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Jack

–No era necesario que vinieras hasta aquí Ash– dije sonriendo.

–Claro que sí Dylan– dijo empujándome suavemente con su codo. –Quería saber dónde vivías.

–Pues... es aquí– dije parando en frente de casa. –No es...

–Tu casa es muy linda– dijo mirándola a detalle.

Sonreí. –Gracias.

¿Debería invitarlo a pasar?
Umm... mamá debe estar dentro.

–¿Q-quieres entrar?– pregunté tímido.

–¿Eh?– salió de su estado de concentración. –Oh– rió. –No me gustaría molestar.

–No molestas Ash– reí un poco. –Te presentaré a mi mamá.

Noté cómo su pecho se contrajo y sus labios se separaban para formar una casi O.

–¡Dylan!– pronunció con los ojos bien abiertos. –Oh por Dios, debí vestirme mejor– se tocó la frente. –No pensé que tú querrías que...

No Ash... no en esa forma...

–Ash... –toqué su hombro para llamar su atención.

–Ugh debí traer algo– hablaba rápido mientras golpeaba el pavimento frenéticamente con el pie. –Vi una florería de camino. Jack– tomó mis manos. –¿Cuáles son las flores favoritas de tu mamá?

Rayos, se ve tan tierno y emocionado.
Carajo, y ahora cómo le explico.

Sonreí conmovido y acaricié sus nudillos con mis pulgares. El aún mantenía esa expresión de expectación por una respuesta.

–Ash... mamá no sabe que yo... –bajé la cabeza. –Ya sabes, que soy gay–susurré.

–Oh...–dijo en un tono bajo.

Cual cachorro desanimado, bajó sus hombros y la expresión en su rostro cambió a una un poco más pensativa.

–Está bien Dylan– sonrió. –Supongo que esta es la oportunidad para preguntarle cuáles son sus flores favoritas para cuando sea el momento oportuno– apretó un poco mis manos.

Sentí como mis mejillas se pusieron tibias mientras mis labios involuntariamente formaron una sonrisa. Lo miré un poco a los ojos y casi inmediatamente desvié la mirada.

De la nada me dieron ganas de besarlo. Que vergüenza.

–Ven entremos– hablé bajo mientras lo jalaba de la mano.

Apenas llegamos a la puerta tomé una gran bocanada de aire mientras buscaba las llaves en mi mochila, no solté ese aire hasta que por fin pude abrir la puerta.

–¿Eres tú cielo? –escuché desde la cocina.

–Sí soy yo mamá– me sonrojé avergonzado.

Dejé la mochila en la entrada y Asher me imitó.
Los cortos segundos que lo ví pude notar como acomodaba su ropa y su cabello.

Please, don't wake me upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora