocía— aunque me estoy haciendo la idea de que algún día que Dios quiera y sea muy lejano este con la querida socia

—¿La querida socia? ¿Te refieres a...?

—No digas su nombre —le pedí dramáticamente—

—¿Querida socia? —escuche preguntar a Orson quien se acercó a nosotros— haber cuenten el chisme

—...

Me perdí en sus ojos.

—Habla de Libardo —contesto Darian por mi— el tiene que aceptar que en el corazón de Jean existen ahora dos amores

—No entiendo —dijo Libardo—

—No estoy para explicarlo dos veces ¿Alguien le puede poner la canción? —pregunte en general, estaba rodeada de tres mexicanos, al menos uno debió escuchar las canciones de la diosa Jenny Rivera gracias a sus madres—

—Yo se la pongo —dijo Ralf sacando su teléfono—

—Darian ¿Me podrías hacer el honor de interpretar a la noviecita? —le pregunte una vez que Ralf estaba buscando en su teléfono—

—Por supuesto —contesto—

Fue entonces que comenzó la canción con el sonido de un teléfono.

Darian: «—Oyes, sólo te llamo para decirte que MI amor ya pidió MI mano y se casará conmigo, porque tú siempre fuiste la otra»

__________: «—¿Y quién dice que no seguiré siendo la otra? Al fin que eso no se gasta, querida socia»

Comenzó la canción y fuimos Darian, Ralf, Orson y yo quien comenzamos a cantar la canción a todo pulmón.

—¿Ya entendiste, socio? —le pregunte a Libardo—

—Estoy indignado —respondió poniéndose en sus moños— ¿No vas a decir nada Jean?

—Yo no pedí nada de esto —fue lo único que dijo—

Fue entonces que me acerque a Libardo y me recargue en su hombro.

—La vida nos hizo amigas, pero el nos hizo socias —no pudimos parar de reír, mientras Jean solo negaba con la cabeza—

—Traje un monstruo a esta casa

Y si que tenía razón.

EFÍMERO [PRIVÉ CREW]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora