La Santa de las profecías

298 26 0
                                    

No nos quedamos realmente mucho tiempo allí. No tomamos camino a el reino de Liones porque según los chicos los pecados capitales ya tenían conocimiento de el despertar de la legendaria raza demoníaca. Por el momento partimos a un lugar que Hendrickson mismo recomendó, un lugar llamado Istar, la Tierra Santa de los Druidas.

Estamos en este momento tomando un descanso del viaje. Más que todo a mi petición, estos idiotas parecen no darle suficiente importancia al cansancio que pueden experimentar los caballos.

— Montaremos el campamento aquí. No hay criaturas peligrosas a la vista y por si acaso hubiera el campo es llano y podríamos verlo a metros de nosotros. ¿Está bien para ustedes?

Pregunte viendo alrededor después de soltar a los caballos para que fueran a pastar un poco.

Los cuatro estuvieron totalmente de acuerdo.

— Bien... por el momento no sé si quieren comer algo... no soy mucho de comida de humanos pero... creo que algo puedo hacer.  — dije pensativa.

Howzer fue el primero que aceptó la idea de comer algo, al parecer tiene hambre. 

— Bien... todos nos separaremos y buscaremos algo que se coma... ahora... vayan.— les dije señalando a todos lados.

—¿ Y dejarte sola hada? — preguntó Gilthunder.

Le vi indignada.

— ¡Yo también iré a buscar algo! No soy un zangano que espera a que le traigan la comida obviamente. — Dije obvia.

Tocaba mi pecho en señal de indignación ante lo que dice este chico.

— Creo que me preocupa más el que ella también busque a que se quede aquí. — dijo Griamore.

— ¡Hey! ¡Que sea bajita no significa que no pueda defenderme! ¡Soy muy fuerte! —

Nadie pareció creerme.

— Bien, vamos a buscar algo. Yo voy con Maedrhlin, ustedes vean que cazar. — se metió en la conversación Hendrickson.

— ¡No necesito que me cuides oxigenado! — repliqué.

Le dio igual  comenzó a caminar.

Le seguí molesta.

Nos alejamos hasta un punto de vegetación abierta.

— La verdad es que quería hablar contigo. No sé si puedes defenderte pero no tengo duda de que algo sabes hacer, no me preocupa eso Maedrhlin. Después de todo viajaste sola por dos meses, eso no es mi preocupación. — dijo mientras miraba por todas partes en busca de algo.

Yo entonces suspiré menos molesta, al menos hay alguien que si confía.

— Gracias... al menos tu si me crees capaz.

Él le quitó importancia a eso.

— Tengo duda, aquel día me dijiste que podía preguntarte lo que quisiera pero después de unos minutos quedaste profundamente dormida. De hecho me sorprende que durmiera así. Literalmente tuve que abrazarte para que no cayeras del caballo.

Le vi y tomé un mechón rojo de mi cabello un poco apenada.

— Si bueno... tenía sueño. Realmente llevo mucho tiempo sin utilizar hechizos tan poderosos como lo son sanar o purificar... supongo que ya había perdido práctica.

Pareció curioso por eso.

— Entonces cuéntame que significa ser la Santa de las profecías. — dijo directo a lo que quería preguntar.

𝐿𝑎 𝑆𝑎𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑒𝑙 𝐸𝑥𝑖𝑙𝑖𝑎𝑑𝑜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora