Espía

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Espía

Aún estaba en etapa de entrenamiento, se había unido al cuerpo de reconocimiento hacía un par de semanas. Su amor por la investigación y la ciencia y su fascinación por esos seres enormes llamados titanes la habían empujado a ello. No se sentía del todo segura mas cada día su fuerza y su resistencia parecían incrementar, cosa que no le venía nada mal en un mundo como aquel. Valía la pena el riesgo, si era para lograr lo que se había propuesto desde que era una niña. Se encontraba en el mercado, comprando algunos alimentos y utensilios para tener de reserva, observando a su alrededor como la gente caminaba apaciblemente sobre las calles empedradas de la ciudad. Familias paseando, niños corriendo por el lugar en medio de sus juegos, parejas caminando tomados de la mano. El atardecer se había hecho presente, mostrando sus colores anaranjados, el cielo estaba despejado casi por completo. Al recibir la bolsa del señor de uno de los puestos, le pagó con algunas monedas de metal y lo saludó con una sonrisa. Pensaba dirigirse devuelta al establecimiento militar cuando, de pronto, vio pasar a alguien conocido.

Pronto, sus ojos se posaron en aquel hombre. Moreno, de mediana edad y de baja estatura pero de porte recio. Lo vio caminar despreocupado, mirando a la nada, seriamente. Rápidamente notó que era del que le habían hablado en su estadía en la base, al parecer todos lo conocían. Era muy famoso entre los soldados. Se encontraba vistiendo su uniforme de colores claros, junto con una expresión sumamente seria en su rostro. "Así que este es el soldado más fuerte de la humanidad" pensó ella, sin sacarle los ojos de encima. No podía negar que se sentía muy intrigada por él. A simple vista, no se veía muy poderoso. Por alguna razón, sintió el impulso de seguirlo, tuvo curiosidad acerca de cómo podía ser el día a día de un tipo como él. De todas maneras, sabía que tenía que ser sigilosa, puesto que se trataba de un superior y aquello podía ser tomado como una falta total de respeto. Aunque ella estuviese usando ropas convencionales, un pantalón de color marrón oscuro junto con una camisa blanca holgada, esto no quitaba el hecho de que era igualmente una soldado.

Así, se escabulló entre las sombras. Él caminaba recto, parecía no tener un rumbo fijo, por lo que la chica dudó acerca de seguir con aquello. Sin embargo, justo antes de rendirse, vio algo que llamó completamente su atención. Al parecer se dirigía a un sitio bastante controversial. Miró la fachada del edificio, al que claramente ella jamás había asistido, y en seguida se dio cuenta de lo que se trataba. Ese lugar era un burdel. De pronto, lo vio darse vuelta de forma lo suficientemente lenta como para darle tiempo para esconderse detrás de un muro. El corazón de la chica se aceleró, mas al volver a mirarlo luego de unos segundos, se sintió tranquila de que él hubiese seguido su camino. Al parecer no la había visto. En el momento en que lo vio cruzar la puerta de ese lugar, corrió con sigilo y se pegó a una de las paredes del lugar. Para no ser vista por el guardia de la entrada, se arrastró hasta doblar, justo debajo de una ventana, la que seguramente daba a una de las habitaciones. Por ello, decidió asomarse a penas, para poder ver qué era lo que estaba ocurriendo allí.

A través del vidrio, logró ver a una joven de cabellos rubios. Llevaba puesto un vestido de color verde esmeralda, ceñido por un corsé en tonos tierra, el cual tenía un escote en su pierna que dejaba ver las botas de caña alta que las cubrían. Era muy bella, se la notaba divertida por su sonrisa, a la vez muy provocativa. Rápidamente, pudo ver que quien estaba con ella era aquel hombre. "El capitán Levi parece tener algunos secretos" pensó, mientras reía en su mente. Aún escondida, logró ver como él se quitaba su abrigo, junto a sus botas y las cintas características de la legión de reconocimiento con parsimonia. Aunque sabía bien lo que iba a ocurrir, por alguna razón no podía evitar seguir observando. De esta manera, lo vio darle una indicación a la mujer mientras se desabrochaba el cinturón. Al mismo tiempo, las mejillas de Hange se colorearon, a la vez que sus ojos se abrían un poco más debido a la sorpresa. La vio colocarse sobre sus rodillas, mientras el capitán tomaba aquel vestido y lo subía de manera suave. Pudo observar claramente el momento en que la penetró, lo que hizo que la soldado apoyase ambas manos sobre la madera que cubría la pared, aún sin poder quitarle la vista de encima a lo que estaba ocurriendo.

Destinos que llevan a un mismo lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora