II

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Pocos días habían pasado del momento en que Des se enteró de que Anne estaba embarazada.

Acababa de salir del culto, lo habían expulsado. A los demás no les agradó la idea de que las reuniones fueran una vez a la semana para que así Anne no sospechara.

Esa noche tenían planeado reunirse con una bruja conocida por ser antigua y poco vista, habían ido en auto, pero a Des le tocó volver caminando. No iban a permitir que se quedara por mas tiempo.

Miró ambos lados antes de cruzar, conocía ese lugar por ser el mas famoso de los suicidas, saltos al tren.

Estaba todo oscuro, no se veía nada y la noche seguía en completo silencio, cruzó lentamente abriendo los ojos cuando el sonido del tren se acercaba. No había visto nada, eso era imposible. Miró de reojo y vio un tren rojo, tan rojo como la sangre se acercaba a el, aceleró el paso pasar salir de los rieles, pero el tren lo seguía. Con sus brazos cubrió su cabeza y esperó el impacto que nunca llegó.

Un deja vú. Esto ya lo había soñado.

Miró asustado a ambos lados, nada.

Con el corazón a mil, totalmente alarmado siguió caminando a paso veloz, esperando llegar rápidamente a la ciudad.

Sintió que el tiempo iba muy lento, pero al fin llegó a su casa. Anne estaba en el sillón dormida con un libro en sus manos.

Des sonrió, con cuidado la tomó en brazos y la llevó a la habitación, la tapó y besó su frente. Fue al baño, se lavó la cara y de reojo lo vio. El diablo estaba a su lado. Des lo ignoró y salió rápidamente de ahí para acostarse al lado de su esposa.


Los meses pasaron, Anne ya había cumplido los nueve meses de embarazo, tenían fecha para el 15 de febrero, pero el parto se había adelantado.

—Puja, amor, puja —alentaba Des mientras Anne apretaba su mano

—AAAAAH —Anne dio un último grito de dolor y se escuchó el primer llanto

—Felicidades, es un niño —dijo el doctor mientras le pasaba el bebé a la enfermera para que lo limpiara y le pusiera una manta

—Doctor, mire —una de las enfermeras señaló la cabeza de otro bebé

—Oh, se me olvidó que eran mellizos —mientras decía eso, sacó al bebé—. Felicidades, es una hermosa niña

El doctor le pasó el bebé a la otra enfermera para que hiciera el mismo procedimiento que la otra enfermera.

Trasladaron a Anne a una sala de recuperación mientras a los bebés le hacían un chequeo, así saber si están sanos o tenían alguna dificultad.

—Podríamos tener otros bebés —dijo Des mientras hacía un bailecito con sus cejas

—Deja recuperarme y quizás lo piense —respondió Anne para así darle un beso

A los minutos llegó una enfermera con ambos bebés, les pasó uno a cada uno.

Desmond tenía en brazos a la niña y Anne al niño.

—¿Cómo los nombramos? —Preguntó Anne

—El va a ser Harry —respondió el, mientras su pequeña tomaba su dedo índice en medio de toda su manito

—Y ella va a ser Gemma —dijo Anne mientras veía a sus pequeños dormir

Y como si Desmond algo recordara al ver a sus pequeños hijos, unas llamas empezaron a arder en la esquina de la habitación, el olor a azufre inundó sus fosas nasales.

—Será uno de ellos —dijo el diablo y desapareció

Anne espantada y preocupada le exigió una explicación a su marido.

Des apenado le contó sobre su trato con el diablo, ella destrozada y con el corazón dolido decidió no encariñarse demasiado con sus hijos, prometiendo que ninguno de los sería demasiado cariñoso con alguno de los niños.

Ni siquiera tener un favorito.

Lástima que ninguno de los dos lo pudo cumplir y eso hizo demasiado difícil su relación.

Lástima que sus hijos eran demasiado perfectos como para no encariñarse.

Pero nunca debieron dejarlo solo.

El Diablo Me Visita [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora