I.I

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Capitulo uno.

"Será que tocaste en mí lo que nadie tocó, quizás eras para mí y yo no era para vos."

*

Buenos Aires, 20 de febrero del 2018.

18:14pm.

En cuanto escuché aquel primer sollozo no pude evitar acercarme a ella sintiendo como mi corazón se hacía trizas en ese instante y mi cuerpo se estremecía por completo.

Ella estaba hecha un caos, y sí me acercaba solo podía suceder dos cosas; lograr sanarla, o destruirme por completo.

No sabía el error que estaba cometiendo.

—Calena...—Susurré en cuanto me acerqué a ella, instantáneamente ella rodeó sus brazos en mi cintura y se descargó en mi pecho.

—Se fue, Dani. Se ha ido otra vez...

Me dolía como el demonio verla así, no podía aguantar verla llorar cada noche y no sentir nada. Me generaba una gran impotencia saber que ella estaba tan destrozada por la culpa de un tercero y es que ¿Quién podría ser tan hijo de puta para romperle el corazón a alguien que le ama con todas sus fuerzas?

Lamentablemente, en ese momento no lo entendía hasta ahora.

Levanté su rostro permitiéndome verla y sentí como mi corazón se encogió al ver como sus lágrimas caían sin parar dejándome ver sus ojos café rojos e hinchados por la irritación que se había provocado.

Esas lágrimas de oro rojo que eran capaces de sanar almas y explotar mentes, eran las mismas que ahora solo podían destruir todo de mí.

—No te merece, Calena...Eres hermosa, fascinante en todos los sentidos, solo un idiota te dejaría ir así como así.

Podía jurar que algo en ella cambió desde que le dije esas palabras, en ese momento su semblante pareció mejorar y eso no podía hacerme más feliz.

¿Por qué? No lo sabía, o tal vez en ese momento no quería admitirlo.

Pero es que ella lograba iluminar todo mi alrededor, llegaba y desordenaba todos mis pensamientos y sentimientos volviéndome adicto a todo su ser. Sin embargo sabía que solo esas cosas me pasaban a mí, y aunque intentara convencerme de que no me importaba y podía dejar eso atrás en mi interior solo podía sentir un pequeño dolor que con el tiempo fue creciendo destruyéndome.

No estaba consciente de la magnitud del problema hasta que ya no podía hacer nada, llegue a abrir los ojos cuando no podía más y ese fue el mayor error de tantos.

—Te quiero mucho, Dani. Gracias por siempre estar conmigo a pesar de todo...

Esas palabras se incrustaron en mi de sobremanera, mi mente me suplicaba que no me ilusionara con unas simples palabras vacías mientras que mi corazón latía desenfrenadamente sin parar queriendo volverme loco, no sabía sí todo lo que comenzaba a sentir iba para bien o para mal.

Debí suponer que no sería nada bueno.

— ¡Buenas noches, llegó Mauro Monzón para alegrar este día de mierda!

Lit llegó causando furor como siempre solía hacerlo con su típico humor característico que nos hacía reír siempre y su buena vibra que nos alegraba inconscientemente tan sólo verlo.

Al llegar acompañado de Nadia, su novia, dejó unas bolsas en el mesón de la cocina y se acercó tirándose encima de nosotros.

—Bueno pero que tenemos aquí, Hola Ribba, Hola Freya. —La rubia a mi lado rió ante la forma en la que el ojiverde la llamó.

«Freya» solía ser su apodo, probablemente por el arrebatador físico que poseía teniendo en común distintos aspectos como su cabellera dorada que iba hasta su cintura o sus increíbles y profundos ojos café; sin dudas Calena era una mujer que a simple vista podía robarte el aliento logrando así que todos quieran tener la posibilidad de tener algo con ella.

Sin embargo muy pocos tuvieron el placer, y yo fui uno de aquellos privilegiados.

No supe en que momento sucedió todo, pero de pronto la casa de la rubia se volvió una pequeña fiesta y con el pasar de las horas ya nos encontrábamos ebrios y con sed de deseo tal y como solía pasar cada noche sin falta, era como una monotonía que empezaba a tomarle cariño y mentalmente rogaba que no se acabase, pero que ingenuo solía ser uno a veces.

Había caído en las trampas de un juego que habíamos creado.

Eso que comenzó como un juego en el que terminé perdiendo.

No podía recordar mucho después, solo el momento en donde ella me decía lo mismo de siempre, «Hazme tuya» y yo gozaba de tal privilegio.

Ese "privilegio" que ahora se convirtió en una tortura para mí.

De repente la ropa estaba en el piso y ella a mi lado, su respiración calmada y su pecho junto al mío sintiendo los latidos de los dos, sin embargo, nuestros corazones no podían estar al unísono y es que sus latidos nunca fueron compatibles con los míos.

Debí saberlo, debí saber que ella nunca seria para mí.

Ella era así, por el día era aquella chica que lloraba por un amor toxico que le hacía sufrir como nunca, mas sin embargo por la noche era otra totalmente distinta, era aquella chica que buscaba una víctima para saciar su deseo de lujuria y descargarse por completo absorbiendo el alma de otra persona.

Esa persona, esa víctima, era yo.

Deje que ella absorbiera mi alma y se llevara mi corazón pensando que obtendría lo mismo de ella, pero al final del día, todo era una simple ilusión.

Calena Franco estaba destinada a ser mi perdición, esa chica que todos llamaban «Freya» era quien había arrancado un pedazo de mi alma para así poder vivir y olvidarse de ese dolor que anteriormente le había causado un amor fallido, se llevó un pedazo de mí y lo hizo mierda acabando conmigo.

Al pasar de las horas aquella burbuja donde todo era perfecto se pinchó en cuanto ella me miró, me sonrió ampliamente y besó mi barbilla suavemente para luego levantarse logrando, como siempre, que mi corazón diera un vuelco y quisiera salir de mi pecho e irse con ella pero sabiendo que era imposible solo pudo llorar a moco tendido como solía hacerlo cada vez que ella se iba.

Siempre pensé que ella sería la chica indicada para mí, y aún lo seguía pensando de vez en cuando, sin embargo debí saber que a pesar de ello, a pesar de que ella era para mí, yo jamás sería para ella.

Y mi alma sigue partiéndose en pedazos por eso...

FREYA; DANI RIBBADonde viven las historias. Descúbrelo ahora