Prólogo

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Está de espaldas, mirando por las grandes ventanas de vidrio, se gira, y en el momento en que sus ojos aterrizan sobre los de ella, miles de recuerdos atraviesan su mente. Parecen tan amenazantes, como siempre lo han sido, la misma mirada dorada, la misma que vio por última vez antes que el pozo fuera sellado.

Tira de ella con firmeza. Tenía la guardia baja cuando la presiona contra el lateral del escritorio y la besa. La besa de verdad. Coloca las manos a ambos lados de su rostro. Luego siente una de sus rodillas entre los muslos.

Cuando se separan, ella respira con dificultad y él mantiene los ojos fijos en ella.

-Estamos destinados a estar juntos, miko.

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