—¡Por favor! —dijo con voz aguda. Yeonjun estaba prácticamente colgado del brazo de Taehyung, quien lo miraba con desinterés—. Te prometo que no le diré nada a Jungkook.
Taehyung lo miró a la cara y el niño esperó una respuesta, expectante.
—No.
El niño repiqueteo el pie contra el suelo, soltó a Taehyung y se cruzó de brazos. Habían pasado dos días desde que Jungkook se fue y el festival había comenzado ayer. Necesitaba un cómplice y sabía bien que Gadeok no lo ayudaría, él seguía al pie de la letra todas las demandas de Jungkook.
—Agh, eres un aburrido —murmuró. Taehyung alzó una ceja—. Vamos, ¿por qué no?
—Depende de lo que tengas para ofrecerme.
—¿Perdón?
—Yo me voy, niño. —Se encogió de hombros y apuntó con el dedo a Yeonjun—. Más vale que cuando tu hermano vuelva aún estés aquí. Tienes que respetar a tus mayores.
—¡Espera! —exclamó, desatando de su cinturón una bolsa de tela—. Te daré plata si me ayudas.
Taehyung alzó una ceja y se cruzó de brazos interesado.
—Me interesa, ¿cuánto me ofreces?
Yeonjun arrugó su naricita.
—¿Veinte monedas de plata? —dijo inseguro. Taehyung negó con la cabeza—. ¿Veinticinco?
—Cincuenta monedas.
—Eso es mucho. —Yeonjun se mordió el labio—. Treinta.
El alfa volvió a negar y sonrió divertido.
—Yo que tú me apresuraba a hacer una mejor oferta, cada segundo cuenta.
—Aún así, es mucho dinero —murmuró. Miró al alfa frente a él, impaciente—. Bien, cuarenta monedas de plata. Es mi mejor oferta, no tengo nada más que ofrecerte.
—Que sean cuarenta y tu anillo. —Yeonjun por inercia cerró su mano en un puño, intentando ocultar en vano el hermoso anillo de oro en su dedo índice. Suspiró y asintió, rendido—. Bien, vamos. Rápido antes de que alguien nos vea.
El prado era un hervidero de gente.
Taehyung estaba más que decidido a hacerse con un buen puesto de observación, total si tenía que cuidar del niño echar una miradita no le hacía mal a nadie. Los codazos de Taehyung no tenían nada que envidiar a los ajenos. Poseía la ventaja de su estatura. Avanzó hasta subirse a un montículo a cinco metros de la valla. Cuando Yeonjun se quejó de que sólo veía culos Taehyung se lo puso encima de los hombros. La tribuna, que estaba al otro lado del prado, se llenaba de señores y damas de alta alcurnia, a los que había que sumar unos cuantos burgueses y una veintena de caballeros que habían decidido retrasar su entrada en liza.
Taehyung nunca había asistido a estas celebraciones, más que nada porque no encontraba el sentido de matarse unos a otros sin recibir nada a cambio.
Estiró su cabeza para observar mejor el podio donde se encontraban los principales causantes de la ridícula contienda. Sin embargo, lo único que pudo divisar fue a Jeon Hyuk que parecía que se enfocaba más en destacar frente la audiencia que ver la reyerta en sí.
El sol arrancaba destellos dorados de la fíbula con que se sujetaba el príncipe la capa en el hombro, y de la diadema que ceñía sus sienes. Por lo demás, el atavío del príncipe era más artificioso que el de los demás nobles, sin llegar a decir que era hasta grotesco la cantidad innecesarias de joyas que colgaban de él. Taehyung observó que Jungkook no se parecía en nada a él.
Un lobo color café se encontraba en el lado derecho y en un pequeño montículo de tierra se encontraba la flameante bandera blanca con el escudo del reino vecino, tenía el emblema del sol tallado en el centro y a los bordes, una franja de color dorado.
Al otro lado, yacía sentado un lobo color gris mucho más grande. Detrás de su espalda dejaba mostrar el estandarte del reino, de un color verde saturado con el emblema de un águila negra cuidadosamente bordada en el centro. Era un emblema que también adornaba el gran escudo verde puesto al lado de la entrada.
—Él es Lee Minho —dijo Yeonjun.
—Ya lo sé —repuso Taehyung. Le habían recordado mucho del alfa Lee Minho: incomparable en los torneos, por si se le ocurría enfrentarse con él—. El de al lado del príncipe, vestido de verde y oro y con barba gris, debe de ser su padre.
—Sí —dijo Yeonjun—. Lo vi una vez en el mercado.
Su inquietud era infundada. Cuando sonaron los clarines que convocaban a los retadores a prepararse, el príncipe finalmente se sentó y el resto lo imitó. Taehyung oyó el murmullo de entusiasmo con que acogía la multitud a los retadores, que desfilaron uno a uno por el extremo sur del campo.
En el momento en que los lobos dejaron de desfilar y ocuparon sus puestos, el prado enmudeció. Después sonó un clarín y estalló sin transición la algarabía. Gruñidos y aullidos de dolor invadieron el centro de la batalla; mil voces prorrumpieron en gritos y jaleos, vibró todo el prado. Poco después, cuando el público se dio cuenta de que el lobo color café había dejado de moverse, estalló en una gran ovación, espléndido augurio para el éxito del torneo y testimonio de la destreza de los competidores.
Taehyung sintió temblar el suelo bajo sus pies. Yeonjun, que estaba sentado en sus hombros, dio gritos de alegría y agitó sus brazos delgados.
Al finalizar la batalla Taehyung, aún con el niño sobre sus hombros, emprendió camino hacia el mercado buscando un dulce, cosa que al alfa le parecía de todo menos saludable.
Luego, mientras seguían caminando se toparon con un show de marionetas. Yeonjun, fascinado, apuntó hacia el frente. Sin embargo, Taehyung detectó a lo lejos un par de caballeros que se dirigían hacia allí también.
Oh, ello sería un problema.
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Empires |Taekook Omegaverse
FanfictionEn un mundo donde la muerte gobierna todos quieren ocupar el trono, pero solo uno no morirá en el intento. Ellos harán lo que esté a su alcance para lograr sus objetivos. Jeon Jungkook protegerá con garras y dientes el lugar que su padre le cedió...