"The Whimsical Prince"

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Día 2: Royal AU

Uraraka Ochako era una adolescente feliz, si bien vivía con lo justo y necesario cada día no le molestaba aquello para nada, tenía unos padres que le adoraban con todo el alma y unos amigos geniales por lo que ella se sentía satisfecha con todo aq...

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Uraraka Ochako era una adolescente feliz, si bien vivía con lo justo y necesario cada día no le molestaba aquello para nada, tenía unos padres que le adoraban con todo el alma y unos amigos geniales por lo que ella se sentía satisfecha con todo aquello.

Sus padres eran los propietarios de una pequeña panadería de aquel reino, ella solía ayudarlos en reiteradas ocasiones cocinando, horneando o haciendo "control de calidad" de los productos. A sus padres les gustaba tenerla allí con ellos, la castaña era una hija muy cariñosa y se esforzaba mucho intentando vender o promocionar las cosas que éstos hacían a diario, ambos valoraban muchísimo los esfuerzos que está hacía, en reiteradas ocasiones había declinado el ir a pasear con sus amigos o ir de comprar solo para el beneficio familiar.

Aquel era uno de esos días donde ella se encontraba atendiendo la panadería mientras dibujaba un vestido en una libreta en espera de los clientes, el ruido de la campana hizo levantar la cabeza encontrando los castaños ojos a unos rubíes que parecían estar enojados.

—Bienvenido ¿En qué puedo ayudarle?—Sonrio de forma dulce al nuevo cliente.

—Tks, solo quiero pan ¡Y que sea el mejor maldita sea!.—Murmuro entre dientes aquel rubio mientras se escondía tras la capa para evitar ser reconocido.

Uraraka solo puso los ojos en blanco debido a por cómo esté le había hablado mientras que de mala gana metía lo ordenado, con un pequeño golpe dejo la bolsa con los consumibles allí esperando que este le pagará. Este de mala gana arrojo unas cuantas monedas de oro en el mostrador mientras tomaba la bolsa y se marchaba sin decir nada más. La castaña frunció el ceño al ver las monedas, estás eran muchísimo más de lo que en realidad salía aquellos panes, con algo de apuro intento salir a correrlo para devolverle lo que sobraba pero no volvió a encontrarlo.

La situación se empezó a repetir un par de veces haciendo que los nervios de Uraraka Ochako estuvieran por los cielos, no sabía explicarle a sus padres de dónde sacaba ese dinero extra, por lo que en ocasiones cuando aquel rubio amargado dejaba demás ella repartía el pan a algunos niños que siempre veía correteando por las polvorienta calles, no era mucho pero era trabajo honesto.

Los días fueron pasando y las constantes conversaciones (además de pequeñas discusiones) que surgieron entre ambos desconocidos se convirtió en una extraña amistad, Ochako no podía compararla a la amistad estrecha que tenía con Izuku e Iida la del extraño rubio (o Katsuki, como se había presentado) era algo más cautelosa, ninguno hablaba mucho de su vida pero sin embargo les gustaba pasar tiempo juntos sin importar que tan breve pudieran ser estos.

Dos semanas que Katsuki no aparecía y Ochako lo extrañaba de alguna forma extraña, era ese pequeño momento de sentirse ella misma e insultar al otro con la confianza que nunca se sentiría ofendido por lo dicho, por qué aquello era así, era su juego privado del que nadie podía ser participe más que ellos bromear así con alguien más incluso se podría sentir incorrecto. Por ende Uraraka extrañaba a Katsuki y el sentir aquella sensación que este le provocaba, de hecho sus padres la habían notado algo decaída y por más que intentaba explicar lo que sucedía no encontraba las palabras adecuadas para describir aquella extraña forma de conocerse.

Esa misma semanas un gran alboroto sucedió en el reino, el príncipe cumpliría la mayoría de edad y se organizaría un gran baile en su honor, la noticia impactante es que cualquier jovencita del reino había sido invitada a asistir a esa fiesta. El rumor que corría es que la reina quería que su heredero consiguiera una prometida pronto y este a pesar de haberse negado a los deseos de su madre termino cediendo con la condición que su futura esposa fuera del reino... Y él la escogería.

Todas las jóvenes se encontraban preparando sus hermosos y extravagantes vestidos para impresionar al principe, más Ochako se encontraba esperando que el día pasará rápidamente y olvidarse de todo el asunto del príncipe, después de todo tampoco tenía un vestido con el cual asistir.

—Pastelito.— La dulce voz de su padre llamándola hizo que rápidamente levantará la cabeza del mostrador como si no hubiera estado durmiendo en el trabajó.

—Si pa... ¿Que es eso?— La enorme caja que esté llevaba entre sus brazos llamo la atención de la adolescente quien se apresuró a tomarla así su padre no cargaba con tanto peso, más sin embargo se sorprendió al sentirla más liviana de lo esperado.

—Es un pequeño regalo de mí parte, espero que puedas usarlo esta noche.—La castaña frunció el ceño mientras que su padre mantenía una gran sonrisa en sus labios, de aquella caja una tela rojiza pudo verse y el contacto con aquella parecía ser tan suave, al sacarla de la caja pudo ser capas de vislumbrar el hermoso vestido carmín que este era, parecía tan sofisticado... Tan caro.

—Papá, debe haberte costado una fortuna, no puedo aceptarlo.— Negó rápidamente Uraraka mientras devolvía el vestido a la caja intentando no verlo mucho, más su padre detuvo el movimiento aún manteniendo la sonrisa esta vez acompañada de un brillo en los ojos.

—Ni todo el oro del mundo es capaz de compensar todo el orgullo y la gratitud que nos da tenerte como hija, has renunciado a tantas cosas por nosotros que una noche para ti es más que merecida... Además el negocio está yendo bien y el vestido no puede ser devuelto.— El mayor río al ver el pequeño mohín que formaron los labios de su hija, ante sus ojos ella seguiría siendo su pequeña niña y los gestos solo le hacían recordar cuando esta tenía unos pequeños meses de vida, suspiró con algo de anhelo y se marchó no sin antes dejar un beso en la frente de uno de los más grande amores de su vida.

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Katsuki se encontraba algo tenso, sus manos no dejaban de transpirar debido a todo el peso que sentía en sus hombros en ese momento y no era la pesada capa que le habían obligado a usar, el hecho de que pronto se vería obligado a escoger una pareja era lo que le ponía nervioso, él no quería a cualquier mujer, Bakugou Katsuki solo quería a una mujer, la única que se veía capaz de detenerle y enfrentarle, a la única que podía ver cómo su igual. Más no estaba muy seguro si ella se presentaría a la fiesta después de todo y eso era lo que lo ponía más nervioso.

—Animo hombre, hoy es tu cumpleaños.—Su escudero personal y mejor amigo, Kirishima le dio una palmada en el hombro con bastante fuerza intentando animarlo solo consiguiendo un gruñido de parte del rubio. Con una respiración (y un golpe de parte de su madre) estuvo ya dispuesto a salir, camino entre el enorme salón de baile mientras era seguido por muchas chicas que buscaban su atención, más al girar la vista hacía un lado del salón en la mesa de los postres allí estaba ella con un vestido que la hacía ver cómo la reina que iba a ser en un futuro.

Se acercó a paso lento para luego tomarla de la mano y atraerla hacía él, la castaña se veía sorprendida al verlo y sus mejillas habían tomado un adorable color rosado.

—¿K-Katsuki?— Pregunto sorprendida al verlo de aquella forma, este solo asintió mientras una sonrisa ladina se asomaba entre sus labios, con un gesto la fue conduciendo lentamente hasta la pista de baile.

—Espero que Cenicienta no salga en cuanto den las campanadas.— Dijo con una voz gruesa que hizo estremecer a la de mejillas rosadas quien dio un pequeño suspiro del cual no se percató, Bakugou la tomo entre sus brazos guiándole en el baile.

"El caprichoso príncipe tendría toda la noche para enamorar a Cenicienta".

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