III.I

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Capitulo cinco.

"Salgo solo y borracho del club cansado de llorar por dentro, sigo el camino pero no veo la luz, miro al costado pero no te encuentro."

*


Había terminado un show en España, el público no podía estar más contento esta noche y eso subía las vibras de hoy. Ahora nos encontrábamos en un boliche desde hace dos horas para festejar todo lo que se había logrado esta noche, y al principio yo lo veía como una buena manera de descansar mi mente.

Pero con el pasar de las horas el caos volvió a mí.

Tenía todo lo que soñé, pero algo me faltaba.

Era un vacío inminente en mi pecho que no me dejaba siquiera respirar bien, sentía esas punzadas que solo me daban ganas de llorar mil días más.

No la estaba pasando bien.

¿Lo peor de todo? Debía fingir que estaba feliz cuando por dentro me estaba muriendo, debía fingir mil sonrisas y risas que tapen las mil lágrimas que había soltado.

Y nadie parecía darse cuenta de lo mal que la estaba pasando.

Desde la llamada con Calena pareció que todo llego a su fin, e inmediatamente mi vida avanzó para mejor, pero a pesar de todo no me sentía satisfecho del todo.

La ansiedad había aparecido.

De repente me encerré en ese vacío sepulcral que había creado en mi interior, tenía miedo de volver a salir herido por otra persona, simplemente dejé de ser yo.

Solo quería gritar, todas las noches me encerraba mi habitación sintiendo como mi pecho se cerraba prohibiéndome respirar, era cómplice de las lágrimas que caían por mis ojos y mi cuerpo tenso y pesado como nunca.

Quería parar, quería dejar todo atrás.

Una noche todo se fue a la mierda, mis ataques iban incrementando y el vecino llamó a emergencias al escuchar mis gritos y el llanto que no podía cesar, en ese momento supe que todo se había descontrolado pero, ¿Cómo podía frenarlo? Millones de veces intente parar y dejar todo atrás, pero parecía ser que la única función de mi cerebro era repetir todos los días a Calena en mi mente.

¿Y yo? Estaba agotado de todo esto.

Estaba agotado de tener que fingir, estaba agotado de tenerlo todo y sentir que no tenía nada, estaba agotado de sentir ese constante dolor y presión en el pecho y por sobre todas las cosas estaba agotado de buscar ese Daniel Ribba de antes. Ese que era feliz y le importaba una mierda su alrededor o lo que dijeran los demás, ese Dani que tenía amor a lo que hacía y no se dejaba pisotear de las personas, ese Dani con vida.

Ahora parecía ser que a ese Daniel lo mataron y lo enterraron mil metros bajo tierra y en cambio llegó su peor versión, un Daniel destruido, tonto, con mil inseguridades y quilombos que no lo dejaban vivir.

No quería eso.

Bebí toda la noche e intente hablar y pasarla bien con una que otras chicas para dejar de pensar en aquel martirio que me carcomía por completo.

Pero ni con la mínima gota del acohol más fuerte del boliche lograba olvidarme de todo esto y ya comenzaba a desesperarme.

¿Cómo olvido un dolor? Si me sentía en un pozo sin salida, parecía ser que cuando todo terminó olvidé llevarme mi alma y corazón.

Le había dejado mi corazón y ahora solo pedía los recuerdos en donde era feliz.

Me senté en la acera de la calle terminando de fumar mi cigarro, mis ojos ardían por el alcohol y las lágrimas que había aguantado con éxito toda la noche, el cielo estaba más oscuro de lo normal al igual que la calle desolada y parecía ser que se había compadecido de mi estado sentimental y no podía estar más agradecido con eso.

FREYA; DANI RIBBADonde viven las historias. Descúbrelo ahora