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Era una tarde oscura, el sol se había ocultado antes de lo previsto y el viento gélido soplaba fuerte. Esa tarde, el príncipe del Clan Park casi muere.

Al menos, eso habría sucedido de no ser por el hombre que lo salvó, cuyos ojos eran tan verdes como el prado en una noche nublada.

—¿Está bien?

Oh, su voz era tan grave. Jimin observó que su tono de voz no le hacía justicia a sus facciones delicadas; se veía joven, aunque podría decirse que tenía alrededor de unos veinte años. Refugiado entre los brazos sin vida de su madre, alzó la cabeza para mirarlo a los ojos y asintió temeroso, sus manos temblaban.

—De acuerdo, está bien. ¿Se encuentra herido?

El niño de tan solo doce años intentó que su voz sonara fuerte pero, en cambio, un débil susurró se escapó de sus labios. Parecía como si estuviera recitando una plegaria en vez de hablar. Estaba tan asustado que ni eso podía hacer bien.

—Tranquilo —susurró el hombre—, te llevaré de vuelta a tu hogar.

Él se había puesto de cuclillas para poder estar a la altura del príncipe. Estiró una mano para limpiarle las lágrimas mezcladas con la suciedad y sangre en su rostro. A estas alturas, ni Jimin sabía a quién le pertenecía las manchas rojizas que adornaban su piel.

Desde que sus ojos conectaron por primera vez, Jimin supo que había algo mal con ese hombre pero aún así confió en él.

—Alteza.

La voz lo sacó de sus pensamientos.

—¿Ya llegó? —preguntó algo nervioso. Jimin se mordía las uñas mientras caminaba de un lado al otro—. Ya debería haber llegado.

—Aún no, Alteza.

Mantuvo su rostro impasible mientras asentía, tragando duro al ver como el sol se ocultaba detrás de una nubes. Él aún no había llegado y ya era tarde, tendría que haber estado allí hace horas. Ahogado en una profunda preocupación, Jimin tomó sus cosas y se enlistó.

—Si llega dígale que salí a caminar, él sabrá dónde encontrarme.

Y dicho eso se marchó. La larga capa flameaba detrás de él una vez que salió a la intemperie. En su camino pensó en que quizás él no llegó porque le sucedió algo y la idea hizo poner la carne de gallina, se deshizo de ella una vez que llegó a su mente. Aún así, se mordió la lengua. Jimin no podía perder a nadie más, no después de ese día.

El llegar a lo más alto de la torre le estaba costando más de lo esperado. Se había detenido para recuperar el aliento cuando oyó el sonido de unas botas contra la piedra. Su corazón dio un vuelco al darse la vuelta y ver el rostro que tanto había ansiado por ver. El hombre frente a él siempre emanaba una energía extraña, él y su lobo lo podían sentir. Quiso abofetearlo por haberlo hecho esperar demasiado, sin embargo, se quedó en el lugar y tan solo se limitó a mirarlo.

El alfa frente a él se cubría los hombros con una capa verde usada, manchada con salitre y descolorida por el sol, a juego sus ojos que brillaban en un verde zafiro. Llevaba puesto un jubón, y su pelo le caía sobre los ojos como una cortina azabache. Esbozó una sonrisa al ver a Jimin.

—Te estuve esperando —reprochó Jimin, llevándose los dedos a la cadena que lucía en torno al cuello—. ¿Dónde estabas?

Min Yoongi pasó saliva e hizo una reverencia.

—Lo siento, mi príncipe —dijo. Hincó una rodilla en el suelo y no alzó la vista—. Se me hizo tarde.

—Estaba preocupado por ti. —Su voz tembló un poco mientras hablaba y temía que Yoongi pensara que era patético. El alfa alzó la cabeza y se levantó del suelo lentamente—. Pensé lo peor.

—Eso es lo que siempre hace, mi príncipe —dijo con una sonrisa. Jimin se hizo pequeño ante la mano en su mejilla y él entrecerró los ojos antes de continuar—. Lo noto cansado, ¿estuvo mutando incluso cuando le recomendé que no lo hiciera?

El repentino silencio del omega no pasó desapercibido, Yoongi empezó a regañarlo advirtiéndole los peligros de mutar luego de la herida que sufrió en uno de los ataques nocturnos de Jungkook. El alfa sabía que su príncipe era un poco sordo ante las recomendaciones con respecto a su salud; era fuerte, sí, pero no era invencible. Jimin no sanaba igual de rápido que él, le llevaba más tiempo.

—Déjeme ver su herida.

Jimin negó.

—Aquí no, tengo muchas cosas encima y si me las quito será únicamente para dormir. Ven a revisarlas por la noche.

Detuvo la marcha cuando analizó sus propias palabras y se dio cuenta de que quizás pudo haber causado un malentendido. Volteó a mirar al alfa con los ojos abiertos y se quiso morir allí mismo al ver una sonrisa burlona en su rostro. Mientras caminaba no pudo evitar pensar en su hermana y si él terminaría como ella, casándose con alguien a quien no amaba. Él no soportaría el simple hecho de estar lejos de...

Sus pensamientos se disiparon de su mente cuando sintió una mano más grande que la suya rozando sus dedos.

—¿Está bien? ¿Debería cargarlo sobre mi espalda?

Jimin sonrió y negó con la cabeza.

Por el momento se dio el lujo de no pensar demasiado, aunque en el fondo sabía bien cómo terminaría su historia. Él no tenía un padre como el de Jungkook, quien lo alentara a ocupar el trono, a liderar. No lo malentiendan, el suyo los amaba, sí, pero también pensaba que los omegas no servían para reinar, solo para casarse y tener cachorros. Jimin estaba bien con ello mientras se casara con alguien a quien él amara pero, en cambio, su hermana quería otra vida diferente; ella quería reinar, explorar el mundo.

Mierda, él era su hermano mayor, tendría que haber algo que pudiera hacer por ella. Quizás si pensaba un poco más...No, cualquier cosa que hiciera perjudicaría directamente a su padre y al clan. Podrían matarlos por ello y Jimin no soportaría ninguna otra muerte. Pero aún así si no la ayudaba quizás ella experimentaría algo peor que la muerte, ya que era bien sabido que Eun Kangchi era detestable en todos los sentidos.

¿Era tan fuerte el amor por su hermana como para pelear por ello? No lo sabía, porque a pesar de haber aprendido a temprana edad el manejo de la habilidad cambia-formas y la espada, Jimin no podía lastimar a nadie. Por esa misma razón, al apretar más la mano que sostenía la suya dijo:

—Yoongi, ¿podrías ayudarme con algo? 


Empires |Taekook OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora