Necesitaba un milagro. Necesitaba que me hiciesen creer de nuevo que de las palomas seguían colgando poemas, que seguían colgado sueños, que seguían entregando sentimientos a corazones muertos.
Necesitaba que creyesen todos en la magia, que se diesen cuenta de que del amor al odio no había un paso, sino un espejismo. No entendía cómo el mundo podía ser destruido en nombre del amor cuando era el amor el que había destruido su mundo.
Necesitaban que le ayudasen a creer de nuevo que la flecha más peligrosa era una rosa, porque aquella había sido la que había marchitado todo el jardín.
Los cuentos ya no eran para él, y de eso se dio cuenta bajo el agua, cuando se percató de que aquella sirena también lo era, eso, un espejismo.
Y la rosa con más espinas del ramo.
La criatura descendió del cielo y aterrizó en el centro de la habitación de la residencia. El sonido de la ventana al cerrarse hizo eco y el silencio se asentó sobre ellos. Los puños de Taehyung seguían aferrados a su ropa con fuerza, como si no quisiera dejarlo ir.
Ya no podía escuchar los sollozos, cosa que lo alivió sin saberlo. No obstante, todavía tenía su propia mandíbula tensa. Sus manos sujetaban el cuerpo de su pactante casi con la misma intensidad que las de él, pero tenía que dejarlo por mucho que Taehyung no quisiese. Había empezado a temblar levemente debido al frío de su piel y al de la propia noche
—Taehyung —lo llamó con la voz ronca. Frunció el ceño al oír su tono de voz. Tenía la sensación de que, si hablaba más alto de la cuenta, el chico se rompería como un cristal. Sin embargo, tal vez, no era del todo mentira. Taehyung se había roto de verdad o, al menos, el cristal había dejado al descubierto sus grietas. Lo supo con solo verlo, con solo mirar sus ojos. Esa noche había dejado de luchar un poco por la vida. Probamente, su filtro de colores se había apagado. Sus padres habían abierto un cajón que costaba volver a cerrar—. Taehyung, será mejor que te des una ducha con agua caliente —le sugirió—. Iré... —se detuvo unos segundos— a traerte algo de cenar, ¿vale?
El humano obedeció con mucha reticencia y lo soltó. Se aseguró de que pudiese tenerse en pie y apartó sus manos. Los ojos de Taehyung estaban enfocados en el suelo, al igual que su cabeza. Iba a abrir la boca, pero el delgado chico empezó a moverse lentamente hacia el baño.
Jungkook suspiró tras oír el sonido de la puerta al cerrarse. El suelo tembló ligeramente y las puertas del armario se sacudieron. Inspiró profundamente, en un intento por calmarse, y salió de allí. Además de la cena, pensó que podría necesitar privacidad, así que aprovecharía para arreglar los destrozos del centro comercial. Debía borrar algunos recuerdos.
Extendió sus alas y regresó por dónde había venido. Tenía que mantener la calma. No podía empezar a perder el control, y debía conseguir que los sentimientos negativos del chico y su dolor desaparecieran.
Por primera vez, maldijo no poder leer la mente de sus pactantes. Tenía la imperiosa necesidad de saber qué había ocurrido, sin embargo, sabía que eso le traería más dolor a Taehyung. Eran recuerdos que no necesitaba sacar del pozo donde los había tirado. Él sabía mejor que nadie que ninguna persona quería eso, incluso si fuese de ayuda desenterrarlos.
Tenía la certeza de que, de algún modo, eso era lo que había llevado al humano a su miserable vida, de que había sido el detonante. En el fondo, tenían más en común de lo que nunca llegó a pensar.
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El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)
FanfictionEse olor a pureza, inocencia, un alma sin corroer, algo dulce y excitante... Ese aroma lo estaba llevando al límite y tenía que encontrarlo. «Yo cambiaré tu dolor por placer». ━━...