2. Un placer.

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Cuando salimos del ascensor Yoongi tenía sostenida mi mano para seguirlo y no distraerme con nada. Caminábamos apresurados como si nos estuviera haciendo tarde, cuando en realidad íbamos con 2 horas de anticipación, no sé porqué teníamos que salir tan temprano. 

Este Yoongi mandón.

Saludamos a los presentes en recepción con amabilidad y excesiva cortesía. Yoongi me había soltado para buscar algo en sus bolsillos, eso me dio tiempo para mirar todo el lugar. A mi jamas me cansaba mirar los mismos lugares así podía describirlos bien y acordarme a donde ir, por cualquier razón que me pasara. Eso me lo enseño el señor Min, nada mas por precaución. 

Observar era importante, claramente, pero él me dijo que tenía que ser mucho más perfeccionista, más detallista, que vea todo y que me lo memorice. No sé porqué, pero tenía que hacerlo, era obligatorio en la casa. 

Normalmente él nos ponía unas imágenes a Yoongi y a mi todos los días que nos teníamos que aprender en un determinado limite de tiempo, luego nos daba otra imagen que le habían modificado mínimamente la posición de un objeto y teníamos que encontrarla en otro limite más corto de tiempo. Mientras los años pasaban, utilicé esas practicas para todo, porque me había acostumbrado, y me gustaba. 

Yoongi, por otro lado, lo dejo de hacer y prefirió la tecnología. Porque descubrí que él era el que hacía esas ediciones a las imágenes. 

Mientras observaba el lugar, nada ha cambiado, los mismos chiquillos persiguiéndose al rededor de su madre en el asiento circular, tapizado con tela de franela color vino esperando al ex-esposo para que los lleve al preescolar. El mismo vagabundo que siempre entra pidiendo comida en recepción, haciendo que Geunsuk, el portero amable de unos treinta y tantos, que siempre echa a patadas al pobre vagabundo. 

Pero había algo extraño hoy, no estaría en las personas porque siempre actuaban igual, hablo del ambiente. Algo que no debe de estar, esta aquí, y no sé qué es. Y me da un poco estrés.

— Ay, demonios. —escuché murmurar a Yoongi—. Dejé las llaves del auto en la casa, tendré que... —se dio la vuelta con las cejas unidas, pero puse mi brazo en su pecho para detenerlo.

— Dame las llaves de la casa. —mandé, haciendo que él me mirara confundido.

— ¿Por qué debería dártelas? —aclaró alzando una ceja. 

— Para buscarte las llaves, duh. —entorné los ojos divertida, e hice el amago con la mano para que se apurara a dármelas. Desconfiado y sin despegarme la mirada, sacó las llaves de su bolsillo trasero y me las dió. 

— No me vayas a partir las llaves otra vez, Vic. —me las dejó en la palma de la mano, instantáneamente cerré la mano, sonriendo.

— No lo haré, tranquilo. — sonreí y me dirigí al ascensor. 

Al estar cerca del ascensor, vi que había un chico complicándose la vida al tratar de meter una caja enorme dentro del ascensor. 

— ¿Que tal si metes la caja de lado? Porque como la tienes no dejarás que nadie baje o suba cuando veas que de verdad tienes que meterla de lado. —mencioné parada mirando al chico. El chico era notablemente alto, tenía el color de cabello castaño y llevaba puesto una camisa algo ajustada color negro, con las orillas de esta metidas en los pantalones de cuero negros. Sus zapatos eran botas militares color caqui. Cuando me miró por encima del hombro alzando la ceja, noté que sus ojos eran marrón claro, casi mieles. 

— ¿Hablas de que la ponga de forma vertical? —dijo confundido, su voz era gruesa y profunda. Sus labios eran delgados y abultados, color rosado. Su nariz era peculiar, ni tan fina ni tan grande, iba muy bien con sus facciones. Asentí, ayudándolo a colocar la caja como le dije. 

Mi vecino del 7. || JJK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora