Capítulo 13

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Lucas me miró entusiasmo en su traje de gala, el vestido caía sobre mis muslos hasta mis rodillas.
-Sabes -comentó mientras tomaba mi brazo -tus ojos se ven extremadamente... -dudó un segundo, y yo temía que él dijera lo que todos. Raros -hermosos...

Garret nos llevó a la imponente ópera de Sydney, subimos los escalones y una vez dentro, Lucas le entregó los boletos a la chica de la recepción.
Aún no entendía la mentalidad de Lucas.

(...)

Llegamos al hotel casi 3 horas después a dormir, dormir como si no hubiera un mañana, al menos era ese mi ideal. El de Lucas no, porque me despertó a las 6 am.
-No jodas -musité entre dientes cuando su despertador sonó.
-Levántate -dijo adormilado arrastrando las letras.
-Que carajos contigo -. Él comenzó a empujarme por la espalda hasta que logró que me sentara al borde de la cama -eres un hijueputa-apreté los ojos un momento y después de tomar ganas, me puse de pie.
Lucas se acurrucó y yo lo vi con rabia.
-¡Cabrón! -le grité antes de azotar la puerta del baño.

(...)

-¿Qué vamos a hacer a las 7 de la mañana?
-Subir al auto porque la reservación del desayuno es a las 7:30.
Refunfuñé y subí al auto.
Garret condujo por el centro de la ciudad, era una de las ciudades más bellas que había visto jamás. Hubiese amado vivir ahí.
Tardamos aproximadamente 20 minutos en llegar de hotel al restaurante. Estábamos en el lado de la bahía de Sydney, donde no había playa, solo agua donde acababa el pavimento cercado. Justo frente a donde estábamos, se encontraba la ópera de Sydney, parecía solo necesario cruzar el agua para llegar ante esta imponente estructura. Miré por un segundo más las pequeñas olas que formaban la bahía, y aún con la poca luz del sol, divisé el contorno del teatro a contra luz. Era lo más hermoso.
-¿Es hermoso, cierto? -dijo Lucas dándome un pequeño empujón.
-Si... -murmuré demasiado bajo.
-Se parece a mi... -declaró seriamente y estallé en una carcajada.
-Eres un idiota -dije tratando de recuperar el aire. Él me sonrió como imbécil y caminamos al restaurante.
Cuando nos asignaron la mesa, miré a mi alrededor, porque desde que entrabas era obvio, no había muros de concreto, solo grandes vitrales impecables que te dejaban admirar el panorama exterior.
Lucas abrió mi silla; el cabrón cuando quería era un caballero, cuando no, era una hermosa mariposa.
Miré a mi derecha, y el gran puente de la bahía se asomaba por un costado de mi visión periférica. Frente a mi, tras la silueta de Lucas, estaba el teatro que desde pequeña había anhelado con conocer. Nunca me lo había planteado más que un par de veces antes, pero me pregunté cuanto dinero habría costado todo esto, porque para haber conseguido este tipo de cosas, no debía haber sido barato.

-¿Qué piensas? -preguntó una vez que la camarera se alejó.
-Nada -. Al final, me callé mis propios pensamientos.

Cuando salimos del Quay, Lucas me ofreció un helado, caminamos por toda la acera, vestidos un poco extraño en comparación con los demás. Eran las 10 am, y sabía que él jodería el resto del día.
Después de que pagara por ambos conos, salimos del establecimiento y me acerqué al borde de la acera, donde estiré un poco mi brazo para tocar el agua.
-Vamos al hotel -dijo después de verme como idiota tocar el agua por unos 5 minutos -cambias tu ropa por algo más normal -me recorrió con la mirada. -Y dime por favor que no temes a las alturas.

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