Parte 2: Despedidas.

68 3 0
                                    

ALBA.

Los días pasan y se me pasan demasiado rápido para mi gusto, no tengo tiempo de nada preparando maletas con toda la ropa, cajas con todas mi pertenencias entre ellas libros, fotografías, objetos de mi habitación... Es la primera vez que salgo de casa y quiero que mi nuevo hogar se parezca lo máximo posible a éste. Aunque sé que eso es probablemente imposible.
Cuándo me quiero dar cuenta faltan dos días para irme y mi cuerpo empieza a ponerse nervioso, muy nervioso. No duermo, apenas como porque se me ha cerrado el estómago, no hablo demasiado, no bromeo e incluso no me peleo con mis hermanos. Sí, estoy totalmente en babia. Hoy, al ser el penúltimo día he quedado con mis amigas del pueblo para despedirme. Las voy a echar muchísimo de menos, a ellas y a sus anécdotas que hacen que me ría durante horas. Estoy terminándome de arreglar el pelo, cuándo alguien llama a la puerta del baño.
-Alba, cariño, soy mamá. ¿Puedo pasar?- pregunta mi adorada madre.
-Sí, claro, pasa mamá.
Entra en el baño y me quedo mirándola con una sonrisa. Mi madre a diferencia de mí, es una mujer bajita aunque con el cuerpo fino. Es rubia con los ojos castaños y con una cara que transmite tranquilidad y amabilidad por dónde pasa. Puedo decir que mis tres hermanos mayores son calcomanías de ella pero en cambio, mi mellizo y yo somos iguales que papá.
-¿Cómo estás hoy?¿Has pasado el día mejor?- me pregunta preocupada.
Como bien dicen en mi querida Andalucía, "te conozco mejor que si te hubiera parido" y mi madre me conocía mejor que nadie en el mundo, a excepción de Pedro, claro.
-Bueno, se puede decir que cada vez que se acerca el día van desapareciendo un poco los nervios.
Mi madre me sonríe como sólo ella sabe para tranquilizarme y comienza a acariciarme el pelo.
-Te irá genial, mi vida. Tú siempre has estado preparada para comerte el mundo y ahora, vas a comenzar a hacerlo. Vive mi niña, diviértete, sonríe, ríe sin parar, conoce a gente nueva y diferente, crece como mujer, trabaja duro , disfruta en tu tiempo libre e incluso enamórate. Pero sobre todo, sé feliz y nunca olvides que si las cosas se ponen feas, tu familia y amigos vamos a estar siempre para ti.
Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, no lo puedo evitar, estoy más sensible de lo normal (que ya es decir).
- No te imaginas lo que os voy a echar de menos, mamá. No te haces una idea. - digo sollozando.
-La que no te haces una idea eres tú, de lo que te vamos a echar todos a ti, cuchi .- me dice abrazándome.
-Mamá, por dios, no me digas cuchi que ya no soy una niña. Eso me lo podías decir entonces, no ahora.- dije secándome las lágrimas y riéndome.
-Soy tu madre y te llamaré como yo quiera, cuándo y dónde quiera.- me dijo regañándome.-Anda, date prisa, has quedado dentro de diez minutos con tus amigas.
Asiento y me pongo a terminar de arreglarme. Me echo un poco de rímel, maquillaje, polvos, colorete e iluminador. Me pinto los labios rojos que me encantan y me voy a mi habitación para vestirme. Cojo unos vaqueros de los más nuevos que tengo y un jersey de color beige con perlas alrededor de las mangas. Me calzo mis botas negras y cojo mi bolso del mismo color. Me miro al espejo y me gusta lo que veo.
-Bueno, pues lista.-suspiré.
Bajo las escaleras de mi casa y en el salón me encuentro a mi padre viendo una serie en Netflix. Cuando me ve, me sonríe cálidamente.
-Estás guapísima, cuchi .
-Otro con cuchi .- digo poniendo los ojos en blanco.- Aunque gracias, viejito.- le guiño un ojo.
Mi padre gruñe aunque se ríe. Así somos en esta familia, nos reímos los unos de los otros y sólo nos entendemos nosotros.
-Papá, me voy, he quedado con mis amigas para despedirme de ellas. Vamos a ir a almorzar y a lo que dé la tarde. No sé si llegaré para cenar.- le digo dándole un beso en la mejilla.
-Vale. Ten cuidado y pásalo bien pero no bebas, que os gustan mucho las cervezas a ustedes.- dice frunciendo el ceño.
-¡Madre míaaaa! Una rubia fresquita, ¡qué buena! Si eso es lo mejor del mundo, papá.- digo haciendo gesticulaciones.
-Anda, vete antes de que me arrepienta dejarte salir.
Le tiro un beso en el aire y salgo por la puerta. Frente mi casa se encuentra mi amiga Vanesa esperándome en el coche. Al verme, me pita. Me subo a su coche y me saluda con una sonrisa.
-¿Dónde andas? Hace días que no te veo.- dice arrancando el motor.
-Bueno, tú sabes, he tenido que arreglar muchísimas cosas y no he tenido tiempo de nada.- le respondo mirando por la ventana.
Vanesa es una de mis mejores amigas. Conoce todos mis gestos, mis buenas y malas caras y puede notar cuándo estoy de bajón o de subidón. Es morena de piel y de cabello, con unos ojos verdes que hipnotizan a cualquiera. Es bajita pero con un cuerpazo descomunal.
-Algo me dice que los días que llevo sin verte es porque has estado de bajón.- me dice.
-A ti no te puedo mentir, me conoces demasiado bien.
Asiente. Las dos sabemos la conexión que hay entre nosotras.
El resto del camino lo pasamos en silencio con la música de melendi de fondo en el coche.
-Hemos llegado.- dice aparcando el coche.
Nos bajamos y llegamos hasta un bar que hay en mi pueblo. Es muy acogedor. Entramos y nos encontramos con un bar luminoso, con las mesas cubiertas por manteles rojos y blancos. Una barra larguísima, con millones de botellas en las vitrinas de atrás y en el fondo, la cocina separada por una puerta que siempre está abriéndose con el camarero que entra y sale con las comandas. Miro buscando a mis amigas y allí las veo, sentadas en dos mesas, charlando y riéndose sin parar. Sonrío y me dirijo hacia ellas. Las saludo a todas con dos besos y me siento al lado de Vanesa y Noelia.
-¿Has hablado con Nacho sobre tu marcha?- me pregunta Noelia.
Ésta es otra de mis mejores amigas. Es rubia, con ojos azules, alta y una cara que cualquiera se moriría por tener. A pesar de ser tan guapa y tan solicitada, es "la soltera de oro" como la llamamos nosotras. No se ha enamorado en su vida y el día que lo haga, le haremos una fiesta mega grande.
-La verdad es que todavía, no. Sabe que me voy pero no que lo hago pasado mañana.- resoplo.-No quiero hacerle daño a Nacho, es un buen tío.
-Tú no le vas a hacer daño a nadie, Alba. Desde el primer momento que os conocisteis, le dejaste claro a Nacho lo que había y él lo aceptó. Así que no te sientas culpable.- dice mi amiga tocándome la mano.
-Lo sé, de verdad que lo sé. Pero sé que él tiene unos sentimientos hacia a mí que yo no creo que pueda llegar a tener por él.
Noelia asiente. Conoce mi vida y mis dramas amorosos a la perfección (aunque haya pocos). Sabe que nadie ha llegado a crear esa "magia" que quiero en mi vida, como en las novelas que me encantan leer. Soy una romántica pero eso no quita que mientras que la magia aparece, conozca a otros hombres.
Para que me entendáis, Nacho es mi "rollete" y lleva siéndolo desde que tenía 19 años. Es amigo de toda la vida, me crié con él en la guardería, fuimos siempre a la misma clase y cuando nuestros caminos se separaron durante un tiempo, nos volvimos a encontrar en una fiesta del pueblo y... pasó lo que pasó. Es un niño guapísimo con unos ojos verdes descomunales, moreno, sonrisa seductora, barba sensual , súper amable y atento pero no sé si me he confundido teniendo algo con él. Aunque ya no lo puedo parar, Nacho me hace sentir muy bien y hace que mis inseguridades pasen a segundo plano. Él siempre ha querido dar el siguiente paso y ser una pareja seria, pero sólo de pensarlo me agobio y siempre le dejo claro que lo nuestro sólo es cosa de amigos.

Desde el Sur de España al sur de CaliforniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora