╔═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╗
Locura Real
05
No más obstáculos
╚═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╝
Adrien Agreste se sentía realmente afortunado en ese momento de su vida. De hecho, aun creía que aquello era un sueño del que podría despertar en cualquier instante; pero, la sensación de tener a Ladybug en sus brazos, de finalmente besarla como siempre había deseado, de suplir por primera vez esos besos que fueron borrados de su memoria, se sentía completamente real.
Ese sueño, no era más que su realidad.
Había empezado por fin a romper el muro que los separaba, y lo que estaba viendo del otro lado, le gustaba.
Contemplar a Ladybug tan relajada respondiendo preguntas, sonriéndole, riéndose de sus chistes, dejándose llevar... y lo que es mejor, haciéndole sentir miles de cosas en cuestión de segundos con solo haber posado sus labios sobre los de él, era realmente algo por lo que podía morir.
Al fin y al cabo, Chat Noir había ganado.
Se dejó caer boca abajo en su cama, suspirando, pensando detenidamente en aquella conversación.
¿Acaso sería posible que supiese el verdadero nombre de su Lady?
Se giró y se sentó con rapidez, a medida que las respuestas de Ladybug invadían una por una su agitada mente.
Levantándose de su cama, se acercó hasta su escritorio y tomó una libreta y un lápiz de unos de los cajones, antes de volver al mismo sitio y comenzar a escribir todas las pistas que había conseguido.
Si la conocía, estaba claro que era alguien de su mismo círculo, pues él no se relacionaba con mucha gente. Tomó nota de ese detalle, resaltando el hecho de que, por primera vez, que su entorno fuera reducido era algo positivo. Triste, sí, pero bastante útil en esta ocasión.
También sabía, por experiencia propia, que los Miraculous cambiaban rasgos físicos de los portadores, pero sería algo maravilloso que esos preciosos ojos que tenía su Lady realmente fueran de ella. Es decir, podía intentar buscar esos ojos entre sus conocidas y, quién sabe, quizás acabaría encontrándola...
—¿Adrien? —Plagg había terminado de comer su primera rueda de queso e iba a iniciar la segunda, cuando notó que su portador estaba sumido en sus pensamientos— ¿Qué haces?
—Anotando pistas sobre la identidad de Ladybug.
—¿Qué? —el Kwami prácticamente tiró su queso para plantarse frente a su elegido— ¿El intercambio de saliva te dejó haciendo cortocircuito o qué?
—¡Plagg! —protestó asqueado por las palabras del ser oscuro—. ¡Ya!
—¿Qué? —reclamó el mencionado, alejándose para ir en busca de otro trozo de queso, volviendo inmediatamente junto al rubio—. Entonces, ¿por qué buscas información sobre la maestra? Pensé que había quedado claro que no era bueno que lo supieras.
—Pero... no la busco, ella me la brindó —aseguró, haciendo que Plagg nuevamente dejara caer su queso de la impresión.
—Ya veo —murmuró la criatura, bajando hacia la cama para recuperar su queso—. Es la guardiana la que enloqueció... Oh no, esto es mucho, muy malo —el Kwami parecía sumido en un estado de alarma que hizo que Adrien se inquietara.