Prologo

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2020

Estaba sostenido a una mesa de metal en vertical, en una habitación fría y tétrica.
No sabía qué lugar era este. Mis párpados pesaban, mi vista estaba borrosa, mi cuerpo lo sentía adormecido con la sensación de miles de hormigas subiendo desde mis pies hasta mi cien.

Trate de agudizar mi oído para tratar de escuchar algo. Una gotera en algún lugar, una pelea que tenían metal con metal y unos pasos acercándose a la habitación. La puerta se abrió con un fuerte rugido.

Me moví inquieto para liberar mis brazos de la mesa, o eso intentaba hacer.
Entraron dos hombres.

- Que bueno que ya ha despertado, soldado -Era un hombre de estatura media, delgado, con anteojos y sostenía en sus manos una libreta; lo seguía un hombre más bajo y regordete, él traía una bandeja con inyecciones, y otros utensilios quirúrgicos. Parpadeé varias veces para tratar de ver con claridad sus rostros- ¿Te acuerdas de mi? Soy el Dr. Alexander y este es mi colega James.

Unos segundos más tarde mis vista se fue aclarando. Mi mente estaba en blanco. Entonces lo vi todo mejor. Estaba en una habitación sin ventanas, en el techo iluminaba una luz blanca bastante fuerte, delante de mi había sangre en bolsas apiladas en una estantería, eran muchas.

- Necesito saber donde estoy -Murmure con vos ronca. Mi vos sonaba diferente, pero era el menor de mis problemas ahora mismo- ¿Que me han hecho?

El Dr. Alexander posicionó una silla blanca frente a mi y se sentó, mientras James se quedaba de pie detrás de él; podía notar lo nervioso que estaba, una gota de sudor caía de su frente hacia su mejilla; a diferencia de Alexander, que se miraba seguro y confiado.

Sentía mi sangre hervir; estaba perdiendo la paciencia y me comenzaba a enojar con rapidez. Sentía como mi cuerpo iba recobrando fuerza y el hormigueo que había sentido antes, iba desapareciendo. Baje la mirada a mis manos, estaban coloradas, las sentía en fuego, las cerré formando un puño. Levante mi mirada a ellos, amenazante.

- ¿Como te sientes? -Me pregunto Alexander con tranquilidad. James escribía con rapidez en una libreta de bolsillo- Necesitó que me digas -Regresé mi mirada a él.

- No responderé a ninguna de sus preguntas, si no responde a las mías antes -Contra ataque. No sabía quién estaba realmente detrás de esto, pero me sentía diferente, algo me habían hecho y no era, precisamente, bueno.

Me sentía peligroso. Algo venenoso recorría por mi sangre a gran velocidad esperando ser liberado. Me estaba reteniendo. Algo dentro de mi estaba a punto de explotar.

Mi boca sabía a oxido, y eso no era nada normal.

- Hay que intentar extraerle sangre -Se dirigió a James, ignorándome una vez más. Podía escuchar sus corazones, uno iba más rápido que otro. Al igual que el mío y no entendía como es que lograba escucharlos, pero luego me ocuparía de eso. Ahora mismo necesitaba averiguar que era este lugar y en lo que me habían convertido.

James se iba acercando a mi lentamente. Su corazón latía con velocidad. Sonreí con ironía. James dejó de caminar.

- Se los advertí -Y entonces ya no me resistí más y lo dejé ser. Mi cuerpo ardió en llamas, me solté de la mesa derritiéndola a mis espaldas.

"Destrozalos" me decía una voz en mi cabeza- Los haré pedazos -Exclamé. Sin realmente creérmelo.

¡Estaba ardiendo en llamas! O lo estaba ilusionando. James y el Dr. Alexander se pegaron a la pared de al lado.

Los 4 VientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora