Monstruos en el techo

El veneno en la cuna

Y esa noche, mientras su propio reflejo se le lanzaba encima,
Se dio cuenta de la realidad que la acechaba desde que había sido una niña.

De las mentiras y las muñecas repetidas,
Los vestidos clonados colgados en los percheros del armario,
Las dos camas desde donde brincaba y las risas que escuchaban.
Todo había estado en manos de los fantasmas.

Una jugarreta siniestra, como las carcajadas detrás de ella,
Una sucia experiencia que no podía borrarse de ninguna manera.

Como marioneta, travesearon con su mente desde que había nacido,
Secuestraron a sus amigos y los volvieron fantasmagóricos enemigos.
Ninguno tenía rostros para reconocerlos,
Les quitaron las orejas para no oírla sufriendo.

Todo había sido una mentira.
Las horas pintando margaritas negras y claveles violetas,
La amiga que hacía las veces de una sombra divertida
No era más que una catástrofe duplicada en una versión de ella misma.

Y en el techo, siempre estuvieron los monstruos; ella subía
Sin saber que se hacía más monstruos cada día.

Y lo habían conseguido tras haber inyectado veneno.

Ganaron ellos, los que recolectaban almas.
Le robaron sus memorias y la volvieron esa cosa que no era.
Transformaron a una dulce niña en un demonio sin respuestas.
Que se alimentaba del deseo de tener una compañera.

Así fue como emergieron las gemelas, 
Siempre divididas y nunca compartidas,
Con destinos en el techo y destinos en la arena,
Una debía permanecer abajo y la otra eternamente arriba.

Compartieron cuna en un cerebro dañado por estar siempre en silencio
Y nunca se separaron porque lo que las ataba era el mismo veneno.

Una era el miedo perpetuo y la otra era la portadora de esa desdicha,
La última estaba ganando sobre la que no respiraba ahora,
Vencía la que jugó con sus sentimientos, los de esta pequeña
Haciéndole creer que había dos de ellas. 

Pero era una. Y ella lo estaba perdiendo...
Hasta que sus ojos se cerraron tras un golpe seco
Y la última niña que debía volverse un ángel en el cielo
Fue arrastrada por la pared amarilla y la mandaron al techo.