CAPITULO 10

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  Mitsuki exhaló con desgana acercándose al pelinegro, su hijo si qué sabía cómo arruinar las cosas. Shindō por su parte solo le dedicó una sonrisa despreocupada; como si nada hubiese ocurrido. La rubia agradecía de cierta manera que el joven quisiera hacer menos incómoda la situación, después de todo ya bastante desanimada estaba de que la primera cita de su hija terminara de esa manera.

Aunque (T/N) no lo considerase una cita.

— Gracias— comenzó a hablar con calma—, lamento lo que ocurrió con mi inestable hijo. Creo que puedo decir–

— Está bien— levanto una mano llamando la atención de la mujer, quien un poco confundida frunció el ceño a su dirección. Vaya, de tal palo a tal astilla ¿No?—. Quiero que sea la linda rubia quien me hable de lo que sea que ocurre. Aunque sienta curiosidad, la verdad es que poco me importa— Mitsuki iba a reprochar algo antes de ser interrumpida nuevamente—. Además, puedo estar seguro de que pronto me dirá algo al respecto. Parece ser una chica muy sincera ¿No?

  La madre de ambos rubios no evito asombrarse un poco ante aquello; un poco desconfiada se preguntaba ¿Cómo no le iba a importar después de como terminaron las cosas? Pero, al mismo tiempo, lo sentía muy sincero de su parte.

  Dentro de ella sintió un gran alivio, ya que nunca pensó que su hija tendría una vida totalmente normal con amigos y demás, siempre creyó que la idea de “no salir más de casa sin supervisión” era lo menos indicado. Pero por otra parte, imaginarse el perder a su hija le aterró de tal manera que decidió ir por la opción menos agradable, pero mucho más segura.

   Siempre odio el hecho de haberle quitado la libertad a su pequeña y solo sentarse a observar como (T/n) miraba a las afueras; quizás imaginando una vida más normal. Aunque en el fondo sabía que era lo mejor. Después de todo el temor de lo que se vivió permanecía dentro de todos en la familia, es por eso que Katsuki actuaban así, es por eso que ella se sentía tan culpable, el único ser de luz y neutralidad era Masaru; y nadie lo escuchaba.

  Así que el ver y presenciar que las personas que comienzan a rodear a su hija son buenas, le da una gran paz. Es como ver un rayo de luz luego de tantos años de tormenta, aunque nunca dejaría de estar preocupada. Después de todo parece ser que sus hijos son propensos a los secuestros, pero estaría tranquila siempre que tengan personas buenas a su lado capaz de ayudarlos.

— Gracias por cuidar de (T/N)— agregó más animada—, me alegra saliera con tan buenos gustos— vaciló logrando que Shindō se avergonzará.

— B-bien— tocio aclarando la garganta, después de todo sentía que si se quedaba más tiempo la situación si podría volverse incómoda. Ya que noto como aquella mujer parecía no tener pelos en la lengua—, creo que mejor me retiro por ahora.

— Te invitaría a pasar, pero como ves no es el momento adecuado— hizo una pausa dejando un momento de silenció incómodo que duró por algunos segundos—, no dejaré de sentirme culpable porque (T/N) deba llevar está vida.

  El pelinegro solo quedó en silenció antes de finalmente despedirse de la mujer, no dejo de pensar en esas palabras y en la manera tan triste de expresarlo. No entendía nada de lo que ocurría, pero de algo estaba cien por ciento seguro y a unos cuantos pasos de distancia se detuvo.

— Ella no lo ve de esa manera.

  Mitsuki se impresionó, pero sin decir nada más se adentro a su hogar con una sonrisa.

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ꜱʜɪɴᴅᴏ ʏᴏᴜ  •  ¡𝑵𝒐 𝒕𝒆 𝒂𝒄𝒆𝒓𝒒𝒖𝒆𝒔!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora