Hubo una vez en la que alguien se hizo llamar así mismo discípulo. Pensé que era otro de esos locos. Fue hace mucho tiempo, y de hacía mucho tiempo también era el maestro del que había decidido aprender el consagrado alumno.
Cuando quise que dejara de dar rodeos, le pregunté qué opinaba de la vida. Aquellos escritos estaban bien, pero si él no podía ser crítico con su maestro, es que no había aprendido nada.
Como era de esperar, me recitó de nuevo que la vida era un libro, una historia, un cuento, un cuadro... Una fábula. A sabiendas de lo que iba a decirle, esta vez añadió que toda la teoría era un recipiente.
«¿Qué querrías añadirle al recipiente?».
«¿Por qué querría añadirle nada?».
«Porque el recipiente se va a llenar te guste o no, pero, al menos, puedes decidir qué quieres que contenga. Eso es la vida».
Al final, creo que el alumno sí había aprendido algo del maestro.
El día se le había hecho eterno y la cabeza no paraba de darle vueltas. Estaba demasiado agotado como para poder disfrutar de su día haciendo lo que le gustaba. No obstante, Jimin había sido un bálsamo.
Una vez que había conseguido apartar por un instante la vorágine de pensamientos que no paraba de aturdirlo, había podido disfrutar de la compañía de su amigo. La pequeña sesión de estudio había dado algo de frutos, pero Taehyung sabía que no estaba ni cerca de alcanzar el nivel que creía que tenían los demás.
Antes de que el descanso acabara, Jimin se había ofrecido a esperarle para ir a cenar juntos en lugar de ir a su casa primero. Taehyung se había negado, porque no quería que estuviese perdiendo el tiempo por él. Probablemente, debía de tener cosas que hacer, pero le insistió en que iría a la biblioteca y se pondría manos a la obra en lo que esperaba.
Acabó accediendo y descubriendo que no podía decirle que no. Le contagiaba la alegría que desbordaba por sus poros, y, además, debía admitir que también quería pasar más tiempo con el bailarín. No tenía muchas ganas de volver a la solitaria habitación tampoco.
A diferencia del día, la cena había pasado con mucha rapidez. Durante la comida, el más bajo le había comentado de nuevo lo genial que se le veía el nuevo color de pelo. Taehyung no supo qué contestar a eso, el nerviosismo y la vergüenza habían podido con él, pero a Jimin le pareció divertido. El castaño agradeció enormemente el rato que habían estado juntos.
Tras despedirse, puso rumbo hacia la residencia. Levantó lo que llevaba en la mano y observó la naranja, como si con eso pudiese entretenerse de camino a su cuarto.
Si no te las vas a comer, al menos llévatela. Es sana y tiene muchas vitaminas. Te ayudará.
La cantarina voz de Jimin volvió a resonar al recordar la famosa charla de la naranja en la cena. Él era un gran fan de la fruta y de la comida saludable, pero Taehyung pensaba que, tal vez, y solo tal vez, Jimin estuviese viéndolo tan demacrado como se sentía.
Al doblar la esquina, se giró rápidamente y miró extrañado la sombra que se proyectaba bajo la luz de la farola. Juraría que la había visto moverse. Frunció el ceño y aceleró un poco el paso. Fuera lo que fuese, no tenía fuerzas para ponerse a cuestionar las posibles visiones que estuviese teniendo. Ya bastante tenía con preguntarse por qué Jungkook no había vuelto, por qué no estaba con él y por qué estaba solo. Sus ojos comenzaron a arder mientras abría la puerta.
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El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)
FanficEse olor a pureza, inocencia, un alma sin corroer, algo dulce y excitante... Ese aroma lo estaba llevando al límite y tenía que encontrarlo. «Yo cambiaré tu dolor por placer». ━━...