Capítulo 3

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El sol naciente había teñido de rojo vivo la cúspide de la mansión, pero bajo los muros, la noche acechaba todavía.

Una polilla revoloteaba como loca cerca de la chimenea.

«Muere —pensó irritado— Vuela hacia la llama y muere de una vez.»

InuYasha se encontraba ante sala en la que estaba su medio hermano. Abrió la puerta y entró haciendo alboroto.

—¿A qué has venido? —preguntó el mayor, en tono molesto.

—¿Cuánto tiempo más piensas esperar?

—Si has venido a sermonearme es mejor que te largues.

—¿No se suponía que le dirías?

—No estoy de humor. —Le dio la espalda.

—Eres patético. —le reprochó el hanyou.

Se clavó las uñas en las palmas de las manos y se giró para quedar frente a su medio hermano.

Una ráfaga tumbo a InuYasha de un golpe y lo estrelló contra una de las paredes la cual quedó destruida. Un enojado Sesshomaru con ojos rojos veía a su medio hermano con la ira y furia que solo un poderoso youkai podía mostrar.

—Creí que eras un poco más listo —los músculos del brazo de Sesshomaru se tensaron mientras apretaba el cuello de InuYasha.

—Ella hubiera dado la vida por ti sin pensarlo. —el agarre en el cuello del hanyou se apretó y sonidos de ahogo empezaron a escucharse­— La...—Sesshomaru abrió su mano y dejó caer a su medio hermano al piso— La primera vez que la vi intente matarla, sabes, — Habló con esfuerzo— y, sin embargo, ella se convirtió en una de las personas más importantes para mí. Siempre estuvo conmigo apoyándome. Cuando me enteré de su relación, quería matarte. Pero verte entrar al meidou terminó de convencerme, no era una simple humana para ti.

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Un nuevo día, otro día de rutina. Apagó el despertador y se levantó. Eran los últimos días en la universidad y estaba muy nerviosa. Estaba preparada para lo que vendría, se había centrado tanto, y ahora veía los resultados, pero eso no le evitaba sentir los nervios de punta.

Cerró la puerta a su espalda, lista para ir a clases.

Al llegar, en la entrada principal la estaba esperando Haruko.

—Kagome, date prisa. —su amiga daba saltos y agitaba las manos— llegará hoy.

— Haruko, haces alboroto por cosas intrascendentes. Y dime, ¿cómo es que te has enterado?

—Mi padre le contó a mi madre que, en la última reunión de maestros, el Señor Tanaka dijo que tendrían la visita del Señor Taisho. Así que durante algunas noches me escabullí en su oficina, hasta que encontré la información que necesitaba. —Kagome estaba sorprendida con lo que escuchaba, Haruko siempre hablaba cosas buenas de ese hombre— Kagome, si lo conocieras te darías cuenta que él es demasiado sexi, inteligente, educado, millonario, está soltero, y tu... —se interrumpió y gritó de repente—hey, me mataras de un infarto. —Kagome suspiró profundamente aliviada, Ame había llegado sin avisar y tocó la oreja derecha de su amiga.

—Buenos días chicas. —Saludó y luego se para al lado de Kagome. — ¿De qué hablan?

—Eres un grosero— Haruko fingió estar molesta y se cruzó de brazos— son cosas de chicas.

—Hum.

—Cosas sin importancia— se apresuró Kagome, no quería escuchar más de las locas descripciones de Haruko y sus aventuras, si su padre se enteraba tendría muchos problemas—será mejor que entremos ya es tarde.

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