14. LA DIRECCIÓN DE LOS GIRASOLES

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Todavía recordaba lo que le habían dicho una vez: el pequeño cuento sobre cómo el diamante se había hecho tan fuerte. El más fuerte. Siempre se preguntó si la pequeña piedra había tenido que endurecer su alma o si, por el contrario, se había vuelto inmune al mundo.

En todas las historias siempre hay una moraleja, y es que en todos los diamantes siempre había una grieta también por donde entraba la luz. El diamante se reflejaba por completo cuando ese haz lo atravesaba, y se dio cuenta de que nunca tuvo algo parecido al miedo. Se mostraba como era, con su valor, con su brillo y con su defecto.

Fue otra de las tantas primeras veces que creyó tener un corazón en la mano. La única diferencia era que, en las grietas del corazón, siempre entraba la oscuridad.



Taehyung se lavó las manos por última vez y colgó el delantal después de sacudirlo. Hoy había sido un día duro, pero estaba muy orgulloso de sí mismo. La decoración de los pasteles había sido un éxito y hasta Hoseok lo había felicitado. Había despertado su interés por experimentar, así que se apuntó mentalmente pensar en nuevas formas y diseños para los siguientes dulces. Aunque había empezado por piezas más pequeñas, mañana trabajaría con otras mayores, como las tartas. Estaba contento con su nuevo trabajo.

Se colocó bien la ropa y notó que algo le pesaba en el pantalón. Metió la mano en el bolsillo trasero y se sorprendió. Era una cartera. La abrió con curiosidad y se encontró con el documento de identidad que Jungkook le había dado a la chica de la escuela, una tarjeta bancaria y un par de billetes que supuso que sería parte del dinero recuperado.

Sonrió con emoción y la apretó en sus manos. Ya podía decir que era un ciudadano corriente como los demás. No quería averiguar cómo lo había hecho la criatura. Confiaba plenamente en él y sabía que Jungkook no haría algo que pudiera perjudicarlo. Las firmas falsas no hacían daño a nadie, ¿verdad? Se lo había prometido, aunque sus palabras y contratos verbales siempre resultaban muy ambiguos. Pero, en el fondo, Taehyung había depositado todo lo que le quedaba de confianza en aquella persona sobrenatural.

Guardó su nuevo regalo y se dirigió a la puerta tras despedirse. En cuanto le llegó el olor de la comida de los restaurantes cercanos, su estómago rugió. Miró alrededor y, al instante, abrió los ojos con otra de sus grandes sonrisas al acordarse de su nueva situación. ¡Tenía dinero! Suyo, propio. Podía comer y comprar.

La felicidad que sentía en ese momento pareció desbordársele por los ojos. Era la primera vez que tenía dinero de sobra para comer. Dado que no pagaba alojamiento ni comida en la escuela por la beca, lo único de lo que tendría que preocuparse sería del almuerzo, porque con el trabajo no llegaría a tiempo para comer con los demás alumnos. Gracias a la beca, podía despedirse del comedor social.

¡Jungkook! ¡Jungkook!

El pelinegro apareció frente a sus ojos con un ligero batir de alas. Estaba serio, más de lo que acostumbraba, y eso lo preocupó.

—¿Pasó algo?

—Nada —dijo de forma tajante.

Taehyung miró hacia otro lado.

—¿Vamos a comer? —Le ofreció, intentando que su bueno humor no se viera afectado.

—No como. —Frunció el ceño.

Jugó nervioso con sus pies y agachó la cabeza.

—Es la primera vez que puedo comer fuera —murmuró.

El Pacto (I): el demonio ha visto un ángel [KookV] (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora