ME PREGUNTO SI VENDRÁ

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Escritor:

James A.

 Escritor de Amazon, Wattpad y Litnet

SOÑÉ CON TU LLEGADA

Briseida se levantó más temprano que de costumbre, ni siquiera el sol había pasado por ahí para saludarla, aún la luna estaba en lo más alto admirando la belleza de la pequeña isla. Envidiando el amor que los demás se daban, y tal vez años atrás ella hubiese sido como la luna, pero esa noche su corazón golpeaba con tanta fuerza que temía que saliera saltando de su pecho mientras murmuraba el nombre de él.

Los ojos de la joven viajaron hacia el cuerpo que descansaba a su lado, ella con cuidado pasó sus dedos por su cabello rojizo, pasó una y otra vez hasta que él emitió un gemido bajo, terminando por girar y abrir con lentitud aquellos ojos que le recordaban al mar. Tan hermosos como él y tan peligrosos, al mismo tiempo, protegidos por espesas pestañas del color de su cabello.

Jeffrey sonrió acercando el pequeño cuerpo de la muchacha, llevando sus labios a su frente para volver a cerrar los ojos, pero ella no pudo dormir. Se acomodó entre los brazos del hombre y descansó la cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón, tan calmados que no supo en qué momento cerró los ojos y cayó en los brazos de Morfeo, que poseía una belleza deslumbrante, pero ninguna como la de Jeffrey.

El hombre se levantó con cuidado, admiró a la joven y pasó sus dedos por las pecas que rodeaban el puente de su nariz, besó sus labios y salió de la habitación. Tomó la camisa blanca y la abotonó en el camino. Desde la casa de la muchacha podía ver como el barco estaba siendo preparado para zarpar y volver a la ciudad, volver con su hijo.

Había llegado hace dos años a esa isla por expedición y terminó amando la cultura, terminó amándola a ella. Era joven, hermosa y curiosa, fue imposible no olvidarse de la vida que lo esperaba, se olvidó de todo y la amó como nunca amó a una mujer. Ambos se entregaron y la primera partida de él fue dolorosa, los cinco meses más largos hasta que volvió a ella, amándola y volviéndose a ir. Su hijo pronto terminaría la secundaria y por fin podría divorciarse de Melissa, ambos ya no se amaban y él ya no podía vivir tanto tiempo lejos de su Briseida, pero... ¿cuánto tardaría esta vez en retornar?

―En unos minutos partiremos, Jeffrey ―El aludido asintió en dirección a su hermano, este se acercó y apretó su hombro―. Cada vez que te vas de aquí, te rompes un poco más, hermano.

―Dejo mi corazón aquí, con ella ―confesó siguiendo la mirada de su hermano, viendo a Briseida salir de su casa con un pequeño vestido, su piel tostada por las largas horas bajo el sol y su largo cabello castaño. Sus ojos color noche brillaron mientras corría hacia él, riendo a carcajadas causando que alrededor todos sonrieran, él no lo pensó y cuando estuvo cerca, la sostuvo de la cintura y la elevó mientras besaba sus labios―. Mi sirena.

―Hola, mi amor ―Ella acarició con dulzura su rostro y después miró al hermano del hombre que tanto amaba―. Hola, Enzo, ¿te quedarás esta vez?

―No mucho, querida. Mi esposa e hijo me esperan allá ―Le dijo, aunque luego se arrepintió ante la elección de sus palabras, ya que la muchacha bajó los ojos y dejó de brillar con rapidez. Se disculpó, pero ya era tarde, Jeffrey negó pidiéndole que se fuera, que los dejara solos.

―Debo irme ―Se sentó la orilla del mar, y ella en su regazo, grabó su rostro en su memoria y el aroma de su cuerpo―. En cinco meses voy a venir, mi amor.

―Es mucho tiempo el que te espero ―dijo la muchacha con la voz quebrada, Jeffrey pasó los dedos por sus mejillas inclinándose para tomar su boca con afecto, lamió sus labios llenos y rio sobre estos al ver cómo se sonrojaba.

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