I.III

78 5 3
                                    

Capitulo tres.

"Me inundo por dentro me duermo y te encuentro despierto y desapareces".

*

El reloj en mi mano marcaba las 5:15 am y a esa hora me encontraba paseando a mi perro por las calles de Palermo, intentando sacar a Calena de mi mente.

Aquella rubia de ojos café se había apoderado de mí a tal punto de no dejarme descansar ni un solo minuto, estaba tan agotado mentalmente y aunque quisiera no podía dejar de pensarla ni un momento, ella había invadido mi mente de una manera que ya a este paso solo me daba dolor de cabeza.

Sin embargo, otra parte de mi quería ir a su casa y estar con ella, aquella parte irracional de mí solo quería quedarse con Calena para siempre.

Porque si, a pesar de todo una gran parte de mi seguía aferrado a ella, pensando probablemente en un final feliz.

Un final feliz que nunca existiría entre ella y yo.

Miraba las calles sin interés, observando algunas botellas de alcohol regadas en el suelo y algunas personas probablemente borrachas acostadas en un profundo sueño.

Por un momento quise beber hasta hundirme en un profundo sueño que me aleje de los pensamientos que tenía sobre la rubia, pero sabía que la primera gota de alcohol iba a hacer que vaya tras ella.

Porque si iba a hacer algo, prefería hacerlo totalmente consciente.

Para mí siempre fue todo o nada, no había punto medio.

Y solamente mi perro pudo sacarme de mis pensamientos en cuanto comenzó a correr como loco arrastrándome por las calles solitarias de Palermo, en cuanto pareció controlarse supe cuál era el alboroto y es que había quedado embelesado por un gato dorado llamativo que al ver al canino se escondió en una canasta que llevaba una rubia muy conocida para mí.

Esto debía ser una broma...

No podía creer que siempre fuese lo mismo, parecía ser que mientras más intentaba olvidarla más aparecía de cualquier forma para recordarme eso nunca iba a ser posible, Calena Franco siempre iba a ser mi primer y último pensamiento como si fuese una condena que me llevara a la tumba en cualquier momento.

Ese era el poder de Freya, es su poder el que logró enamorarme de sobremanera sin poder negarlo o evitarlo.

Y este enamoramiento se estaba volviendo enfermizo, me estaba comenzando a cansar esta situación que parecía ser que no tenía retorno.

—Hola Daniel. — Mire su anatomía de pies a cabeza sintiendo como mi corazón se aceleraba sin poder evitarlo.

—Calena, ¿Qué haces tan temprano por estas calles?— Pregunte intentando mantener la calma, aunque por dentro estuviese a punto de estallar.

—Salí a buscar las hortalizas que plantó Lula para mí, ¿Vos por qué paseas a tu perro tan temprano?— Yo hice una mueca.

Si supiera...

—No tenía sueño y estaba aburrido, sabes cómo me pongo cuando no encuentro algo que hacer. —Ella rió de acuerdo. — ¿Ahora qué vas a hacer?

—No lo sé, no me gusta estar tan sola en casa y Mel está pasando el fin de semana en casa de sus tíos. — Una idea totalmente masoquista apareció por mi mente.

Sin evitarlo allí me encontraba, con mi Daniel racional pidiendo que no lo haga y tenga piedad de la poca dignidad que me quedaba mientras que mi Daniel emocional se encontraba de rodillas suplicándome que piense con el corazón y se lo proponga.

FREYA; DANI RIBBADonde viven las historias. Descúbrelo ahora